Es domingo y Gregoria Luisa Hernández Domínguez no se puede aguantar en su cama. Ya ha descansado lo suficiente. Se levanta y en la silla que guarda sus costumbres de antaño espera que la vengan a visitar. Aguarda paciente. No obstante, vela a su hija para asomar su cabeza y ver si los integrantes del Colegio Electoral Número 1 de la Circunscripción 83 de Iguará, en el municipio Yaguajay, traen la boleta que diseña el futuro de Cuba.
No sabe mucho de leyes, ni del contenido exacto de la Carta Magna, pues sus 100 años de edad le han robado un poco la visión. Aún así, todavía alcanza ver algunos trazos, y no se lamenta, pues sabe que quienes llegarán hasta su hogar abrazarán sus manos para que ella también pueda decidir el futuro de su patria.
Conoce de la Ley de leyes por lo que escucha en la televisión y por las heterogéneas opiniones de sus vecinos del barrio. Entiende que ahora existe un documento que regula la cotidianidad de su país, que marcha al compás de los nuevos tiempos y que como ella misma dice, es la defensa de los pobres.
Se emociona al hablar de por qué vota. Le vienen a esa mente lúcida los recuerdos del capitalismo cruel. De esos años en los que tuvo que trabajar duro para sustentar a sus cuatro hijos. “Lavé mucho a personas adineradas de la zona. Fue mucho el puño que tuve que dar para llevar un plato de comida a mis pequeños. A veces el dinero que me daban no se comparaba con la cantidad de ropa que tenía que lavar. Aún así lo tenía que hacer. Tenía que ayudar a mi esposo con la carga de la casa”, cuenta la anciana.
“Y es que ese tiempo fue duro”, agrega. “Tenía que compartir los centavos para la comida, la ropa de mis niños, y tener algo guardado para si se me enfermaban. Por eso no quiero que eso vuelva a nuestras vidas. Lo malo, quiero olvidarlo”, refiere en medio de suspiros, la mujer que tiene la dicha de experimentar un siglo de vida.
Revela que dará el Sí, porque el no, no está dentro de su vocabulario si se trata de ayudar y ver el progreso de la nación. Y es que le agradece a Cuba la posibilidad de que sus nietos sepan leer y escribir, algo que ella no pudo disfrutar.
Gregoria lleva sobre sus hombros cien años de vida. En ellos reposan sus mejores tiempos. Esos en los que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz trajo la esperanza a este pueblo. A partir del triunfo del primero de enero de 1959 su alma tuvo sosiego. Las preocupaciones comenzaron a disminuir, pues había un hombre atento a los pasos de su patria.
“Hoy tengo derecho a la salud gratuita, a un techo donde vivir. Tengo tranquilidad. Mis hijos y nietos salen a la calle y estoy tranquila en la casa porque sé que estarán a salvo. Y eso se debe a Fidel. Entonces hoy también digo Sí, por Fidel, Raúl, y Díaz- Canel”, expresa con rotunda convicción Gregoria.
El siglo de vida que atesora le ha servido para vivir. A su Cuba, no le falta el encomio, y mucho menos su gratitud. Esa que viene de una mujer pobre que le debe a este país, su existencia. Quizás se avergüence de no saber mucho sobre la Constitución, que este 24 de febrero se refrenda en la mayor de las Antillas. No obstante, sabe lo más importante: que es la brújula de su tierra.
Por eso, Gregoria Luisa Hernández Domínguez este domingo se levantó temprano, y sentada en la silla de costumbre esperó ansiosa para desde su casa, votar con el corazón, Sí por su Carta Magna.
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