La imagen de Andy Granda en lo más alto del podio panamericano -en un resultado inesperado, luchado, sudado- es el retrato último y mejor de la delegación deportiva cubana que acudió a los Juegos de Lima.
Ha sido campal la batalla en el medallero. Hasta el día final, hasta la medalla final, no se podía señalar el resultado definitivo por países en la pugna del cuarto al séptimo lugar. Muestra del crecimiento cualitativo y de la enorme rivalidad que el deporte ya tiene en esta parte del mundo.
Cuba batalló con creces hasta la jornada definitiva. Nunca entregó el banderín ni se amilanó ante el tamaño del propósito que se traía. Cierto es que finalmente se bajó un peldaño y se obtuvieron tres oros menos que en Toronto; pero yo al menos me quedo con el buen sabor de boca de la entrega de nuestros deportistas, de las agradables sorpresas que varios dieron, del tremendo potencial que mostraron algunos jóvenes.
El total de medallas cubanas fue superior por una al de los Juegos anteriores; expresión de que las potencialidades de superar aquella actuación existían. Pero no todos los pronósticos se cumplieron y llegamos a tres finales menos que entonces.
A Lima fuimos con una delegación cuyas dos terceras partes se enfrentaba por vez primera a una prueba de este tipo. Las posibilidades de Oro recaían en los más experimentados en estas lides. Y algunos no pudieron con la tarea. Pero el ímpetu de varios jóvenes haló de la nave y nos recolocó en el camino: la heptalonista Adriana Rodríguez (20 años), el saltador de altura Luis Zayas (22 años), la canoista Katherin Nuevo (con sólo 16 añitos), todos campeones panamericanos, son ejemplos del futuro del movimiento deportivo cubano.
A ellos habría que añadir otros jóvenes como Juan Miguel Echavarría y Jordan Díaz, que ya tienen clase mundial.
Decepciones y actuaciones por debajo hubo varias: el béisbol nos legó la peor faena de todos los tiempos, el Taekwondo nos dejó sin el sabor del oro, varias individuales se quedaron por debajo en sus presentaciones. De todo ello habrá que hacer análisis y sacar enseñanzas y efectivas conclusiones.
Pero también hubo quién sobrepasó sus propósitos como el boxeo, el judo, el tiro, la esgrima y el atletismo. Para ellos el reconocimiento de todo un pueblo.
El escenario deportivo panamericano ha cambiado. La calidad de los Juegos ha crecido ante el interés que le han puesto las naciones y los patrocinadores, junto al incremento de los pasaportes olímpicos que se otorgan. Estrellas olímpicas y mundiales de varios países prestigiaron esta vez los Panamericanos de Lima.
Estados Unidos sigue en la cima, pero lejos de aquellas 169 de Oro y 370 medallas totales que obtuvo en Indianápolis 1987 -cuando había menos juegos de medallas que ahora. Brasil se instaló definitivamente en el segundo peldaño del deporte en las Américas, con el empujón que recibió su movimiento deportivo desde los Olímpicos de Río. México vino con el impulso de su reinado centrocaribeño y realizó una memorable actuación. Canadá se dejó en el camino más de 40 oros respecto a Toronto, que fueron atrapados por potencias emergentes como Argentina, cuya destacada actuación en los deportes colectivos nos hace pensar en cuánto Cuba ha retrocedido en esas disciplinas. Colombia se consolida como uno de los actores destacados del concierto deportivo de nuestro continente.
Viene ahora el camino final hacia Tokio. Cuba mostró potencialidades en más de una decena de figuras para escalar el podio en la cita olímpica, con mayor fuerza en los deportes de combate, sin desdeñar a atletas y tiradores. Habrá que actuar con inteligencia para concentrar los recursos en la preparación de esos posibles campeones o medallistas, capaces de mantenernos entre los veinte primeros países del mundo en el medallero olímpico.
Cuando se asienten las emociones, volveré con una análisis de factores que sustentan para bien y para mal nuestra reciente actuación en Lima. Por lo pronto, recibamos a nuestros deportistas con el cariño que merecen por su sacrificio y entrega, por el honor que mostraron en cada escenario.
Creo que estamos estancados, es decir, mientras Brasil, México, Argentina y Colombia crecen, nosotros estamos casi iguales. Es verdad que Canadá retrocedió, pero en muchos eventos, por ejemplo: Ciclismo, Natación y Atletismo no trajo a su primer equipo.
Entonces los únicos que fuimos con todo y quedamos casi igual , incluso un poquito por debajo, con tres Oros menos, fuimos los cubanos.