En los pasillos del enorme hemiciclo de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, se han vivido con mayor expectación que de costumbre, los preparativos para la discusión durante miércoles y jueves de la moción cubana contra el bloqueo correspondiente al 2019, que por 28 ocasiones consecutivas ha situado en el banquillo de los acusados al Gobierno imperialista de los Estados Unidos.
Cuba llega a este debate con la moral intacta porque no hay en sus actos ni un solo aspecto punible a la luz del derecho y la práctica internacionales, incluyendo la Carta de la ONU, mientras el ejecutivo estadounidense encabezado por el abominable Donald Trump hace aparecer a su país ante la comunidad internacional como un estado depredador y criminal que transgrede olímpicamente las normas de convivencia entre naciones.
Todavía están frescas en la memoria las maniobras de Washington el pasado año cuando intentó, mediante recursos leguleyos y de obstrucción del mecanismo regulador de los asuntos a debatir, obstruir y en última instancia sabotear la discusión del bloqueo como tema principal, al presentar nada menos que 10 enmiendas que fueron votadas sucesivamente de manera individual.
Pero todos sabemos cómo terminó esa iniciativa, pues en lugar de una sola gran derrota, el imperio cosechó 11, junto a los títeres que osaron secundarle, que fueron notablemente bien escasos. Ahora acabamos de conocer la imputación del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, quien denunció en La Habana las presiones y chantajes que el Gobierno yanqui está ejerciendo contra un grupo de países, y en especial de seis naciones de este continente, para que modifiquen su voto sobre la moción cubana contra el bloqueo.
Naturalmente que es preciso llamar la atención de los aludidos acerca de la importancia de observar en esta cuestión una posición de principios, desprovista de prejuicios ideológicos, porque de lo que se trata es de defender la moral y la justicia en materia de derecho internacional, y no ceder en un aspecto que tendría un gran costo político para quienes por debilidad u oportunismo incurrieran en ese gravísimo error.
Y sería más grave aún por cuanto en los últimos meses, con el pretexto del supuesto sostén de Cuba al gobierno venezolano, la administración de Trump ha llegado a extremos nunca vistos en su animosidad y agresiones contra Cuba, persiguiendo con saña todo tipo de operaciones financieras de la isla en el exterior, al tiempo que intenta cortarle el suministro de combustible con multas y presiones de todo tipo contra compañías petroleras, armadores, países de inscripción de los buques, etc., para provocar el colapso de la economía cubana.
Se está dando el caso de que un redactor empieza a escribir un trabajo para determinado medio, y en ese breve transcurso surgen nuevas iniciativas de estrangulamiento de la superpotencia contra su pequeña, pero digna vecina, como la noticia que da cuenta de la prohibición del gobierno federal de financiar actividades de intercambio educativo y cultural con funcionarios y entidades estatales de Cuba. ¿Habrase visto tamaña estupidez que corta a Estados Unidos uno de los últimos vínculos que le permitía influir sobre la mente y el corazón de los cubanos?
No obstante, tal proceder irracional lleva la lógica de quien quiere rendición y no negociación. Precisamente acerca de tal comportamiento incidió hace solo unas horas el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la clausura del Encuentro Antiimperialista de Solidaridad, por la Democracia y Contra el Neoliberalismo que sesionó en el habanero Palacio de Convenciones del 1 al 3 de noviembre.
El mandatario expresó su completa seguridad de que Cuba y su pueblo prevalecerán sobre el bloqueo y no cederán jamás su independencia. “El imperio acude ahora a prácticas de asedio, persecución y sanciones contra países, empresas y barcos que contribuyan a transportar combustible a Cuba”, dijo.
Asimismo, Díaz-Canel rememoró cómo desde los tiempos del famoso Memorando Mallory, Cuba conoce muy bien, por boca de sus propios creadores, cuál es el fin primero y último del bloqueo. “No nos cansaremos de reiterarlo para que nadie se llame a engaño (…). A golpe de sacrificios, resistencia y gracias a la solidaridad, nuestro pueblo ha mantenido su Revolución en todos estos años”.
Pero regresemos a la Asamblea General de la ONU. Allí en su monumental salón de debates, se recuerdan todavía las palabras del canciller Rodríguez Parrilla, cuando hace aproximadamente un mes dijo con total seguridad y precisión, a modo de resumen de su brillante discurso: “Es esta la misma y única Revolución Cubana comandada por Fidel Castro Ruz y que ahora encabezan el Primer Secretario Raúl Castro y el Presidente Miguel Díaz-Canel.
“Y si, a estas alturas, alguien pretende todavía hacer rendir a la Revolución cubana, o espera que las nuevas generaciones de cubanas y cubanos traicionen su pasado y renuncien a su futuro, repetiremos con el ímpetu de Fidel: ¡Patria o Muerte!”.
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