El libro, en el que se puede encontrar desde el primer músico nacido en Cuba que llegó a México hasta las primeras grabaciones que hicieron artistas mexicanos, fue presentado en la Feria de Cali, Colombia
La riqueza autóctona de la música cubana en el disco y cine mexicanos llega ahora gracias a la maestría narrativa de Gaspar Marrero Pérez-Urría, un hombre que sabe cómo desafiar los límites geográficos conducido por las historias de las melodías.
“En agosto del 2017 recibí la visita de la yayabera Yamile Arrieta, quien es la jefa editorial del Centro Universitario de Lagos de Moreno, porque bucaba mi libro Roberto Faz, sonero de Cuba, texto que, lamentablemente, no se ha comercializado en Sancti Spíritus, y cuando ella lo revisa me propone hacer algo relacionado con la música mexicana y cubana”, rememora.
Suficiente incentivo para que este investigador incansable sobre todo lo relacionado con nuestro pasado musical hurgara exhaustivamente en la cantidad de grabaciones que hicieran alusión a la isla en las interpretaciones de artistas mexicanos, hasta la irrupción de cantantes y agrupaciones cubanos en los estudios de grabación o en el plató de las productoras cinematográficas del país azteca.
“Cerca de 4 000 referencias encontré en 60 años de una historiografía amplia, original y propia”, enfatiza el autor de otras propuestas literarias como La orquesta Aragón.
Nació así, el libro Rico vacilón: Cuba en la fonografía musical mexicana (1897 y 1957), presentado recientemente en el Vigésimo Séptimo Encuentro de Melómanos y Coleccionistas de la XLI Feria de Cali, importante y reconocido evento de Colombia.
“En sus 460 páginas se pueden encontrar desde el primer músico nacido en Cuba, que llegó a México en el siglo XVI, hasta las primeras grabaciones que hicieron artistas mexicanos, la gran mayoría realizadas en Estados Unidos. La primera de ellas en que hay una referencia a nuestra nación es la habanera La paloma, de Sebastián Iradier Salaverri”, añade Marrero Pérez-Urría.
En ese rastreo de vínculos musicales entre ambos países también se puede disfrutar de una cronología discográfica hasta 1957, cuando se produce —como opina el autor— el clímax de la fiebre del chachachá, “el último género cubano con fama internacional”, apunta.
“No es un libro completo porque los mismos coleccionistas van encontrando más referencias. Quizás dentro de unos años haya que hacer una reedición, pero aumentada. Por supuesto que será muy complicada su publicación, pues ya está bastante voluminoso, pero podrá ser, tal vez, asumido desde el formato digital, desde el cual actualmente también esta primera edición se comercializa”, comentó.
La riqueza encontrada en estas pesquisas no ha saciado la sed infinita por la historiografía de este habanero aplatanado en la ciudad del Yayabo, donde además hace radio como locutor y guionista.
“Ya estoy pensando en una segunda parte que iría a la inversa de esta: la música mexicana en el disco y el cine cubanos”, acotó.
Y es que ambas naciones se abrazan desde muchos sentidos. Por ejemplo, en el caso del bolero el país azteca tuvo un papel preponderante como cultivador de ese género y en el desarrollo de la industria fonográfica, lo que posibilitó que muchos compositores, intérpretes e instrumentistas cubanos encontraran allí, y particularmente en el sello Peerless, un total apoyo.
Todo ello se fraguó en las décadas de los 30, 40 y 50 ya que la mayoría de las producciones musicales de esa industria presentaban a Cuba en mercados internacionales.
Y aunque esta publicación con sello de la Editorial CULagos, de México, salió a la venta por vez primera en la reciente Feria Internacional del Libro de Guadalajara, una de las más importantes del mundo, su muestra en el referido evento colombiano significa mucho para la promoción de la obra.
“Desde hace 27 años en la Feria de Cali se reúnen melómanos coleccionistas, un movimiento muy fuerte en esa nación, a quienes les resulta muy apetecible este tipo de propuesta”, opinó.
Gaspar Marrero Pérez-Urría, autor de varias ponencias en diversos eventos científicos nacionales e internacionales, es considerado entre las voces imprescindibles de los programas radiales especialmente referidos a la música popular. Sus trabajos son referente obligado de las nuevas generaciones de investigadores de la música, musicólogos y musicógrafos.
“Me llamó la atención, recientemente, que sobre la Sonora matancera se han escrito alrededor de 10 libros, pero ninguno por un cubano. Todos desde un enfoque anecdótico y no de análisis y valoración. Esa grieta hallada me ha convocado a realizar otra investigación que tome como pretexto esa agrupación. La ubicaré en la escena y sus grabaciones estarán en el espectro sonoro que se escuchaba en Cuba en ese período”, concluyó.
Con esa pasión infinita Gaspar Marrero ha vuelto a la carga investigativa para una vez más regalarle al mundo obras que desnudan la utenticidad de la música cubana, inconfundible en el pentragrama internacional.
Muchas FELICIDADES para Gaspar, que verdaderamanete se ha convertido en inspiración para las nuevas generaciones de investigadores musicales, dentro de los cuales me incluyo.
Muchas felicidades, querido Gaspar!! Admiro mucho tu obra y tesón y profesionalidad que pones en ello. Un abrazo!
Felicito sinceramente al profesor de matemáticas devenido en experto del pentagrama popular cubano; ha cambiado el compás y la regla por los acordes y melodías criollos, sin abandonar la locución.
Estrecho su mano.