No se trata de preservarla como una urna; Trinidad es una ciudad que envejece y revive. A ese afán se aferran todos, tanto que actualmente —como ha sucedido en otras ocasiones— la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios emprende ambiciosos proyectos destinados a la salvaguarda del patrimonio y, también, a mejorar las condiciones de habitabilidad de los pobladores.
Con tales propósitos iniciaron las labores en la calle Independencia donde se rescatan los componentes urbanos originarios y las viviendas, una intervención que beneficia a más de un centenar de familias.
Según Arianna Domínguez Camacho, especialista principal de Arquitectura de la Oficina del Conservador, tal propósito —que se realiza en colaboración con la Junta Arquitectos sin Fronteras, de Andalucía— abarca cinco calles en las que se realiza un trabajo integral. “No solo se rehabilitan las casas —apunta Domínguez Camacho—; además, se trata de rescatar las aceras, el empedrado, las luminarias públicas… Este proyecto —similar al que se acometió en el barrio Las Tres Cruces años atrás— tendrá segunda etapa, pues incluye intervenciones en las plazas”.
En un intento de preservar no solo el Centro Histórico del sureño municipio, también se han extendido las labores al Valle de los Ingenios —que igualmente ostenta la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad, declarado por la Unesco, desde 1988—; lugar en el que en estos momentos se realizan acciones de notable envergadura.
“Existe un proyecto importantísimo en San Pedro, pues allí se preserva una forma de construcción típica tradicional que es el trabajo del fango y la tierra con la paja y entonces la Oficina decide mejorar las condiciones de vida a través del rescate de esas tradiciones. Es decir, se están rehabilitando de manera integral las viviendas —el plan es realizar 10 casas nuevas cada año— con la misma técnica de embarro, pero con condiciones de durabilidad superiores”, sostiene la especialista.
Otro de los lugares que se benefician con los planes de la Oficina es Manaca Iznaga, sitio en el que se reconstruye el edificio donde radicó la enfermería de esclavos y hoy se levantan allí nuevas viviendas.
En aras de poder mostrar el proceso azucarero del siglo XVIII y XIX —que prevalece en el Valle como en ninguna otra parte de la isla— también se prevé iniciar un proyecto de senderos que permita al visitante disfrutar de este privilegio.
No ha bastado con el rescate de las casas haciendas, de lugares emblemáticos dentro de las comunidades del Valle…, entre las pretensiones de la Oficina se halla, además, plantar en San Isidro una especie de museo, con la más actualizada tecnología, para exhibir allí todo el proceso al que antes se sometía la caña de azúcar.
Con un presupuesto que rebasa los 3 millones de pesos, en ambas monedas, para las obras de reparación y mantenimiento, y más de 470 000 destinados a las inversiones, la Oficina reconstruye instalaciones sociales, patrimoniales; lleva a cabo acciones en la comunidad a la par que impulsa proyectos de carácter cultural, pues se trata no solo de salvaguardar el patrimonio material, sino también el inmaterial.
Entre los planes a largo plazo de esta institución se encuentran, para el próximo año, la edificación del palacio de la artesanía, lo cual implica crear un espacio en las afueras de la ciudad donde los artesanos dispondrán de un lugar fijo, además de la mudanza de la maqueta de la ciudad hacia un local más céntrico y las intervenciones en el Cementerio Católico, círculos infantiles, escuelas y plazas.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.