Acogen, en el caso de Sancti Spíritus, a solo algo más del 17 por ciento de la población infantil en la edad preescolar. No habitan en grandes y suntuosos edificios. No integran, pese a los esfuerzos del Estado cubano por atender a los niños, un programa que, apoyado en grandes inversiones, garantice un despliegue por municipios y poblados.
Aun así, los círculos infantiles continúan siendo, desde su nacimiento el 10 de abril de 1961, por idea del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y bajo la mirada protectora de Vilma Espín Guillois, el soporte en el que se apoyan las madres trabajadoras cubanas. Más que ello, siguen siendo, hasta los días de hoy, la cuna donde se forman los pequeños que asisten a ese tipo de instituciones.
Ahora mismo la noticia podría ser que acaban de entrar a los 33 centros de que dispone el territorio —de manera íntegra se ha recibido solo en algo más de una decena— módulos de material didáctico de procedencia china. Llegan en cajas enormes y se componen de juguetes y otros medios, meticulosamente pensados para implementar los procesos educativos, en concordancia con las edades y los logros de desarrollo asociados a cada una de ellas.
Yanexsy Moreno Pérez, jefa del Departamento de la Primera Infancia en la Dirección Provincial de Educación, explica que el municipio con mayor número de círculos infantiles es el de Sancti Spíritus, con 11, en tanto los restantes poseen cifras mínimas y el más aventajado entre ellos es Trinidad, con cinco.
La carencia mayor, sostiene, es la de auxiliares pedagógicas, insuficientes para los 4 683 niños de entre uno y seis años que asisten a los salones. Ello lacera lo que llaman cobertura docente —así, aunque no se hable propiamente de clases—, pero no significa que en todas partes la escasez de “tías” sea igual o repercuta de la misma forma. “Para compensar esa situación, hemos implementado la alternativa de grupos paralelos; sin embargo, no tenemos hacinamiento”, aclara.
Ahora mismo, también, las estructuras de las Direcciones Municipales de Educación tienen abierta la convocatoria para matrículas de muchachas con noveno o duodécimo grado vencidos. Se organizan, especifica la fuente, cursos de adiestramiento. Allá por el 2004-2005 se implementaron cursos similares, cuyas beneficiarias, en muchos casos, continuaron superándose y llegaron a convertirse en educadoras. Un número considerable de estas no paró hasta recibir el grado universitario.
Ya no suena a noticia lo que, en realidad, continúa siéndolo en medio de las dificultades económicas que enfrenta el país: los círculos infantiles tienen garantizados todos los recursos para su normal funcionamiento. Eso concierne tanto a la alimentación, debidamente balanceada, como a la base material de estudio, donde entran los juguetes confeccionados a mano, a fuerza de esmero, y también los de fabricación industrial. Igualmente, disponen de productos para la higiene y otros suministros.
Aunque nunca llegaron a instaurarse con la fuerza que cabía esperar, se extrañan las llamadas casitas infantiles, alternativa pensada para que los organismos y empresas garantizaran, con la asesoría metodológica de Educación, la atención a los pequeños mientras sus madres laboraban. No completaron una decena, pero al nacer, casi, se extinguieron por falta de constancia, apunta Yanexsy.
Cuando Cuba pugna por colocar la atención a los hijos de las madres trabajadoras en el plano en que debiera situarse, mediante la multiplicación de las capacidades existentes, Sancti Spíritus se enorgullece de contar con una infraestructura que, aunque no da abasto a las necesidades, funciona de manera digna.
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