Si usted llega a una unidad comercial y, en vez de recibirle con buena cara, la persona a cargo le increpa por acudir en la última media hora de la jornada laboral; si alguna vez le escucha a quien administra una bodega desear “que venga un ciclón, para que saquen la cuota de una sola vez”; si en un bar o cafetería reina un ambiente enrarecido por bromas de mal gusto y groserías; si a pesar de haber sido abierto o reinaugurado hace solo semanas ya las ofertas del establecimiento distan de las de aquellos primeros días; no tenga dudas: usted ha sido maltratado.
No será Sancti Spíritus el único lugar de Cuba donde las cosas andan “manga por hombro”, pero el Comercio, la Gastronomía y los Servicios en estos predios, convengamos, es de esas esferas de la vida socioeconómica donde no puede hablarse de paradigmas a imitar, aunque hay excepciones. Las hay, convengamos también, en el sector no estatal, donde suelen refugiarse no pocos conciudadanos en busca de una atención óptima que tampoco encuentran siempre.
Las aseveraciones parten de quien escribe, pero semejan otras, formuladas en la reciente reunión que sostuviera el vicepresidente del Consejo de Ministros Jorge Luis Tapia Fonseca con directivos y administradores de ese sector en la provincia, donde salieron a relucir tendencias nocivas no solo para quien consume o recibe las prestaciones, sino además para la economía del país.
Entre ellas se incluye la consabida merma del pollo que se expende por la libreta, y quedó claro que en alguno de los eslabones de la cadena que sigue ese renglón para llegar a nuestras mesas se vierten “galones de agua” en las cajas, pero no puede ser la población quien pague por la estafa. Lo que se impone, quedó claro también, es que quienes reciben la mercancía y firman las facturas, con el apoyo del cuerpo de inspectores, verifiquen y actúen en consecuencia, lo cual implica cuestionar, exigir y enfrentar el problema.
También abundan situaciones en que el usuario, dispuesto a quejarse porque no se conforma con un local sucio y lleno de moscas, con la oferta pobrísima y de mala calidad, con dependientes distraídos —de cinco o seis, a veces sirve solo uno y los demás atienden a sus celulares— no es recibido por el administrador, porque este no se encuentra.
Según trascendió en el encuentro, es usual que los administrativos permanezcan más tiempo fuera de sus centros que dentro de ellos, ya sea por reuniones o por simple hábito. Tampoco suelen dominar la actividad que desempeñan sus trabajadores, por lo que cabe cuestionar sus conocimientos y habilidades en asuntos de costos y salarios.
Y ahí está el “pollo del arroz con pollo”: por demasiado tiempo los análisis económicos de ese sector, el de mayores aportes al presupuesto del Estado —en la provincia, el 70 por ciento del total— se han realizado del modo equivocado, al centrarse casi exclusivamente en el cumplimiento de los planes de circulación mercantil, erróneamente elaborados sin el concurso de los trabajadores, y en las cuentas por cobrar y por pagar.
Cabe esperar un cambio favorable si, en cumplimiento de las indicaciones transmitidas por el vicepresidente del Consejo de Ministros y por la ministra del ramo, Betsy Díaz Velázquez, a partir de ahora las decisiones sobre planes de ventas o servicios y sistemas de pago pasan por discusiones previas con los colectivos laborales.
A lo que se aspira es al creciente interés individual en la implementación de iniciativas para concretar nuevas ofertas y elevar la calidad de las prestaciones. Eso significa pensar diferente, desterrar tabúes, replantearse “verdades”, como esa de que los almuerzos y cenas son aceptados solo si se dispone de cerveza. Si algo se demostró en el intercambio fue que en Sancti Spíritus no han faltado los rones ni los vinos, pero sí ha estado ausente la explotación de tradiciones coctelera y vinera, tan inherentes a nuestra cocina y necesarias en la Gastronomía.
Lo otro que ha faltado de manera copiosa es capacitación, panorama que deberá cambiar a partir de nuevos requerimientos, como ese de probar la competitividad culinaria de los administradores de la rama gastronómica y recalificar a todos —quedó claro que se precisa un centro destinado a ese fin—, incluidos los de actividades de las restantes áreas. De acuerdo con la titular del ramo, si una vez hecho esto se comprueba que no cumplen con los requerimientos necesarios, se dispondrá su cese en las funciones.
Debió hacerse desde hace mucho tiempo, pero en vistas de que no fue así, en lo adelante será regla: en cada unidad deberán conformarse las normas técnicas con todas las variantes posibles a usar para suplir la falta de un ingrediente u otro. También estarán sujetas a análisis las plantillas, cuyo exceso condiciona, en no pocos casos, la inactividad de grupos de trabajadores y el incumplimiento de los planes de ingreso.
Sancti Spíritus califica como una de las provincias que menos avanzan en la implementación, desde el pasado mes de septiembre, de la Resolución No. 99 del Ministerio de Comercio Interior, la cual faculta a las unidades para adquirir insumos y recursos; así como autoriza la venta de productos elaborados y semielaborados. A tenor con dicha norma jurídica, entraron en vigor nuevos sistemas de pago para que los trabajadores ganen de acuerdo con lo que hacen.
Habrá que dedicarle tiempo a la vida económica del Comercio, vista desde adentro; depurar la membresía del sector para que quienes no se avienen a él no entren ni se reciclen. Sin duda tomará su tiempo, pero lo agradecerá la economía y usted, cuando llegue a una unidad, tal vez sea recibido por alguien con un rostro alegre, que no le venda de menos ni le haga increpaciones.
Excelente artículo, pero podríamos agregar que este sector tiene las herramientas de pesaje muy viejas, aun las hay de la etapa colonial, que existen dos unidades de medida y solo una de cobro, o sea hay kilogramos y libras españolas, podríamos acotar que en el país entero existe politécnicos que forman obreros calificados y técnicos medios de perfil para trabajos de comercio y gastronomía y que muy pocos después de graduados se integran al sector por todo lo que conocemos, bajo salario, pocas expectativas, intereses personales, etc. etc., que el sector tiene en algunas ocasiones la tolerancia de permitir vender plazas en mercados o áreas por supuesto, que generan gran movimiento y libertad de finanzas y mercancías, y para terminar quisiera exponer, que lejos de que con el tiempo y el conocimiento que se tiene del mal actuar del sector ( y que no escape nadie) , para nada es un secreto que no se van a resolver los problemas si las leyes hacia quienes las infrinjan no se manejan de manera más severa y que de veras se aplique la ley de protección al consumidor.
Se lo dice alguien que trabajó en comercio, hijo de un comerciante que tuvo tiendas antes del proceso revolucionario, que conoció de anécdotas donde un centavo tenia valor y con un peso comía una familia tres días, sucede que las cosas se van olvidando, y que hoy cualquiera trabaja detrás de un mostrador, y de que venda o no venda tiene un salario devengado por los días que vaya a ¨TRABAJAR¨ si es que va, pero si se fueran a aplicar la viejas técnicas de comercio donde había que meterle prácticamente a los clientes las mercancías por los ojos ninguno, ninguno, ni los de las SHOPPING sirviera de dependiente, porque ninguno conoce de las técnicas y habilidades para ello, y si las conocen no las aplican, lejos de que la estructura que tiene el comercio y la gastronomía hoy ni incluye las rebajas de precios por época del año, ni por poca salida del producto u otras condiciones, el desabastecimiento, la carencia y ausencia de productos obligan incluso al acaparamiento y al tráfico ilegal, a las reservas de productos y mercancías a malversadores y/o revendedores, en fin que no nos alcanzaría ni el digital ni el rotativo para exponer ideas acerca de este sector que evidente está en decadencia y sobre vive por las necesidades que hay.
Gracias.
Muy buen articulo aunque en lo referente al pollo, no es comercio el culpable de la merma, cosa q se eliminaría si el pollo viniera desgranado y no en las cajas pues cuando se abren, vienen llenas de hielo, ya una vez, los casillerps decidieron no recibirlo y cadi los tildan de contrarevolucion, entonces los directivos autorizam a recibrlo y luego quien queda mal es el dependiente. Se q este comentario es digicil lo publiquen pues contra el periodismo de interes estatal
Por cierto, no es su culpa. Eso le pasa a la pobre periodista, Delia Rosa Proenza Barzaga, por el estar confinada a un espacio reducido. No viaja. No cambia de medio (geografía.) No tiene experiencias nuevas; enriquecedoras (negativas, y positivas.) El mundo es más que Sancti Spiritus; más que la Habana; más que Cuba. No se trata de un problema ideológico. Se trata de la ineficiencia, y de la mediocridad a la que nos hemos acostumbrado.
Gracias Delia por su trabajo. A muchos no les gusta el dedo en la llaga, les desagrada el pus o no soportan el dolor de la carne herida, o simplemente son personas de pocas luces. Aquellos que prefieren un Estado débil, ajeno a los temas comerciales y a otros, no saben o sí que lo saben, le hacen el juego a esos que promulgan ideas liberales y Neoliberales donde el Estado solo sirve para enriquecer funcionarios a costa de los que pagan impuestos. Acaso no ven lo que pasa en países como Argentina, Uruguay, Brasil qué tanto han avanzado con paquetes de medidas de este tipo, se han resuelto los problemas, NO solo se han agudizado. Hay que salvar nuestro modelo estatal aunque en ocasiones, más de las que queramos, tengamos que cicatrizar fisuras con mucho dolor.
Si revolución es cambiar todo lo que tiene que ser cambiado. China no administra restaurantes. Su política económica ha levantado de la pobreza a 500 millones de ciudadanos, quienes hoy tienen un ingreso promedio mayor al de los españoles, por citar un ejemplo. Vietnam (país mas pequeño, y mas parecido a Cuba -en cuanto a potencial de restructuración económica- que China) tampoco administra restaurantes. Vietnam es además un ejemplo digno de admiración. En muchos sectores de su economía han pasado de la pobreza absoluta al liderazgo mundial (se necesitarían varios párrafos, para enumerar tantos logros.) Mas de regreso a Cuba: solo cuando logremos llamar las cosas por su nombre volveremos a ser un país prospero. La opinión de Amaury sobre la que comento -tanto como este artículo mismo- es mediocre. Peor aún, dicha opinión es parte del problema; es uno de los impedimentos para un cambio económico profundo y exitoso. Digamos no a la mediocridad. No todo es culpa del embargo.
No me parece elegante que,valga la redundancia,el periodista opine sobre la opinión de un lector,se supone que ya la expreso en el artículo,también muestra poco aprecio a la crítica,cuando debiera agradecer que lean y se tome el trabajo de opinar..Que buen periódico algunas veces y que falta de profesionalismo en otas
Le agradezco la opinión. Pero sucede que aquí no se habla de centros donde el mercado es libre. Se habla de establecimientos estatales y de quienes administran o trabajan en ellos.
Lamento no le sea de utilidad, pero le aseguro que quienes entendieron el sentido del texto sí se la verán.
Establecimientos estatales; quienes los administran y aquellos que trabajan en ellos, – ineficientes. Periodista que escribe sobre el tema, – ineficiente (mas de 12 párrafos para introducir, desarrollar, y concluir -con recomendación de solución o no- una idea.) Derroche de ineficiencia monumental. La lectura de un, o sus mas de doce, párrafos por separado, es fácilmente entendible. La coherencia de la idea, profundidad del análisis, o peor aún, la capacidad de ofrecer soluciones, – inexistentes. El asegurar que quien entendió el texto si verá su utilidad, es un acto de mediocridad. Comparémoslo con decir: “si te duele el pecho, puede ser que hiciste un mal gesto; no creo sea el corazón.” Oración perfectamente entendible. ¿Consejo útil? No. Si te duele el pecho valla a ver a un cardiólogo. La enfermedad de los restaurantes estatales en Cuba es terminal. No la salva ni los buenos augurios, ni mucho menos un decreto de la dirección del país. Mas bien es triste que la dirección de un país -el estado- gaste tiempo en administrar restaurantes. En fin, un artículo (como tanto de lo que pasa, como tanto a lo que hemos llegado,) simplemente desafortunado.
Cuanto malgasto de letras, cuan superficial el análisis, triste lo simplista del pensamiento colectivo (de quien escribe,- Delia Proenza, y para quien escribe.) Donde el mercado es libre, es el consumidor, con su presencia o no, quién le modifica la existencia. No debe ser el papel del estado el administrar un restaurante; ni un negocio en general.
La pregunta es:Por que el maltrato,la apatía y el desinterés en buena parte de la gastronomía estatal??? En mi opinión porque se gana lo mismo,que es muy poco, independientemente si vende o no,así que es más provechoso vender el producto al por mayor a los revendedores..Menos trabajo y más dinero..Creo que esto solo acabará cuando haya un dueño,que no sea el estado,algo que el precario y machacado sector privado ya demostrado