El Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz, rindió tributo este martes en el cementerio Santa Ifigenia a los mártires de la Revolución Cubana, en el día escogido desde el propio año 1959 para honrar a todos aquellos que ofrendaron sus vidas por el bien mayor de la nación.
Poco después de las cuatro de la tarde y frente al Mausoleo al Apóstol comenzó el homenaje con la ceremonia del cambio de guardia, que sucede cada media hora, pero no por habitual dejan de estremecer las notas de la Elegía a José Martí, compuesta por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, y la marcialidad de los jóvenes soldados.
El General de Ejército –acompañado por Beatriz Johnson Urrutia, vicepresidenta del Consejo de Estado y presidenta de la Asamblea Provincial, así como por otras autoridades del territorio– depositó flores ante la cripta funeraria, cubierta con la bandera nacional, que guarda los restos del «más grande de los cubanos».
Raúl se dirigió después hasta la piedra de la Sierra Maestra que desde el 4 de diciembre de 2016 custodia las cenizas del Comandante en Jefe. Una rosa blanca y su mano sobre la pieza de mármol que lleva grabada una sola palabra –Fidel–, fue el sencillo acto de recuerdo al querido hermano y líder de la Revolución.
El homenaje continuó en los monumentos a Carlos Manuel de Céspedes y Mariana Grajales, Padre y Madre de la Patria, símbolos sagrados de nuestra historia.
Momento de especial emoción ocurrió ante el sencillo panteón de la familia País García, al conmemorarse este 30 de julio el aniversario 62 del asesinato a plena luz del día en una calle santiaguera del joven Frank, el David de la clandestinidad, uno de los hombres más buscados entonces por los esbirros de la tiranía batistiana. Junto a él cayó acribillado su compañero de luchas, Raúl Pujol, y desde entonces se recuerda el sepelio que atravesó valientemente la ciudad, mientras caían pétalos de rosas desde sus balcones.
Ante esa tremenda historia, que a decir de Fidel convirtió a Santiago en la ciudad mártir de Cuba, el General de Ejército honró la memoria de Frank País, el muchacho que a sus 22 años se había ganado el respeto de la juventud santiaguera y de quienes habían llegado de toda la Isla para construir un mejor país.
El Himno de Bayamo, una ofrenda floral, el toque de silencio y otra rosa de Raúl para Frank fueron el colofón del homenaje en este «día de meditación, porque aquí tenemos que venir todos los años a recordar a los muertos de la Revolución (…). Lo que no queremos es que nadie pueda decir el día de mañana que nuestro pueblo se ha olvidado de sus muertos».
Así lo planteó Fidel el 30 de julio de 1959 en el Instituto de Segunda Enseñanza, en cuyas aulas se formaron los hermanos Frank y Josué. En consecuencia, el sentido respeto de este martes en el cementerio Santa Ifigenia, a donde también llegaron miles de santiagueros en la habitual peregrinación que cada 30 de julio estremece las calles de la ciudad heroica, es respuesta contundente: no hay olvido posible para los héroes y mártires de Cuba.
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