Un gran escenario teatral ofrece la bienvenida en el corazón de la cabecera municipal de Fomento. Colores diversos, un ir y venir de rostros, varios no habituales; canciones, algarabía y mucha pasión por el mundo de las tablas se disfrutan por estos días como parte del XXX Festival Nacional de Teatro Aficionado Olga Alonso.
Esta edición suma no solo experiencias, sino también llega para confirmar que ha valido la pena apostar por ese evento, único de su tipo sobreviviente en Cuba, para aunar una vez al año a quienes, despojados de elementos academicistas, alternan sus responsabilidades de estudio y trabajo con el panorama artístico.
“Fomento es la plaza del teatro aficionado más importante de Cuba. Quien viene dignifica el lugar, pero el lugar nos dignifica a nosotros, los que una y otra vez cargamos las maletas para subir hasta acá a compartir nuestro arte”, expresa Arnaldo Alfonso Rosal, director del proyecto camagüeyano Cosechando sueños, presente por sexta ocasión en la cita.
Junto a sus integrantes, forma parte de las 19 agrupaciones presentes, ocho procedentes de igual número de provincias y otras tres de España, Colombia y Alemania, que suben a escena hasta este sábado por la noche, cuando concluye el Festival con la entrega de reconocimientos a quienes han acompañado con sólidos resultados la historia del encuentro.
De acuerdo con Liesly Abstengo, presidenta de la Brigada de Instructores de arte José Martí en Sancti Spíritus y miembro del comité organizador del evento, en esta ocasión se decidió eliminar su carácter competitivo por la trascendencia de cumplir ya XXX ediciones de un quehacer que exige redoblar esfuerzos por las propias condiciones logísticas del municipio montañoso.
Pero, si algo no pudiéramos quitarle al Olga Alonso —mérito cosechado durante todo este tiempo— es el respaldo popular de los diferentes públicos a cada una de las presentaciones, aunque lleguen a altas horas de la noche cuando la cotidianidad del poblado indique que es momento del más profundo de los sueños.
“La atmósfera que te recibe es impresionante porque es un festival de público. Lamentablemente, hoy en Cuba hay muchos eventos con muy buenos niveles de logística, de organización impecable, con una programación fabulosa, pero sus propuestas terminan siendo para nosotros mismos los teatristas”, refiere sorprendido Ernesto Parra, director de Teatro tuyo, proyecto de las artes escénicas de Las Tunas invitado al encuentro.
Y ese ambiente inesperado para quienes participan por vez primera en el evento y causante de que otros apuesten por el retorno, ha abrazado las 60 funciones programadas desde la manifestación del teatro, así como otras acciones que incluyen conciertos musicales de profesionales y aficionados, así como muestras del quehacer del movimiento de artesanos de toda la provincia.
“Nos llevamos más de lo que podemos dejar en las presentaciones y talleres. Nos revitaliza, y debe ser porque se gesta en una ciudad donde nació el movimiento de artistas aficionados. Es, entonces, la forma idónea para retribuirle a sus pobladores y a la memoria de Olga”, añade quien desde el Balcón del oriente cubano dignifica las narices rojas y el zapatón.
El Olga Alonso también ha sabido construir una familia de lazos sanguíneos muy fuertes en cuanto a pasión teatral.
“Se trabaja con conciencia porque los espectadores son el centro. Ya ellos, tanto pequeños como adultos, tienen una educación y cultura que les permite interactuar con las obras de una manera activa. Esa particularidad no es común encontrarla en otros escenarios y evidencia la consolidación del festival como parte de la historia de este municipio”, dice Ángel Luis Fardales Naranjo, al frente del área infantil.
Sin duda, el mejor de los premios para cualquier artista, aunque esté adaptado a condiciones más lujosas, es recibir el calor que emanan los públicos. Bien lo sabe Cora Rosell, directora de la Compañía Oriart, procedente de España y asistente por segunda ocasión consecutiva.
“Cuando terminamos el montaje de Después de la muerte qué, nos pusimos a pensar cuál sería el mejor lugar para presentarlo. No nos tomó mucho tiempo decidirlo: Fomento. Aquí hemos experimentado muchas sensaciones porque allá las personas van al teatro buscando a un actor o actriz mediático y falta la entrega de entender el arte. No hay una unión entre el público y nosotros. Aquí se ríen, comentan, aplauden. Se agradece mucho verdaderamente”, opina esta mujer, quien aún no cree que en la primera función de su propuesta el cine fomentense acogió a las personas hasta de pie.
Dedicado a Olga Alonso en el aniversario 55 de su desaparición física y a los 15 años de la Brigada de Instructores de Arte José Martí, permite la actualización y retroalimentación entre los participantes, sobre todo de los invitados.
“No conocía a casi ninguna de las personas que están presentándose, pero ya somos una gran familia. Nosotros los más jóvenes aprendemos de los más experimentados. Si me invitan, regresaré”, dice José Rafael Grado Segura, integrante del proyecto tunero de zanqueros Espiral.
Sin duda, cada edición del Festival Nacional de Teatro AficionadoOlga Alonso demuestra que todo lo que se haga en favor de ese movimiento es poco, a pesar de que desde la dirección nacional y provinciales de Casas de Cultura existe un apoyo constante.
No obstante, el evento evidencia que precisa de un respaldo más integral desde el resto de las instituciones culturales para contar con sedes más dignas y confortables.
El aroma único que se transpira durante su celebración debe embriagar a todas las personas —activas o no en el mundo de las tablas— porque, definitivamente, Fomento nos confirma que el teatro está vivo.
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