La presión arterial casi incontrolable un buen día dejó las señales de una posible enfermedad renal. Aparecieron entonces exámenes constantes. Todos buscaban la causa del disparo de algo que en el organismo debe andar con paso firme. Pasó el tiempo y, después de investigar, la noticia: insuficiencia renal crónica.
Aquel nombre quedó estampado en la cabeza de Carmen Medina Rodríguez hasta los días de hoy. Sabía del padecimiento por anécdotas cercanas. Solo que ahora sería ella quien conocería su verdadero rostro. Tenía 58 años de edad, y la vida comenzó a cambiarle. No obstante, se enfrentó a la patología con todas sus fuerzas. Nunca tuvo miedo, a pesar de los pronósticos de algunas personas.
Aunque sus manos parecen quebrarse al apretar los puños; aunque sus venas resistan el dolor de cada pinchazo que busca su sangre, y su cuerpo se enrede en medio del dolor y el cansancio por luchar contra la insuficiencia renal crónica, enfermedad que padece desde hace diez años, esta fémina recibe con los brazos abiertos el tratamiento de hemodiálisis —método depurador de la sangre—, en el Servicio de Nefrología del Hospital General Docente Joaquín Paneca Consuegra, de Yaguajay. Un proceder complejo y no exento de complicaciones.
Aun así apostó por él, y por su vida. Confió en los médicos, y puso en sus manos su supervivencia. Y dio resultado. Hoy es la paciente más longeva del servicio en el norte espirituano, con una década de tratamiento.
Un hecho que parece insólito pero creíble gracias al testimonio de esta mujer de 68 años de edad. Hasta la instalación de salud se traslada tres veces a la semana —lunes, miércoles y viernes— para recibir la prestación. Junto a ella, otros 14 pacientes de comunidades pertenecientes al municipio como Mayajigua, Perea, Jarahueca y Seibabo también llegan al centro.
Durante cuatro horas Carmen permanece tranquila en la cama del hospital. Espera paciente que culmine el proceso. Allí aprovecha y toma el agua que los médicos recomienden, porque en su dieta habitual, no puede abusar del líquido. Aprovecha también para conversar y hacer de los médicos su otra familia.
Pero Carmen nunca está sola. En las afueras de la instalación médica la espera su hija, quien junto a sus cuatro hermanos están presentes a la evolución de su madre desde cualquier lugar, esa guerrera que guarda en silencio sus penas.
Por eso atrapa sus lágrimas en esos días en que el optimismo falla, y las lleva al lugar que solo ella prepara para el sufrimiento. Y es que lejos de estas tristezas efímeras Carmen hace su vida normal; cuida su dieta, aleja las negaciones e intenta transformar su horizonte.
Sabe que ella no es la única. Existen varias personas con la patología, o con otros padecimientos como infecciones urinarias y cólicos nefríticos, que también se atienden en el Servicio de Nefrología.
Allí se brinda además seguimiento a la hipertensión y a la diabetes, dos de las principales causas que provocan la insuficiencia renal crónica. De ahí que las cuatro áreas de salud de la zona reciban la asistencia de los nefrólogos, quienes, de conjunto con la Atención Primaria de Salud, disciernen los pacientes que deben llegar hasta la consulta de progresión, con miras a evitar un avance de las diversas enfermedades. Por ese esfuerzo Carmen Medina Rodríguez resiste aun cuando su cuerpo desee no continuar. Por esa entrega de los médicos, esta mujer soporta el trayecto de las agujas por sus venas. Por este amor que le brindan aprieta los puños, y pide por la hemodiálisis, ese tratamiento que le ha permitido permanecer, más días sobre la tierra.
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