Ni siquiera la incertidumbre de la celebración o no de la Serie del Caribe 2019 ha hecho pasar a un segundo plano la polémica sobre la integración de los Leñadores o el Cuba-Tunas que nos pretende representar en el evento.
No es tampoco una exclusividad pues, no hay selección cubana en todos estos años que pueda lanzar la primera piedra en eso de quedar cuestionada por la afición por dejar fuera a este o aquel pelotero o incluir a más de uno sin el suficiente argumento.
De esta versión de turno, tengo, como todos, mis propios criterios, y me toca decirlos. Lo primero es aclarar que, como tónica, todos los equipos que han asistido a las Series del Caribe desde la reinserción del país en 2014 han llevado menos peloteros propios que ajenos y en todos los casos han parecido más elencos Cuba que de las provincias ganadoras del título nacional.
Solo que esta versión de los Leñadores, es la que menos jugadores “auténticos” lleva, aunque para mí no es el peor de los asuntos y es algo en lo que deberíamos pensar ¿Hasta dónde esa invasión de extraños para un torneo tan corto rompe con la dinámica grupal en tan pocos días para aclimatarse? De hecho hasta hoy los hemos llevado y solo hemos ganado una vez con la versión pinareña del 2015.
Lo cuestionable para Pablo Civil, que dice haber tomado él solo la decisión de a quién llevar, son otros puntos. Uno de ellos es convocar a los “contratados japoneses”, por encima de otros, propios o prestados, no sin todos los argumentos aparentes.
Más allá del altercado mediático-comunicativo (del cual nunca existió pronunciamiento oficial) generado por la negativa púbica de Alfredo Despaigne de servir de refuerzo de Villa Clara, que terminó por arrastrar al resto de sus compañeros con la excepción de Oscar Luis Colas, resulta ilógico que tanto él, como Yurisbel Gracial, Raidel Martínez e Ivan Moinelo integren un equipo por varias razones: una es que necesitan descansar del largo periplo japonés al cual retornarán en breve o al menos fue una de las excusas interpuestas por el granmense, además de las lesiones.
Entonces ¿hasta dónde están en forma deportiva estos atletas? Es una pregunta que deberá esperar al torneo por si acaso se da. Lo que ha dicho la historia es que hasta hoy Despaigne poco ha podido aportar tal como lo dice los 198 de promedio ofensivo que acumula. Y no es que no existan opciones. Una puede ser el industrialista Stayler Hernández, líder en jonrones de la campaña y de altísimo rendimiento como refuerzo de Villa Clara o al propio Colas, uno de los mayores talentos cubanos, que además rindió con dos equipos y dio una lección al sumarse como uno más pese al “acuerdo de no jugar en Cuba”, que habían hecho sus compañeros de liga en Japón.
Lo otro es que no creo que tengamos que llevar, cual trofeo mediático, a los atletas contratados a todos los eventos y que los debíamos preservar para torneos más fuertes como los clasificatorios para los Juegos Olímpicos, las propias Olimpíadas o los llamados Super- 12 y en ello incluyo al espirituano Frederich Cepeda, quien, a pesar de su incuestionable calidad, al parecer enseñó síntomas de cansancio en el cierre de la campaña luego de empatar un torneo con otro tanto fuera como dentro.
Tiene este Cuba-Tunas otras incongruencias. Una es la inclusión del receptor industrialista Oscar Valdés, a quien se le advierten cualidades, pero aún por demostrar detrás del home y eso lo dejó bien claro en su paso como refuerzo de Sancti Spíritus en la final.
Y ya que dicen que la Serie del Caribe no es una ruleta de estímulos ¿Qué estamos promoviendo con llevarlo y dejar la receptoría sin anclaje defensivo teniendo la opción de Yulexis La Rosa, por ejemplo? Y lo digo porque muchos recordarán que en más de una Serie del Caribe a nuestros receptores le han robado hasta los zapatos y por ahí se ha ido más de un juego.
Se sabe que en esta como en otras variantes de equipos Cuba, no todos juegan porque son muy pocos los partidos. Entonces en ese caso de llevar a un extraño que se va a añejar en el banco, es preferible estimular y a la vez renovar con quienes se estrujaron la camiseta con Las Tunas, como Rafael Viñales, quien tomó con decoro los arreos cuando Yosvani Alarcón se lesionó tanto este año como al anterior cuando su equipo fue subcampeón. Lo mismo puede ser aplicable para otro propio como Dennis Peña o refuerzos útiles como Erlis Casanova, Leandro Martínez y Yasiel Santoya.
O incluso el joven talento César Prieto, quien le hubiese podido agregar, aunque fuera de emergente, mayor rapidez a un elenco que de pronto puede perder uno de los atributos que lo condujo al título por un cambio brusco de composición donde sobran hombres lentos, sin entrar a analizar qué hacer con tantos potenciales designados.
¿Cuándo y cómo comenzaremos a forjar y preparar talentos que nos harán falta para el después? ¿Por qué insistir con hombres que ya han probado incluso que no rinden extrafronteras cuando existen otras opciones con ganas y motivaciones para hacerlo bien?
Pero si a estímulo, justicia y lógica vamos, una de las mayores exclusiones en este Cuba-Tunas es la del preparador físico de un equipo campeón que si algo tuvo de distinción y fortaleza fue la excelente forma en que se desempeñó en toda la lid y la manera en que llegó a la fase final y eso pasa, indiscutiblemente, por horas de trabajo, pensamiento y terreno bajo la rúbrica de Edesio Pérez, quien se ha ganado el reconocimiento de impartir hasta conferencias en eventos internacionales. Si este no es un equipo Cuba, como se enfoca ¿por qué llevar por encima de él, a Leonardo Goire, quien funge como tal en el equipo nacional?
Esta extraña versión de Leñadores podrá ganar o perder como al fin les ha tocado a sus antecesores, pero de darse como se espera la Serie del Caribe, le toca a este Cuba-Tunas demostrar que, en el terreno, no dejó de ser ese equipo que encantó y sumó por su título contundente.
Un poco de morbo, posibles duelos cubanos vs cubanos.
En Venezuela, por ejemplo, al momento de escribir estas líneas los multicampeones, Leones del Caracas, máximos ganadores con 20 títulos, esperan por el contendiente para la final entre Cardenales de Lara y Navegantes del Magallanes. Aquí, en este contexto, emergen nombres como Rangel Ravelo, Henry Urrutia, Reinier Roibal y Jorge Martínez, como posibles protagonistas y rivales de los tuneros en el torneo.
Por su parte en Republica Dominicana, las Estrellas Orientales ganaron su primer título desde 1968 y el tercero de la historia. En la LIDOM la presencia cubana de los ganadores cuenta con Yuniesky Maya, Yasmany Tomás, Odrisamer Despaigne y Néstor Cortez.
En México, los Charros de Jalisco enfrentan a los Yaquis de Obregón para dar inicio a la gran final. En esta tríada toman acción jugadores como Yoanis Quiala, Yoannis Negrín, Dariel Álvarez, Ronnie Mustelier y Elyan Leyva.
La pelota del Caribe tiene mucha calidad, los equipos juegan como una maquina, ademas para la Serie del Caribe, se suman algunos refuerzos, debido a que algunas «estrellas» declinan participar o tienen limitado el accionar, el nivel continua siendo el mismo, los estrategas saben que hacer, les interesa ganar como equipo.
Sin pesimismo, Cuba-Tunas no tiene nada que hacer alli, este conjunto de nombres, sin quimica , ni cohesion de equipo, no debe llegar a mucho, es la realidad y creeme que soy de los que veo todos los juegos con la esperanza de verlos ganar.
El tiempo dira.
La presión y el deseo de ganar un evento interncional no nos puede llevar a comter todos los desestimulos que Elsa enumera en su excelente artículo. El equipo de Las Tunas que ganó el campeonato, de por sí reforzado con 8 peloteros de otros equipos y provincias, debía ser reforzado a mi entender con lanzadores y una tercera base sin dejar a Denis Peña. El terreno dirá la última palabra si se llega a celebrar la Serie del Caribe.