Nos quieren cortar la luz, el agua y hasta el aire para arrancarnos concesiones políticas, cuándo acabarán de entender que la heroica familia cubana es capaz de enfrentar los peores asedios y seguir avanzando sin que nada ni nadie pueda impedirlo, aseguró el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la Plaza de la Patria de Bayamo, durante el acto central por aniversario 66 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
El mandatario denunció ante el pueblo de Cuba y el mundo que la administración de Estados Unidos ha comenzado a actuar con mayor agresividad para impedir la llegada de combustible a la isla: hoy tratan de impedir por todos los medios el arribo a puertos cubanos de los tanqueros, amenazando verbalmente a las compañías navieras, a los gobiernos de los países donde están registrados los buques y a las empresas de seguro, precisó.
El plan genocida es afectar aún más la calidad de vida de la población, su progreso y paralelamente acusar al gobierno cubano de ineficaz; buscan un estallido social, dijo, y reiteró una frase que por estos días ya se hace casi consigna en el país: No, no nos entendemos, como la concreción en la práctica de la voluntad popular de no dejarnos presionar y amenazar, de resistir sin renunciar al desarrollo.
El mandatario recordó que el delito por el que se nos castiga es que nuestros padres tuvieron la osadía de acabar con el abuso y recuperar lo que se le había arrebatado a la nación una y otra vez a los largo de siglos, en primer lugar, la tierra comprada por transnacionales yanquis al ridículo precio de seis dólares la hectárea.
Solo el dictador Fulgencio Batista, tenía en 1958 distintos grados de propiedad sobre nueve centrales azucareros, varias emisoras de radio, una televisora, periódicos, una fábrica de materiales de la construcción, diversos inmuebles urbanos y rurales; y poco más de 500 personas eran los dueños del país, quienes se marcharon tras el triunfo de 1959.
Fueron esas propiedades las que confiscó la Revolución, dijo el mandatario cubano y agregó cómo Cuba llevó adelante también un legal proceso de nacionalizaciones, durante el cual negoció indemnizaciones con otros gobiernos, pero no con el de Estados Unidos que se negó a hacerlo soñando que dentro de poco tiempo podría recuperarlo todo por la fuerza.
Aquellos que se creían dueños de Cuba, negados a perderla desataron desde entonces esta guerra no declarada que ha hecho breves pausas paro no ha tenido fin, comentó el mandatario cubano y agregó que para dar la legalidad que no tiene a esta confrontación crearon la Ley Helms -Burton, engendro jurídico con afanes imperiales de dominio, una ley sin poder alguno sobre Cuba.
Me permito advertirles que los descendientes de aquella caballería mambisa y campesina que tomó la Plaza en 1959 para saludar a la Revolución victoriosa heredó la tierra y los machetes de sus antepasados y no dudaría en utilizarlos bien afilados contra quienes intenten arrebatarle la tierra que se les entregó, aseguró el mandatario.
Díaz-Canel ejemplificó el recrudecimiento del cerco norteamericano contra Cuba con las más recientes cifras: solo en el último año, de marzo de 2018 a abril de 2019, el bloqueo provocó pérdidas por valor de 4 343 millones de dólares.
Y mencionó las restricciones impuestas que limitan los viajes, prohíben el atraque de cruceros, refuerzan el cerco financiero, impactan directamente al turismo y endurecen la persecución financiera como las causas fundamentales del desabastecimiento de alimentos y combustibles, de las dificultades para adquirir piezas de repuesto para sostener al sistema electroenergético nacional que se han presentado durante los últimos tiempos y se están enfrentando creativamente con la férrea voluntad de resistir y vencer de los cubanos.
Miguel Díaz-Canel Bermúdez retomó la antológica frase del Che cuando aseguró que “Al imperialismo, ni un tantico así”, una enseñanza permanente de la Revolución; e insistió en el deber de pensar como país, espantar el egoísmo, la vanidad, la desidia, las chapucería y el no se puede.
Todos tenemos el deber de cuidar como niñas de nuestros ojos las costosas inversiones emprendidas en el transporte, la industria, las comunicaciones y otras áreas. El gobierno y los ciudadanos deben impedir que se maltrate, ensucie, descuide lo que tanto costó adquirir —recabó el mandatario—, y agregó que para sostener el incremento de salario y todas las medidas de beneficio social que sea posible es preciso producir más y elevar la calidad de los servicios.
Nuevas medidas propuestas por el pueblo deberán aprobarse en las próximas semanas y meses, anunció el mandatario, vamos por más no es una consigna, es la traducción al lenguaje de gobierno de la respuesta política al enemigo, a quienes quieren robarnos la tierra, las escuelas, los hospitales, las fábricas, los aeropuertos, las playas…
Casi al final de su discurso, el Presidente cubano reconoció lo apreciado durante sus recorridos por la provincia Granma, donde se lograron resultados económicos y sociales importantes, con avances innegables en los diferentes sectores.
Por último definió con palabras del recientemente fallecido poeta Roberto Fernández Retamar lo que somos y estamos construyendo en esta isla, la alegría de un país que cada día va por más para seguir erigiendo una nación a la medida de nuestros sueños.
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