Entre el estrés y la emoción de los aficionados y el coraje y la entrega de varios guerreros, la delegación cubana vive los últimos instantes de los XVIII Juegos Panamericanos de Lima, Perú, que este domingo cierra sus cortinas con la certeza de haber sobrecumplido su estreno como sede en estas lides.
Era el repunte esperado, dado el calendario de las competencias, que otra vez dejaron a Cuba a expensas de la actuación de parte de sus mejores representantes —unos, estrellas consagradas; otros, astros nacientes— para batirse por los primeros lugares del medallero, que mantenía una pugna cerrada de los puestos del tres al seis con Brasil, que ha arreciado su paso; México, que no ha cedido en su empuje; Canadá, que quiere recuperar su subtítulo continental, y hasta Argentina, en ascenso, sin descartar a Colombia.
La cosecha se concentró sobre todo durante miércoles, jueves y viernes, cuando más de una emoción dejó sin respiración a un país. Y en ello mucho ha tenido que ver la actuación de la lucha, con títulos, a tono con los pronósticos, del gran Mijaín López —que otra vez honra la bandera que portó— y de Ismael Borrero, y otro a base de la fuerza del debutante Gabriel Rosillo, que volteó el combate de los 97 kilogramos cuando iba debajo.
Uno de los saldos más agradables de estos días llegó de la mano del equipo de espada, que revivió los mejores momentos de la esgrima cubana, capaz de conquistar otras preseas.
Pero si de emociones se trata, el atletismo ha regalado por arrobas para compensar algunas actuaciones que han dejado que desear en el mismo deporte. Por conseguirse en situaciones extremas, como espectaculares podrían denominarse los títulos de la pertiguista Yarisley Silva, quien lo arriesgó todo a un salto y registró una altura que no había logrado en todo el año para llevarse su tercer título panamericano.
En ese mismo sentido se inscribe lo alcanzado por la jovencita Adriana Rodríguez, quien dejó para Lima lo mejor de su vida y se llevó un título impensado en el heptalón, después que su compatriota Yorgelis Rodríguez, campeona defensora y favorita, salió de competencia cuando falló tres veces en la prueba del salto.
No por esperada dejó de ser conmovedora la medalla de oro de la discóbola Yaimé Pérez, quien tuvo que apelar a toda su clase para, en el ocaso de la prueba, desbancar a una brasileña en día de gracia. Aun sin un salto a la altura de lo que lo ha convertido en sensación mundial, al menos en esta ocasión Juan Miguel Echevarría correspondió a los vaticinios en el salto largo.
Estos ejemplos, junto a otros que vimos la semana pasada, son los que confirman que solo con el extra de cada quien se pueden conseguir saldos de este tamaño en una competencia donde en mayoría cada cual va a ofrecer lo mejor de su vida.
Sin hacer mucho ruido, otra disciplina que aporta en este repunte de Cuba en el medallero es la pelota vasca, mientras el remo estaba por conquistar su primer título, aunque ya tenía preseas de otros colores.
Una de ellas llegó por intermedio de la espirituana Milena Venegas, quien en su debut en estas lides ganó bronce en dupla con Rosana Serrano en el doble par remos cortos peso ligero. Otras dos medallas sumó Sancti Spíritus con la plata de los voleibolistas Osniel Melgarejo y Adrián Goide.
Entre las actuaciones meritorias de los yayaberos se ubica la del arquero Adrián Puente, quien fue el único cubano en acceder a semifinales. También la de la ciclista Heidy Praderas, con cuarto lugar en la contrarreloj de la ruta. El luchador Reineris Andreu no pudo acceder a la discusión del título al caer en el segundo combate.
Al cierre de Escambray este viernes, varios deportes pugnaban por sumarse al jolgorio de las emociones, entre ellos la lucha, el judo y el atletismo. Pero a estos juegos les quedan emociones propias y ajenas. Acabe de disfrutarlas.
Ojalá los resultados estén en correspondencia con los sacrificios que el pueblo hace para mantener el nivel deportivo y envíar esa enorme delegación de deportistas y funcionarios a los juegos