La estrategia del presidente Donald Trump de aplicar aranceles a las importaciones para proteger a los fabricantes norteamericanos resultó contraproducente y provocó pérdidas de empleos y precios más altos, indicó hoy un estudio sobre el tema.
Aaron Flaaen
y Justin Pierce, economistas de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos,
señalaron en un análisis acerca de la política arancelaria del mandatario que
los gravámenes implementados desde 2018 estuvieron asociados a reducciones en
el empleo manufacturero y aumentos relativos en los precios al productor.
El estudio, citado por el sitio digital de información financiera MarketWatch,
arrojó que, si bien las tarifas defendidas por el jefe de la Casa Blanca
redujeron la competencia para algunas industrias en el mercado norteamericano,
tuvieron más peso los efectos del aumento de los costos de los insumos y los
aranceles de represalia adoptados por otras naciones.
Según el análisis de los expertos de la Fed, los efectos a largo plazo de estos
gravámenes podrían llegar a diferir de los estimados actuales, pero los
resultados mostraron que, hasta ahora, las tarifas no han llevado a una mayor
actividad en el sector manufacturero del país.
La investigación apuntó que las industrias más afectadas por los aranceles de
represalia y las subidas de precio fueron las de medios magnéticos y ópticos;
artículos de cuero; láminas de aluminio; hierro y acero; vehículos de motor;
electrodomésticos; aserraderos; equipos de audio y video; pesticidas; y equipos
informáticos.
En su análisis los investigadores no midieron los efectos que provoca sobre la
confianza empresarial la incertidumbre generada por la política comercial
estadounidense.
Sin embargo, según MarketWatch, muchos economistas estiman que las dudas
provocadas por la estrategia del gobierno de Trump en esta área son el
principal motivo detrás de la disminución de la inversión empresarial este año.
La administración comenzó con su controvertida política arancelaria en marzo de
2018, cuando aplicó tarifas al acero y el aluminio importado desde muchas
naciones.
Posteriormente, el jefe de Estado escaló ese tipo de medidas contra China, al
imponer varias rondas de gravámenes a productos comprados a ese país por miles
de millones de dólares al año, ante lo cual el gigante asiático respondió con
sus propias tarifas sobre mercancías norteamericanas.
Ese conflicto se convirtió en una guerra comercial de la cual las dos mayores
economías del mundo tratan de salir mediante la aprobación de un acuerdo cuya
fase uno está cerca de concretarse, según el propio Trump.
Durante todo este tiempo, el gobernante ha defendido sus aranceles como
positivos para las arcas del país, a pesar de que continuamente economistas y
empresarios han advertido que son las compañías y consumidores estadounidenses
los que pagan el costo de los gravámenes.
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