Sancti Spíritus fue la segunda provincia del país en proyectar el filme
La historia de Inocencia tiene la capacidad de arrastrarte por un camino en ascenso. Sabe justamente donde detenerse para que tomes un respiro ante la aflicción en el pecho que te deja sin aire. Retoma su andar y se detiene finalmente para que liberes todo cuanto te aportó.
Llega entonces un dolor profundo; una impotencia por lo ocurrido; una indignación al descubrir cuán mísero puede ser la humanidad; una sed por saber mucho más de uno de los hechos más crueles de nuestro pasado.
Y es que con una maestría increíble sabe contar dos sucesos en paralelo: los hechos de 1871 en la que muestra el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, quienes tenían entre 17 y 21 años, y la búsqueda incesante de sus cuerpos por Fermín Valdés Domínguez porque él fue parte de ese grupo y podía haber sido uno de ellos.
A pesar de que otra vez la más joven hornada de la escuela actoral de Cuba demostró que existen deficiencias en su formación en cuanto a ser orgánicos y exhibir una adecuada dicción, a lo que influye una no muy integral Dirección de actores, Inocencia se crece con un guión preciosista no sólo por entrelazar con coherencia los textos, sino por ajustar las imágenes más conocidas como el salvajismo del Cuerpo de voluntarios para mantener a raya a una nación que ya en la manigua alzaba su voz de libertad u otras menos populares como el protagonismo en ese suceso de los abakúa, quienes sellaron su propia muerte ante el escuadrón de fusilamiento.
Cada vocablo toca las fibras interiores y es ahí uno de sus principales poderes para atrapar a su público meta: la juventud, no siempre interesada por producciones del género histórico con factura nacional.
También se devela como una obra de arte por una musicalización y fotografía que las imágenes son palabras pronunciadas como dagas. Luces que iluminan un contexto palpable y oscuros que respaldan los puntos clímax del largometraje se confabulan para estremecer.
Aliñan, así, las magistrales actuaciones de quienes ya han confirmado su cúspide en el gremio artístico y de quienes no entienden de pequeñas escenas para mostrarse gigantes. Pocas personas quedan inmóviles ante el plano cerrado de los temblores del Señor González, interpretado por Fernando Hechevarría al saber que el cuerpo de su hijo había aparecido; el cambio de rostro del Capitán Felipe Alonso, (Héctor Noas) porque reconoce que la sed de venganza de los Voluntarios se la ha ido de las manos, y la firmeza de ideales del profesor Domingo Fernández Cubas, (Osvaldo Doimeadiós), quien no teme y comparte algunas de las últimas intensas 48 horas de sus estudiantes.
Es esta, sin dudas, una película de ficción con algunas libertades creativas, basada en hechos reales para ver una y otra vez. Afortundamente, Sancti Spíritus ha sido la segunda provincia del país en acoger la proyección de Inocencia. El cine nos vuelve a permitir de una forma hermosa y puntual reflexionar, crear valores y pensar un poco sobre lo ocurrido y que indisolublemente se relaciona con lo que somos.
Tanto es así, que el historiador de La Habana, Eusebio Leal lo dejó claro: “Hay que evitar que lo asentado se convierta en rutina, se debe llamar la atención sobre cómo se está tomando esa fecha y reedificar el carácter simbólico de los muchachos que la cinta les pone rostro por primera vez. Nos falta humanidad y el filme intenta entablar un diálogo humano, desde el sentimiento, con el espectador”.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.