El 26 de
julio de 2018, al conmemorar el aniversario 65 del Moncada, y el primero de
enero del presente año al celebrar el aniversario 60 del triunfo de la
Revolución, advertí sobre el escenario adverso que se había conformado y el
resurgir de la euforia y el apuro de nuestros enemigos por destruir el ejemplo
de Cuba.
En ambas ocasiones señalé la convicción de que se estrechaba el cerco del
imperio en torno a Venezuela, Nicaragua y Cuba. Los hechos han confirmado
aquella apreciación.
La región que Martí llamó Nuestra América había logrado en tiempos muy
recientes afianzar la independencia regional, en un clima de paz, cooperación y
armonía entre sus Estados miembros. Con el precepto de alcanzar la unidad
dentro de la diversidad, se avanzó sostenidamente hacia la integración, la
complementariedad y el concierto entre todos para solucionar los problemas
económicos y sociales de nuestros pueblos.
Se declaró a América Latina y el Caribe como Zona de Paz y se progresó también
en el propósito de alcanzar una relación más respetuosa con los vecinos del
norte.
El escenario hoy es otro. El actual Gobierno de los Estados Unidos y su
ambición hegemónica hacia la región, plantean la amenaza más perentoria de las
últimas cinco décadas a la paz, la seguridad y el bienestar de Latinoamérica y
el Caribe.
En pos de los objetivos de dominación se orquestaron a lo largo de varios años
golpes de Estado, en un caso militar y en otros de corte parlamentario, para
despojar del poder a presidentes progresistas y, en evitación del ascenso de
líderes de izquierda, se impidió su participación en las elecciones mediante
campañas mediáticas y oscuras causas judiciales. Precisamente, el pasado
domingo se cumplió un año del injusto encarcelamiento del compañero Inácio Lula
da Silva, cuya libertad demandamos.
Desafortunadamente, hay gobiernos y fuerzas políticas que de modo irresponsable
acompañan al imperialismo en esta belicosa escalada.
El asedio incesante contra la hermana República Bolivariana de Venezuela, con
el uso de métodos de la guerra no convencional y la asfixia económica, es el
principal foco de agresión, sin embargo, la amenaza nos concierne a todos.
El Gobierno venezolano y el pueblo chavista están escribiendo páginas
admirables de resistencia. En suelo bolivariano se define hoy si es verdad que
las naciones latinoamericanas y caribeñas tienen derecho a la libre
determinación, si el poder soberano descansa en el pueblo o en un gobierno
extranjero, si resulta aceptable que un país poderoso determine quiénes son los
gobernantes de un estado independiente, si las normas y principios por los que
se rige la Organización de las Naciones Unidas tienen valor real o son letra muerta,
si los pueblos de la región permanecerán pasivos ante el arrebato del poder
soberano en una nación hermana o responderán en repudio al crimen.
Ratificamos desde este Parlamento la firme solidaridad y apoyo a la Revolución
bolivariana y chavista, al presidente Nicolás Maduro Moros y a la unión
cívico-militar de su pueblo.
A los más de 20 000 colaboradores cubanos, el 61 % de ellos mujeres, que se
encuentran cumpliendo misión en Venezuela les trasmito nuestro profundo
reconocimiento por su compromiso y consagración en la noble y profundamente
humanitaria tarea que realizan al servicio de las familias de esa hermana
nación.
FUENTE: FRAGMENTO DEL DISCURSO PRONUNCIADO POR EL GENERAL DE EJÉRCITO RAÚL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO, EN LA SEGUNDA SESIÓN EXTRAORDINARIA DE LA IX LEGISLATURA DE LA ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR, CON MOTIVO DE LA PROCLAMACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA, EL 10 DE ABRIL DE 2019.
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