El análisis del significado del periódico Patria y las ideas y postulados que en torno a esta publicación enunció José Martí constituyen la antítesis de los símbolos y las prácticas que mueven hoy día los centros imperiales de poder en el mundo, empezando por Estados Unidos
Al evocar al periódico Patria, fundado por José Martí y sus más allegados colaboradores el 14 de marzo de 1892 en Nueva York, en medio de grandes vicisitudes, viene a la palestra el razonamiento acerca de las motivaciones que tuvo ese órgano, nacido con el propósito de contribuir a forjar conciencias para la Revolución independentista que se proponía realizar en Cuba.
Si el objetivo final es la emancipación del archipiélago del colonialismo español, que lo constriñe y exprime con voracidad de sanguijuela, la misión del rotativo pasa por ayudar a lograr la ineludible unidad de los cubanos de la isla y los de la emigración, la forja de conciencia y educación política, no para la creación de partidos por parcelas de intereses, sino como principios generales basados en la ética, en los valores cívicos y en los preceptos morales que deberán guiar el rumbo de la Patria.
“Nace este periódico —enunció Martí— por la voluntad de los cubanos y puertorriqueños independientes de Nueva York, para contribuir sin premura y sin descanso, a la organización de los hombres libres de Cuba y Puerto Rico (…) Para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la verdad, nace este periódico”.
No huelga el título de este trabajo, por cuanto todo lo dicho hasta aquí, y lo que viene, demuestra a cada paso, casi en cada concepto, que Patria y lo que significó entran en contradicción antagónica con el Imperialismo norteamericano de entonces y más aún con el que conocemos hoy, y su escala monstruosa de antivalores éticos, políticos, económicos y sociales.
Contradicción, ya de inicio, porque si bien Estados Unidos, en seguimiento a su increíblemente egoísta Doctrina Monroe, quiere eliminar la presencia de las potencias europeas en el continente, no ha ayudado en nada hasta 1892 a los cubanos que se inmolaron en dos guerras por la independencia, en seguimiento a su pérfida estrategia de la fruta madura, porque su clase política consideraba que aún no estaban dadas las condiciones para ello.
Como la vida demostraría después, intervendrán, sí, pero solo en 1898 cuando constataron que los cubanos insurgentes estaban en condiciones de alcanzar por si mismos la ansiada liberación, y que si no se entrometían en el conflicto, la isla se les escaparía por completo de su dominio y no podrían sustituir el régimen colonial imperante para hacer de ella su protectorado.
Precisamente aquí surge otro punto de conflicto, pues, bajo los auspicios de Martí, Patria ha incluido a Puerto Rico en su proyecto emancipador —como 27 días después se enunciará en las Bases del Partido que también funda el Apóstol— y, como a raíz de la intromisión estadounidense, España es rápidamente derrotada, Estados Unidos se apropia de la vecina Puerto Rico como botín de guerra. ¿Qué diferencia ética existe entonces entre la dominación española de una isla antillana, que data de siglos, y la de la potencia emergente, que llega como pirata a apoderarse de todo?
Mucho antes de ese desenlace y por la tendencia que observaba en la sociedad norteamericana de finales del siglo XIX, decide Martí, ya con Patria en la palestra, abrir fuego periodístico el 23 de marzo de 1894, con el artículo titulado “La verdad sobre los Estados Unidos”, primero de la sección fija intitulada “Apuntes sobre los Estados Unidos”, porque considera que les debe a sus lectores ese examen franco y objetivo sobre el coloso del norte.
Concretamente escribe el Maestro: “Es preciso que se sepa en nuestra América la verdad de los Estados Unidos (…) Y para ayudar al conocimiento de la realidad política de América, y acompañar o corregir, con la fuerza serena del hecho, el encomio inconsulto —y, en lo excesivo, pernicioso— de la vida política y el carácter norteamericanos, Patria inaugura, en el número de hoy, una sección permanente de “Apuntes sobre los Estados Unidos”.
Allí aclara el Apóstol que la referida sección recogerá “estrictamente traducidos de los primeros diarios del país, y sin comentario ni mudanza de la redacción”, aquellos sucesos por donde se revelen, no el crimen o la falta accidental en que solo el espíritu mezquino halla cebo y contento, “sino aquellas cualidades de constitución que, por su constancia y autoridad demuestran dos verdades útiles a Nuestra América: el carácter crudo, desigual y decadente de los Estados Unidos, y la existencia en ellos continua, de todas las violencias, discordias, inmoralidades y desórdenes de que se culpa a los pueblos hispanoamericanos”.
Un análisis de los antecedentes de este enfoque, por más somero que sea, demuestra que Patria, además de ser un soldado confeso de la lucha por la emancipación de Cuba y defensor de las buenas causas en América y en el mundo, constituye valioso promotor de la cultura y valores de los pueblos de Iberoamérica, subvalorados y vilipendiados por la nueva potencia imperialista.
Contra ese poder emergente que se manifiesta día a día casi en cada acto de fuerza o arbitrariedad de sus autoridades, sus instituciones y su prensa, viene Martí hace tiempo quebrando lanzas en muchos periódicos y revistas de Estados Unidos, Argentina, Venezuela, México y otros países, en una trayectoria combativa que continuará en Patria, ya sin el freno de la censura impuesto por los intereses clasistas o adeudos políticos de los dueños.
Ejemplos sobresalientes del combate martiano en defensa de nuestra identidad frente a sectores dominantes del vecino poderoso existen muchos, pero hay uno que resalta por su acento y es su artículo “Vindicación de Cuba”, escrito en marzo de 1889 en forma de Carta Abierta que envía al The Eveninig Post como respuesta al ofensivo escrito contra los cubanos publicado poco antes por el diario The Manufacturer, de Filadelfia.
Siempre con galanura y distinción que acrecientan su contundencia, la prosa de Martí hace diana en todo lo que ofenda o mancille a Nuestra América, título de su brillante ensayo filosófico y político que vio inicialmente la luz el primero de enero de 1891 en la Revista Ilustrada de Nueva York.
Como hecho curioso, Nuestra América se publica al finalizar la Conferencia Internacional Americana y las reuniones de la Comisión Monetaria, como una concreción de ideas que fue expresando de manera aislada en sus brillantes crónicas sobre ese evento, caracterizado por los intentos, ora sutiles, ora cínicos del país anfitrión —Estados Unidos— de obtener ventajas económicas decisivas a costa de sus vecinos sureños.
De esa manera —apenas esbozada en estas líneas— llega Martí meses después a tener con Patria, vehículo propio para sus pensamientos y toda su doctrina patriótica independentista, latinoamericanista y antiimperialista, en la preparación de la Guerra Necesaria.
De su concepción de lo que debe ser un órgano de prensa, había dicho poco antes: “El periódico es una espada y su empuñadura la razón. Solo deben esgrimirla los buenos, y no ha de ser para el exterminio de los hombres, sino para el triunfo necesario sobre los que se oponen a su libertad y progreso”. ¿Qué pensaría Martí —vale preguntarse hoy—, de los monopolios de la información, las fake news y la ofensiva del imperialismo y sus vasallos sobre nuestras tierras de América? ¿Qué diría Patria?
Felicidades a todos los trabajadores de la Prensa spirituana y de Cuba en su día, compañeros inseparables e insuperables en la noble labor de divulgar nuestras actividades de Relaciones Internacionales. FELICIDADES.