La noche anterior apenas cerró los ojos. Se puso a repasar mentalmente uno por uno cada estilo, los giros… Nadó una y otra vez encima de su cama y hasta tuvo taquicardias.
Estaba también la presión que él mismo se puso por lograr una medalla, después de su quinto lugar en los 50 metros. El día lo sorprendió en eso. Pero Osdany Madrigal Machado concilió el sueño en la piscina cuando logró su medalla de bronce en los 200 metros combinados, la primera de un nadador espirituano tanto en Parapanamericanos, como en los convencionales.
Lo logró en la categoría SM12 (débiles visuales profundos), con tiempo de 2:47.30 minutos en una competencia muy fuerte. Han pasado días y en la tranquilidad de su hogar en el zona de Jobo Gordo, en la ciudad espirituana, la disfruta como si la acabara de alcanzar.
“Me enteré de que tenía el tercer lugar cuando fui a coger la credencial, lo oí por el audio y en ese momento me dio una alegría muy grande, di un salto enorme, pensé en mis padres y en todos los que me han ayudado a llegar hasta aquí”.
Fue, al decir de sus compañeros, la presea más disfrutada de una delegación que ya tenía medallas de otros colores. “Nos ayudamos mucho unos a otros. Iba con la expectativa de lograr subir al podio porque había estudiado muy de cerca los tiempos de mis rivales y los comparaba con los que yo hacía”.
No fue una competencia fácil por la calidad de los contrarios, el frío de Lima y otras presiones que suelen nacer en medio de la competencia. “Imagínese que los nadadores que enfrenté son dos colombianos recordistas y campeones parapanamericanos desde el 2011, tienen un recorrido deportivo muy largo, con 36-37 años de edad y yo tengo solo 21.
“Siempre pensé tener un resultado en 200 metros combinado, es un evento que lleva mucha técnica a la hora de dar la vuelta, de cambiar de un estilo a otro”.
Por eso el disfrute fue enorme, tanto en Perú como en su hogar, que revolvió el barrio entero cuando lo recibieron al regreso y fue entonces que pudo deleitarse con el video que Maricely, su mamá, gestionó que le pusieran en la televisión a través de la colega Yisel Filiú Telles. “Es que yo sé cuánto le costó, él llegó a entrenar enfermo con zika”, señala la madre.
Tenía y tiene razones Maricely, quien junto a Osmani, el padre, han sido artífices de la carrera deportiva de Osdany, construida a prueba de pulmones, desde que decidió que la natación sería parte de su vida cuando con doce años lo captó el profesor Yaniel Luna. “Sabía nadar de niño, era muy hábil en el agua; aprendí en la playa, en la piscina, siempre estaba metido en el agua. Una medalla parapanamericana se logra con el esfuerzo; durante cinco años me preparé porque la natación lleva sacrificio de días y semanas nadando. Tienes que tener conocimiento de los cuatro estilos y buena técnica para poder dominarlos, aunque siempre te sientes mejor en uno que en otro, en mi caso es en el mariposa y espalda, pues en el de pecho tengo que pulir más la técnica”.
Aunque él sostiene que “del Parapanamericano de Toronto 2015 a este el tiempo me pasó volando”; en ese lapso Osdany creció y de qué manera: nueve medallas internacionales, casi todas conseguidas en los circuitos del Caixas, de Brasil y más de una veintena de preseas en eventos nacionales, todo lo cual lo ha hecho merecedor varias veces de la condición de mejor atleta discapacitado de la provincia.
“Ese roce internacional me ha ayudado a sentirme mejor a la hora de competir, porque me ha permitido estudiar a los rivales”.
Ahora se toma un descanso, disfruta cada medalla colgada en la pared y comienza a soñar con otra. “Espero ir el año próximo al clasificatorio de Tokio 2020, que será ahí mismo en Caixas, si no lo consigo voy a seguir preparándome mucho mejor para el ciclo que ya comienza”.
gracias Elsa de parte de toda la familia de Osdany. Parece simple pero es mucho el sacrificio que desde niño hace, lejos de su familia, sin visión, aferrado a esa esperanza de vida por su discapcidad. Para nosotros es el mejor ser humano que existe.