Tiene sueños y una voluntad intrépida para estudiar. A sus 17 años sabe el rumbo que quiere para su vida, y en esa ruta deposita todas sus fuerzas. Es joven y como tal desborda energía. Resulta que Dianny Esther Pérez Rodríguez es de esas niñas que buscan resortes que las impulsen a seguir, y prefiere hacerlo de mano con las ciencias.
Con esa mirada en la que brilla toda la nobleza de su alma se consagra en el Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas (IPVCE) Eusebio Olivera Rodríguez de Sancti Spíritus, y desde este lugar defiende como un principio la Biología, esa disciplina que le ha permitido conocer los secretos humanos. Tanta es su devoción por la asignatura que no descansa y ni le pesa perder horas de sueño delante de los libros o la computadora. Tampoco escatima el “tiempo perdido”, pues su prioridad es encaminarse en este mundo.
Dianny sabe que quiere ser una profesional de las ciencias; sabe asimismo que de su empeño depende su éxito y el de la instalación educativa a la que pertenece, y hasta hace muy poco no creyó que pudiera estar en la nómina de alumnos talentos de esta rama, pues alcanzó la medalla de oro en la Olimpiada Centroamericana y del Caribe de Biología que se efectuó del 3 al 9 de noviembre en Panamá.
“Cuando entré al IPVCE en décimo grado caí en el aula de los concursos por las notas alcanzadas en las pruebas de ingreso. Un poco más tarde nos dieron conferencias para hablarnos sobre cada asignatura de estas competencias, y las que más sobresalían eran Química y Biología. Como me gustaba mucho más esta última, me incliné por ella y comencé a prepararme”, cuenta.
“Participé en los concursos a nivel de base, municipal, y provincial de la asignatura, hasta que se conformó el grupo de alumnos que se trasladarían hasta el Centro de Entrenamiento del país. Fuimos 10 los elegidos de 11 y 12 grados, y entre nosotros competimos para armar la selección nacional, compuesta por ocho estudiantes que prestigiaríamos a Cuba en la Olimpiada Iberoamericana y Centroamericana, que fue a la que asistí”, explica la concursante de Biología.
Una vez dentro del equipo Cuba, Dianny junto a otros compañeros de las provincias de Camagüey, Villa Clara y Mayabeque permanecieron por más de un mes en la institución dedicada a la preparación de los alumnos talentos en la capital. Allí consolidó saberes y supo mirar a los maestros con los ojos del respeto y la gratitud.
“En el Centro de Entrenamiento Nacional nos formamos para crear la preselección y la selección nacional. Allí lo consolidamos todo para partir hacia la Olimpiada. Nos impartieron varias asignaturas dentro de la Biología: Botánica, Zoología, Genética, Evolución y Bioquímica; todas priorizadas y con pruebas, pues resultan de marcado interés en las competiciones.
“Luego de los exámenes, se suman las notas, se hace un promedio, y se elabora un escalafón igual que en el resto de las escuelas, y así te ubican dentro del equipo”, manifiesta Pérez Rodríguez.
Cuando Dianny rememora este suceso, sonríe y tiembla al mismo tiempo. Sin embargo, desafía los nervios y cuenta con lujo de detalles cada momento de la Olimpiada.
“En toda la semana de la competencia tuvimos pruebas dos días: el martes 5 de noviembre que hicimos exámenes prácticos de Zoología y Botánica; evaluamos la anatomía de los animales, y algo de fisonomía también. El jueves tocó la parte teórica que estuvo dividida por bloques en cada una de las cuestiones abordadas en la preselección. Fueron períodos de mucha tensión, pero supimos salir adelante”, revela quien defiende esta ciencia.
Sin embargo, en medio de todo este episodio novedoso para ella, aprovechó cada uno de los conocimientos adquiridos como concursante en el IPVCE, los cuales emanan de su entrenadora Tania Fábregas y del resto del claustro de la institución. Y todos esos sentimientos convergieron en el instante en que supo la noticia de su presea dorada.
“El viernes en la noche durante un acto de premiación dieron los resultados de la Olimpiada. Cuba obtuvo el primer lugar por países porque ganamos dos oro y dos plata. No esperaba este resultado exactamente. Salí bien en las pruebas, pero no sabía que había cogido algo porque todas las personas que van ahí están bien preparadas. Fue una rara combinación de emociones. Hubo alegría, y tensión porque estaba muy nerviosa, pero finalmente me entusiasmé mucho con el logro”, argumenta la joven de 17 años de edad.
El hecho de recibir este galardón provoca en la concursante la mejor de las sensaciones. “Esta medalla significa mucho para mí, porque hubo mucho sacrificio y tiempo dedicado a la Biología. La presión la sentí porque el país ha alcanzado siempre buenos resultados. Además, con nosotros cerraba el ciclo de competencias y teníamos que esforzarnos. Por suerte todo salió bien, este premio es un recuerdo muy bueno”, apunta.
Ahora, con este triunfo entre sus manos, Dianny asegura que seguirá los pasos de esta ciencia e irá más allá, hasta la Bioquímica, especialidad que desea incorporar a sus estudios universitarios. “La Bioquímica siempre me ha gustado porque está muy vinculada a los números, y lo supe cuando hice las prácticas en el Centro de Ingeniería y Biotecnología (CIGB) de Sancti Spíritus. Me apasionó mucho el trabajo de este centro en el laboratorio, el intercambio de estas personas y me motiva mucho la verdad”, constata. Con esos sueños se despierta cada día esta futura profesional de las ciencias en la provincia; una joven que a su corta edad entiende muy bien de metas y proyectos de vida. Por ello, a cada paso concreta sus planes y defiende el saber como una bandera y lo protege de las pesadillas.
Este premio no solo nos dice del talento y aplicación de la estudiante,también ,y mucho,de los profesores y tutores que hay detrás de este triunfo y que todavía a nuestro zarandeado magisterio le quedan profesionales de primera línea y que,con el apoyo necesariodel gobierno, volverá a ser lo que alos atrás fue.. Felicitaciones