Por más bazucas que encañonen al Aedes aegypti, por más vasijas que le sequen, por más gardeo que le monten… vuela y vuela, y pica. Tanto, que de unos años a la fecha, la provincia —como otras del país— ha tenido que aprender a convivir con un vector al que, hasta hoy, no se le cortan las alas.
Enero se ha estrenado con más de 290 focos y con trasmisión de dengue en las áreas 1 y 2 de Trinidad. Tal panorama, al menos en el sureño municipio, se debe —lo confirma el doctor Pedro Enrique Rodríguez González, director del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología— a que persisten inadecuadas condiciones para el almacenamiento de agua, al trasiego constante de personas y a la aún escasa percepción de riesgo.
“Los tanques bajos continúan siendo los depósitos donde mayormente aparecen los focos —señala Rodríguez González—. Hoy el índice de infestación está en 0.41, por encima de los parámetros permisibles”.
De acuerdo con la propia fuente, “los casos de dengue se corresponden con el serotipo que está circulando y no han tenido mucha complicación”.
Aun con los déficits de operarios en plantilla, las acciones se estratifican según los riesgos, teniendo en cuenta las manzanas más riesgosas, y se mantienen otras labores como el autofocal intra y extradomiciliario.
Dada la posición geográfica en la que se hallan los municipios de Sancti Spíritus, Cabaiguán y Jatibonico se contemplan como de riesgo y allí se realizan también otras tareas de vigilancia y saneamiento.
“En estos tres lugares se aplican las medidas preventivas para minimizar todos los riesgos que puedan aparecer”, asegura Rodríguez González.
Un miserable mosquito atrapado en un tanque de agua no es el problema de la higiene y la epidemiología. La falta de pensamiento epidemiológico es la principal falla institucional y profesional. Los grandes criaderos de mosquitos pululan debajo de nuestra calles en el alcantarillado semiobstruido, y mal operado, vigilado y tratado. Revisen las cañadas que circulan llenas de desperdicios latas, jabas, pomos, basura. Metanse de verdad en los patios de las manzanas con la intención verdadera de sacar los puercos del pueblo, sin complicidad. Hagan su trabajo de verdad.
Lo que no dice el doctor Pedro Enrique Rodríguez González, director del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología es de la falta de profesionalidad de sus operarios, que acaban de fumigar y solo se siente el olor a petróleo, porque parece que el otro producto no aparece o desaparece, resulta que los mosquitos vuelan delante y después del fumigador y no sufren ni dolor de cabeza y para que hablar de que los fumigadores no traen identificación, solo el uniforme en algunos casos, sin carné, no firman el visto, en otras ocasiones lo firman te dicen vengo ahora y desaparecen, y de los tanques bajos se habla, pero hay tanques altos sin tapa y nadie se entera, Oye na´amigo que la falta de percepción del riesgo no es solo de la población , es también de los encargados de hacer cumplir lo indicado, que no debe ser desde una oficina, sino en el terreno, porque los fumigadores tienen bajo nivel cultural y a eso se les perdona, pero los otros, los de arriba casi siempre son universitario. Unámonos todos para combatir el vector, no limpiemos la casa y botemos la basura para afuera, tenemos que ser críticos, eso es bastante fácil, pero autocríticos, eso nos falta.