La bailarina cubana más reconocida a nivel mundial, Alicia Alonso, falleció este 17 de octubre a los 98 años de edad, informó el Ballet Nacional de Cuba (BNC).
La legendaria artista participó en la fundación del American Ballet Theatre en Estados Unidos y del BNC, en la primera mitad del siglo XX.
Cualidades y decisiones tejieron leyendas sobre Alonso, algunas asociadas a su virtuosismo técnico e interpretativo dentro de obras clásicas, otras a la decisión de seguir bailando pese a la progresiva pérdida de visión y la voluntad de mantenerse activa en escena hasta muy avanzada edad.
#AliciaAlonso se ha ido y nos deja un enorme vacío, pero también un insuperable legado. Ella situó a #Cuba en el altar de lo mejor de la danza mundial. #Gracias Alicia por tu obra inmortal. #SomosCuba. https://t.co/rXEk78LbRt
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) October 17, 2019
La prima ballerina assoluta cubana dirigía el BNC, los Festivales Internacionales de Ballet de La Habana y montaba coreografías.
El arte puede contribuir al entendimiento y al diálogo entre los pueblos pues muestra algunas de las más altas y puras coincidencias entre todos los seres humanos, declaró una vez a Prensa Latina.
La escuela cubana de ballet fundada por Alicia, Fernando y Alberto Alonso es única en el continente americano y una de las seis reconocidas en el mundo.
El BNC creado por ellos tres, en 1948, fue distinguido por el gobierno cubano el pasado año como Patrimonio Cultural de la Nación.
De la trilogía Alonso, Alicia sirvió de modelo al maestro Fernando cuando este escribía las bases metodológicas de la escuela cubana y protagonizó gran parte de las coreografías de Alberto, el primer gran defensor de la identidad nacional desde el campo coreográfico.
La gran bailarina recibió el Premio Nacional de Danza en Cuba; la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, en España; y el Premio ALBA de las Artes, un lauro solo concedido a personalidades reconocidas del continente.
En el año 2000, el Consejo de Estado de la República de Cuba otorgó a Alonso la máxima condecoración de la isla, la Orden José Martí y, en 2015, la misma entidad dispuso sumar a la denominación del Gran Teatro de La Habana el nombre de Alicia Alonso.
Justo al interior de ese coliseo, una estatua de bronce de la artista en plenitud, cuando bailaba su clásico favorito, Giselle, atrae la mirada de los visitantes.
En 2003, el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac, le confirió el grado de Oficial de la Legión de Honor y, en 2017, fue investida como Embajadora de Buena Voluntad de la Unesco.
Además, dicha organización creó en 2018 oficialmente la Cátedra Iberoamericana de Danza Alicia Alonso, adscrita a la Universidad Rey Juan Carlos, de España, en Madrid.
Desde enero de 2019, compartía la dirección artística del BNC con una de sus discípulas, la primera bailarina Viengsay Valdés. De esta manera, la escuela que Alonso contribuyó a crear garantiza su continuidad.
Muchos más premios adornaban el currículo de la legendaria artista, incluido el de Estrella del Siglo, otorgado por el Instituto Latino de la Música por haber sido una verdadera promotora de la cadencia latina desde la danza clásica.
Sin embargo, ningún galardón es equiparable a su impronta como principal paradigma de bailarina en Cuba, un reconocimiento que presiona, por la alta exigencia, a todas las danzantes del presente.
El alma de nuestra Terpsícore criolla debe estar al lado de Apolo en el Parnaso en estos momentos.
Su estilo es imperecedero. Murió Alicia. Viva Alicia.