Síntoma de la ineptitud de sus dirigentes para lograr el necesario consenso en los temas más acuciantes de la sociedad, los españoles se sumergen este domingo en unas nuevas elecciones generales, las terceras en menos de cuatro años.
Esa ha sido la tónica desde los comicios de diciembre de 2015, que pusieron fin de manera abrupta al bipartidismo de varios decenios sustentado en dos grandes partidos, el Socialista Obrero Español (PSOE) y el Popular (PP).
Bajo esa premisa, los ciudadanos aprovecharon la jornada de reflexión de este sábado para meditar su voto en las legislativas de este domingo, consideradas las más disputadas e imprevisibles desde la restauración de la democracia en 1977.
Después de dos semanas recorriendo la geografía de este país para movilizar el sufragio, los candidatos cerraron el viernes sus respectivas campañas, centrados en los futuros pactos postelectorales ante la certidumbre de que será imposible gobernar en solitario.
Casi 37 millones de electores están llamados a las urnas este 28 de abril, en una contienda cuyos resultados -vaticinan las encuestas- dejarán una mayor fragmentación en el Parlamento, lo que complicará la gobernabilidad.
De confirmarse esa premonición, ninguno de los cuatro principales partidos con representación parlamentaria conseguirá la mayoría suficiente, por lo que una vez más serán imprescindibles los acuerdos para evitar el riesgo de bloqueo político.
Una situación que ya ocurrió en la justa de 2015, que debió repetirse en junio de 2016 precisamente por la incapacidad de la clase dirigente para alcanzar la concertación que requería el momento.
Los comicios de hace poco más de tres años marcaron la ruptura de esa alternancia en el poder entre los conservadores del PP y los socialdemócratas del PSOE, con la irrupción del izquierdista Podemos y el liberal Ciudadanos (Cs).
La inestabilidad que comenzó entonces pudiera agudizarse a partir del próximo lunes con la previsible entrada en el Congreso de los Diputados -la cámara encargada de investir al futuro presidente del Gobierno- del partido de extrema derecha Vox.
Durante sus mítines de cierre de campaña, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, llamó a los españoles a impedir el ascenso de Vox, que estremeció el tablero político de esta nación europea y con el cual el PP dirigido por Pablo Casado estaría dispuesto a gobernar.
‘La frontera entre el avance y la involución puede ser un voto o un escaño y es importante que no nos confiemos’, arengó a sus simpatizantes el actual jefe del Ejecutivo, a quien todos los sondeos dan como favorito.
Para ilustrar ese eventual escenario recordó que nadie esperaba las victorias de Donald Trump en Estados Unidos, la de Jair Bolsonaro en Brasil o el reciente resultado de la ultraderecha en Finlandia, donde estuvo a punto de superar a los socialdemócratas.
Casado abrió el viernes por primera vez la puerta a gobernar con la extrema derecha, si tiene posibilidades de convertirse en presidente del Gobierno.
El máximo dirigente de los ‘populares’, la fuerza dominante en la derecha española desde 1982, iría así más allá del modelo aplicado en Andalucía, región en la que los conservadores asumieron el poder junto a Cs con el sostén de Vox, formación encabezada por Santiago Abascal.
Como en esa sureña comunidad autónoma, otrora bastión del PSOE, el objetivo de esa alianza del PP con el partido de Abascal sería frenar una administración progresista conducida por Sánchez y respaldada por Unidas Podemos.
Todas las encuestas sitúan a los socialistas como primera agrupación en la estratégica Cámara Baja, pero sin la mayoría absoluta (176 de 350 escaños) para formar gabinete con sus propias fuerzas.
Detrás se ubicarían, el PP, Ciudadanos y Unidas Podemos -alianza progresista integrada por Podemos, Izquierda Unida y otros partidos, que de esa manera perdería su condición de tercera agrupación política lograda en 2016.
Como novedad, las encuestas indican que Vox conseguirá por primera vez representación parlamentaria a nivel nacional, lo que fragmentaría aún más la composición del Parlamento.
Supondría el regreso de lleno de la extrema derecha, sin presencia sustancial en España desde la muerte del dictador Francisco Franco en 1975.
Ganaron los radicales de izquierda ( PSOE, centro izquierda y POdemos, extrema izquierda ) Pero tambien VOX , de extrema derecha da la sorpresa. De no haber tenido diputados en el Congreso, llega por vez primera a la arena nacional con 24 diputados. Lo unico que nos falta es que comiencen a tirarse los trastos, porque los radicales a veces son violentos hasta en la politica. Veremos pronto «pan y circo» en «la carrera de San Jeronimo».
Buen articulo en general, contrastado en datos y ajustado a la verdad. Solo una salvedad, que Podemos es un partido no de izquierda, sino de extrema izquierda, que no es lo mismo. Fueron muy precisos cuando dijeron que Vox es de extrema derecha. Los partidos extremistas nacen y florecen cuando los partidos tradicionales, como PP y PSOE, no ofrecen alternativas a sus votantes y terminan defraudando. Entonces los votantes se lanzan al vacio votando por partidos extremistas y radicales, como Podemos y VOX.