Seguramente, algunos lo consideran un vive bien que se aprovecha del cargo para no bajarse del auto y comer carne todos los días. Sin embargo, otros admiran con sinceridad sus artes para mandar, la exigencia y esa laboriosidad porfiada que lo acompaña aún con 78 cumplidos. En medio de ese fuego cruzado ha transcurrido la vida de José Azcanio Ruiz, el cuadro principal en activo más longevo del territorio, quien se ha desempeñado durante 55 años en diferentes cargos de dirección.
Su oficina actual en la Empresa Cárnica, donde ha gobernado ya por más de dos décadas, lo muestra simple, con muebles sencillos, una computadora y en la pared apenas el cuadro con la foto de Fidel. Habla bajo y parece tener una filosofía para todo. Pocos saben cuándo y por qué permutó su nombre de pila por el seudónimo de Pillo, un apodo tan informal que a simple vista no se le parece.
“Ese sobrenombre me lo puso mi mamá. Hasta los 10 años por ahí yo hacía cosas que no se podían hacer, era muy malo en las bolas y cuando iba perdiendo hacía arrebatos, se formaban las fajazones y ella me decía: ‘Oye, pillo, ¿por qué tú haces eso?’. Después de los 12 años, que empecé a trabajar, fui creando una formalidad, pero ya no había quién me quitara aquel nombre. No me molesta por quien me lo puso, fue la vieja. Tengo la satisfacción de haber tenido dos padres lindos, tuve muy buenos ejemplos de ellos”.
Usted era un buen zapatero allá en su Remedios natal, ¿por qué cambió un oficio tan sencillo por la muchas veces ingrata responsabilidad de dirigir?
“Antiguamente los padres lo que querían era que uno aprendiera un oficio. Hoy queremos que nuestros hijos sean universitarios. Y aprendí el oficio de zapatero, que no era tan lucrativo, pero me gustaba. Luego triunfó la Revolución, yo era muy joven, había participado en manifestaciones estudiantiles y luego estuvimos en el Escambray. Después empezaron las movilizaciones y otras propuestas de trabajo, yo no quería ir, pero me comprometieron. Un amigo zapatero me dijo: ‘Vete para ahí, que aquí vas a ser zapatero nada más y allá vas a desarrollarte’. Además, llegó un momento en que vi que era necesario, me convencieron y abracé la dirección”.
Para el año 1975 ya José Azcanio había dirigido en la fábrica de calzado y en los servicios comunales de Remedios, en el Poder Local de Zulueta y Vueltas, en el Partido de Camajuaní, Mayajigua y Caibarién; pero quizás lo menos que imaginaba era que vendría a regir en Sancti Spíritus.
“Yo no decidí eso, decidieron por mí. Cuando la División Político Administrativa, Arnaldo Milián dijo: ‘Los cuadros de Caibarién van para Sancti Spíritus’. Solo había venido aquí a los carnavales. Cuando entré me dio un apretón así en el pecho porque la carretera estaba estrechita, ahí por la base militar había un charco de agua y dije: caballero, ¿en qué he caído?, pero bueno, pa’lante el carro. La primera tarea que me dieron fue dirigir los carnavales para que la gente me conociera porque yo venía para el Poder Popular”.
Pero, a pesar de ese sobrecogimiento inicial, usted se quedó para siempre, ¿cómo recuerda aquellos tiempos fundacionales?
“El trabajo te traga, te olvidas de esas cosas, lo que quieres es que todo salga bien. Remedios se parece mucho a Sancti Spíritus, son pueblos humildes donde la gente es agradable, cariñosa, eso influyó también. Me eligieron vicepresidente de la Asamblea Provincial, ahí había mucha gente buena, trabajadora. Se hicieron muchas cosas. Todos esos años ayudaron mucho a mi formación. Luego me pasaron a presidente para el municipio cabecera por una cantidad de problemas que había. Allí estuve 10 años. Esta lucha de cuadros es difícil, hay cuadros que simpatizan contigo, pero hay otros que no simpatizan y cuando te pueden poner una podrí’a, como dice la gente en la calle, te la ponen. Tuvimos una discusión y me fui.
“El cuadro tiene que respetarse, no puede cuidar puesto, cuando tú no te respetas y cuidas puesto te conviertes en un cachanchán. Después fui para Gastronomía. Al poco tiempo dijeron que me iban a sacar, me fui para la casa y empecé a buscar trabajo. Comencé en Materias Primas, luego me hicieron propuestas hasta que acepté el Cárnico y llevo 22 años aquí”.
¿Qué le reprocha y le agradece a esta tierra, a donde usted llegó para quedarse?
“A Sancti Spíritus no le reprocho nada, yo tengo un metí’o con Sancti Spíritus del carajo, la quiero, la amo. Estuve 10 años tratando de mejorar esta ciudad, la rejuvenecimos, ahora se ha hecho más. Esta es una ciudad bella que lo abarca a uno, a veces salgo a dar una vuelta. Le agradezco que me ayudó a formar una familia y me ha dado vida. Sancti Spíritus para mí es oxígeno, me ayuda a vivir”.
Consciente de que muchas veces —con o sin razón—, los dirigentes se mantienen en la picota pública, en su ya larga carrera como jefe José Azcanio define al vuelo, sin pensarlo mucho, algunas cualidades que considera imprescindibles en el arte de mandar.
“Yo digo que el cuadro es una vidriera, el pueblo te está mirando, por eso tienes que tratar de que esa vidriera esté limpia, aunque es posible que se desarregle un poquito. Van a hablar mal casi siempre, pero por cosas que son injustas, no es lo mismo que hablar con razón. En esta empresa a veces paso pena, la gente viene a buscar un pedazo de carne porque tiene un problema, yo aquí no puedo darle nada a nadie, le digo que le voy a resolver algo, pero que esa no puede ser la vía. Después quieren volver y es difícil, más en la situación actual. Pero tú no puedes burlarte de la gente, tienes que convencerlos de por qué no les puedes dar lo que necesitan”.
¿Cuáles considera sus principales cosechas y qué deudas le quedan pendientes en la Empresa Cárnica?
“Nosotros hicimos una empresa nueva en el medio del período especial. Me siento bien, me he realizado aquí porque siempre me gustó la industria. Hemos hecho muchas cosas, me faltan dos o tres por hacer. Nos falta el matadero, ya se aprobó para comenzarlo este año; queda la higiene de los productos, estamos trabajando con la inocuidad. Esta hoy en día es la mejor empresa cárnica de Cuba”.
Sin embargo, no pocos espirituanos cuestionan la calidad de algunos de sus productos más comercializados, como el picadillo y la mortadella.
“Hemos ido mejorando la canasta básica. Lo que pasa es que siempre es lo mismo. Tenemos que ganar en calidad y en variedad, hoy las personas tienen muy pocas opciones en la canasta básica. El problema es que diversificar lleva recursos. Si por mí fuera lo hiciéramos mañana mismo, pero no existe la posibilidad, en este momento no tenemos materia prima. Todo está en la situación económica, es muy difícil”.
En esta empresa han ocurrido importantes delitos, incluso juzgados por los tribunales, ¿cómo ha logrado salir ileso?, ¿de qué forma ha asimilado esos duros golpes a su autoridad, a su credibilidad y entrega de todos los días?
“El delito es lo que más lo atormenta a uno, te avergüenza y te saca del paso. Cuando vine para acá, la situación del matadero era deprimente, allí el robo era una cosa escandalosa. No es lo mismo la situación actual que la de antes. Hoy existe un sistema de control, los planes de prevención, tengo una persona para que lleve eso en cada lugar, pero es difícil porque hay gente que no aguanta. No es todo el mundo. No hemos tenido situaciones críticas con los cuadros. También hemos mejorado la atención a los trabajadores. Hay que ayudar a la gente para que no tenga que dar un mal paso. Pero si lo quieren dar para enriquecerse, hay que cogerlos. El delito ha disminuido, antes eran 15 o 20 hechos y el año pasado fueron dos”.
José Azcanio se levanta temprano cada día y visita con frecuencia todas sus unidades. A pesar de llevar un estilo de vida saludable, desde hace unos años lidia con una enfermedad oncológica que lo obligó a recibir casi 40 radiaciones en Santa Clara, adonde viajaba al amanecer para no faltar ni una sola jornada. Bien exigente consigo y con los demás, no permite el incumplimiento ni la mentira, aunque muchos lo consideran un jefe muy humano, que lo mismo se ocupa de un enfermo que de cualquier problema de sus trabajadores.
Últimamente la hipertensión y la diabetes también han comenzado a hacer sus estragos, pero aún no ha pensado en la jubilación, a pesar de que seguramente Teresa, su compañera de matrimonio durante 55 años, o sus tres hijos, se lo hayan sugerido alguna vez: “Tengo una familia bella, una mujer muy preocupada. Tengo tres hijos que estudiaron en la universidad y unos nietos muy bonitos. Somos una familia revolucionaria. Siempre digo que lo más difícil que tiene el ser humano cuando nace es crear una familia”.
¿Qué virtudes le parecen indispensables en un cuadro y cuáles defectos no resultan compatibles con un buen jefe?
Es una necesidad atender al trabajador, el que no atiende a los trabajadores no puede tener éxito porque no está atendiendo lo fundamental de la empresa. Un cuadro tiene también que ser revolucionario. A veces pienso en la definición de Fidel de Revolución, así tiene que ser uno. Tampoco se pueden hacer las cosas impuestas, hay que tratar de convencer, no de vencer, hay que pensar siempre en el trabajador, en el pueblo.
La dirección es un arte, hay artistas que se respetan y otros, no. El cuadro tiene que ser como un atleta, como un boxeador, tiene que estarse moviendo siempre, que estar pensando qué hacer y cómo lo va a hacer porque el boxeador que no se mueve en el ring lo noquean. El cuadro que no está creando siempre, no va a perdurar porque lo más malo que hay es un cuadro para’o.
Un cuadro nunca debe serdéspota con un trabajador, quien sea déspota con un trabajador no merece ni ser cuadro. Tiene que ser humilde. Si no le llegas a la gente es difícil que te quieran, haga lo que tú quieres o se sienta bien en el centro. Hay que ligarse con la gente, el cuadro que no se ligue con los trabajadores no llega a viejo. Esa liga es la perfecta para tratar de tener un buen resultado.
Valioso artículo que revela y exalta las virtudes de cuadros meritorios. Seguramente este cuadro no piensa como algunos que prefieren salvarse ellos primeros que al chofer si hay accidente.
No creo q se hagan pocos trabajos como este.Roque,si asi fuera,la explicación a mi juicio es sencilla.No existe muchos Ascanio.Particularmente yo no conozco muchos como él.
Felicidades a Mariluz por esta entrevista.Honra,honra.
La actitud comunista ante la vida, es mostrar con el ejemplo el camino a seguir. Azcanio es un cuadro que ha dedicado a su vida al trabajo. Su consagración, exigencia y resultado hacen que sea ejemplo a seguir por los directivos empresariales.
Nadie es pefecto, todos tenemos defectos y virtudes, los agradecidos ven las virtudes, los que critican ven sus defectos, al final vence la verdad y la justicia.
Del sol algunos ven sus manchas, otros en la cual me incluyo ven la importaciaque tiene su luz para el desarrollo de nuestra naturaleza
muchas felicidades mi hermano creo q eres de los hombre q siempre trata de hacer mas de lo q puedes y esos son los q se convierten en imprecindibles felicidades tambien a la periodista q pocas veces hacen este tipo de trabajo
Pillo, pero lo que hacen falta son cuadros como tú, que tomen tu ejemplo, que dirijan con verguenza, que no cuiden el puesto, que se bajen del carro que vivan como cualquier ciudadano común.
Ratifico usted es un ejemplo de cuadro
Excelente trabajo Mary Luz. Muchísimas Felicidades!!!
Bien merecido ese trabajo a Azcanio, «Pillo» , ese espirituano por adopción que ha hecho mucho por nuestra provincia desde que comenzó en el gobierno.
Llegue a sus familiares mi humilde felicitación por contar con un hombre y un padre ejemplar , por ser un jefe de pueblo, por atender a todos con tanta humildad y amabilidad.
Mucha salud , larga vida para que pueda seguir haciendo en el terruño por los espirituanas y las espirituanas y porque siga siendo un referente para todos los cuadros en la provincia . Llegue a él y toda la familia un beso desde Tenerife , Islas Canarias