«Fidel viaja al futuro, regresa y lo explica», afirmó años atrás Abdelaziz Bouteflika. El entonces presidente de Argelia, impresionado por los análisis y la facultad de adelantarse a los acontecimientos del líder del Revolución Cubana, resumió en esa frase su admiración por el estadista amigo.
Fue precisamente un colega quien por estos días nos indujo a releer una de las Reflexiones que el Comandante en Jefe publicara en este diario, en la que quedaban expuestos su discernimiento y previsión sobre los problemas del mundo.
Tan temprano como el 30 de abril de 2008, a las 9:50 p.m., Fidel firmaba, bajo el título de «Una prueba de fuego», las Reflexiones que llevaban en sí una premonición relacionada con el posible futuro de Bolivia, lamentablemente cumplida en nuestros días.
«Cuando de todas partes del mundo llegan noticias escalofriantes sobre la escasez y costo de los alimentos, precio de la energía, cambios climáticos e inflación, problemas que por primera vez se presentan al unísono como cuestiones vitales, el imperialismo se empeña en desintegrar a Bolivia y someterla a trabajo enajenante y hambre».
Así comenzaba el conciso análisis sobre las pretendidas intenciones de Estados Unidos para someter a la hermana nación y apoderarse de sus recursos. Con antelación de 11 años y ocho meses respecto al momento actual, Fidel afirmaba que «…en ese país, con los oligarcas de Santa Cruz a la vanguardia…, el plan yanqui, pérfidamente concebido, es utilizar algunos sectores militares antipatriotas para librarse de Evo en aras de la unidad, algo que al apropiarse las transnacionales de las ramas productivas básicas, sería meramente formal. La consigna del imperialismo es castigar y deshacerse de Evo».
También en clara síntesis, la conclusión a la que llegaría el Comandante en Jefe sería un llamado de alerta a los países de Nuestra América.
«Por no prever y meditar sobre los factores que conducían a una profunda crisis internacional, ¡sálvese quien pueda! parece ser el grito que se escucha en muchas partes del mundo.
«Para los pueblos y gobiernos de América Latina será una prueba de fuego. Para nuestros médicos y educadores, cualquier cosa que ocurra en el país donde desempeñan su noble y pacífico trabajo, también lo será. Ellos, ante situaciones de peligro, no abandonarán a sus pacientes y alumnos».
Las situaciones por las que hoy atraviesan Bolivia, Chile y Colombia, unidas al incremento de las presiones de Estados Unidos para eliminar los procesos revolucionarios en Venezuela, Nicaragua y Cuba, confirman el vaticinio de Fidel de que nuestros pueblos enfrentarían una prueba de fuego.
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