No se cree más listo que los demás; pero 10 años como inspector le han dado suficiente “carretera” a José Coca Bandomo para saber determinar cuándo el infractor le quiere dar gato por liebre y así librarse de una multa, sobre todo a partir de la entrada en vigor de los precios máximos para productos y servicios del sector privado en Sancti Spíritus a mediados de agosto.
Para quitarse la sanción de arriba, el transgresor apela a increíbles justificaciones o evasivas, y Coca sabe el porqué: “Ponerle una multa es quitarle dinero de su bolsillo”, advierte el hoy supervisor de la Dirección Integral de Supervisión Sancti Spíritus (DIS).
Nadie piense que un inspector se hace en un santiamén; independientemente de las cualidades ético-morales, necesita dominar la legislación, o sea, los decreto-leyes, analizar la repercusión de las violaciones detectadas… y saber lidiar con las indisciplinas para no incurrir ni en tolerancias ni excesos.
A sabiendas de ello, José pasó tres meses adiestrándose junto a un inspector profesional calle arriba y calle abajo. Observaba y le preguntaba, leía y releía las normas jurídicas, y cuando estuvo listo, se presentó y venció la prueba a la cual lo sometieron en la DIS.
Con 53 años en las costillas, este hombre, quien primero integró el colectivo de supervisión en el municipio capitalino y luego el de la dirección provincial, manifiesta que no le asustó el oficio de inspector; para esa fecha ya él había pasado por otras aguas calientes.
“Yo había sido director del Cencop (Centro Nacional de Control Pecuario) en el municipio de Sancti Spíritus —recalca—, y allí el trabajo era bastante duro también: las multas eran fuertes, se decomisaban caballos, que podían valen 5 000, 6 000 pesos; pero uno tenía que actuar. ¿Cuántos accidentes y muertos han existido por animales sueltos en la vía?”.
Penosamente, como agrega Coca Bandomo, la población no siempre comprende el proceder de los órganos de inspección, y para ejemplificarlo recuerda la reacción de esta, cuando, años atrás fueron a decomisar las bestias sueltas allá por la entrada del batey del antiguo central FNTA, de Trinidad. “La gente haló hasta por palos, y hubo que llamar a la Policía. Al traje, lo respetan. Los inspectores andamos desarmados”, alega.
¿Y cuáles son sus armas?, inquirimos.
Nuestras principales armas son la pesa, los decretos, la probeta, es decir, los instrumentos de trabajo.
¿Qué lugares a ustedes les resultan más complicados?
“La Plaza del Mercado, la feria de los domingos y, en la calle, los carretilleros ilegales. La Plaza tiene un monitoreo constante; todos los días una pareja de nosotros va a trabajar allí. La feria es compleja porque vienen muchos vendedores, y hay quienes tratan de aprovecharse del pueblo”.
Para corroborarlo, Coca alude al caso, semanas atrás, de un cebollero de Banao que estaba comercializando el tubérculo a 30 pesos, en vez de a 25, según lo fijado. Asegura José que el infractor trató de probar fuerza; sin embargo, al final tuvo que admitirlo.
¿Y cómo demuestran la violación?
“Si vamos a la Plaza a trabajar la malanga, esperamos que la persona la compre, y le preguntamos a qué precio la adquirió. Le decimos: Venga para acá con nosotros, y el dependiente le tiene que devolver el dinero. Hemos comprobado que en la tablilla dice que la libra es a 7 pesos, pero la venden a 8. Igual sucede en la feria y en otros lugares. Nosotros estamos para proteger al pueblo”.
¿Es cierto que los inspectores tienen un plan de multas que imponer?
“No, no. Si hay violaciones, aplicamos el decreto que lleva”.
¿Usted siempre es intolerante?
“No. A veces no se puede ser tan drástico, y le digo: ¿Por qué no se equivocó a favor del pueblo? Por otro lado, uno valora la gravedad de la violación, si hay reincidencia. En ocasiones hacemos el apercibimiento”.
¿Han intentado comprar su silencio?
“Hasta ahora, no. Parece que saben el carácter que tengo”.
No se trata de mal genio, aclara José, sino de enfrentar a quienes intentan vivir del bolsillo ajeno, a quienes se frotaron las manos al escuchar la noticia del reciente ascenso del salario en el sector presupuestado en Cuba. “No faltan los que intentan meter cabeza”, advierte. Por ello, Coca siempre lleva en una mano la ley y en la otra, el talonario.
parece que ese es el que hace falta en trinidad, donde los precios estan a la escalada , tomate 25 pesos la libra,aguacate si ve alguno a 15 pesos, fruta bomba a 25 pesos , guayaba si la vez a 30 pesos,el huevo perdido, eso se ve en los particualres , ya que el estado no tiene nada que ofertar en su mercados, solo los sabados se ve algo, pero a diario tiene que desembolsar esa cantidad de dinero para poder comerte un tomate u ofertarle a un cliente una fruta bomba o guayaba.Las violaciones ocurren en los 2 sectores, en el particular se ve mas , ya que se mueve ambulatoriamante y es que el que siempre esta en la calle, a veces lo hacen por inescrupulosos , pero otra es que no tiene un mercado mayorista para autoabastecerse y tienen que comprarlos en el mercado minorista que ya esta caro
muy buena informacion
Censurar es privar al ciudadano de su derecho constitucional a la libertad de expresión y el argumento de los que no tienen otro.
Que las inspecciones sean por igual a particulares y estatales, de lo contrario esto es una caceria de brujas
Casi siempre se asocia al inspector como el ser humano cruel que viene a hacer justicia a la ¨cañona¨ y no es así, para llegar a ser un buen inspector se necesitan de valores personales, éticos y morales así como valores locales y no tener miedo aspectos que definan su actuar aparte del conocimiento de técnicas o sobre herramientas que incluso hoy no hay, como densímetros y alcoholímetros, pesas que a pesar de andar de arriba abajo en maletines defienden su fidelidad aunque los fieles (parámetros certificados) se corran pero trabajan con ellas, bien todo eso son de las pocas cosas que puedo señalar a muy someros rasgos……¡Pero….
Cómo hacer una inspección a una entidad particular cuentapropista como una pizzería por ejemplo, cómo pesar una pizza, como pesar un espagueti, que si cuantos gramos tiene una lasaña, por ejemplo, cómo podemos aseverar que en el parque de Jesús o en la Feria se venden 8 onzas de refresco gaseado en vasos de botellas de vidrio cortados, ejemplos….como saber si es original el ron que venden en El Raya, que no es rellenada la cerveza del Norma, cómo saber si la norma para el pan de Los Olivos I se cumple…Hay muchas cosas claro que la sociedad conoce porque como si no?…es difícil y casi infinita esta tarea, por eso hacen falta muchos Coca Bandomo, no para hacer una Cacería de Brujas….y si para eliminar las Brujas y Los Brujos.
Gracias.
Ojito, lo que no acabo de entener es esa enfermiza obsecion por perseguir a los vendedores privados y olvidarse que en el sector estatal hay abusos Y violaciones de todo tipo , sin contar que las TRD son las tiendas de la usura y la verguenza. Pero de esto ningun periodista habla, como si el abuso de los precios estatales no existiera. SEAMOS SERIOS Y RIGUROSOS EN ESTA MATERIA