La “tela blanca” que cubre desde hace tiempo la cúpula del Capitolio de La Habana comenzó a descender esta mañana. Pero el esplendor sucederá en la tarde, cuando la simbólica bóveda quede iluminada totalmente por el brillo de las láminas de oro.
Poco antes de que cayeran las primeras lonas, justo en la escalinata del Capitolio, Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, advertía que no se trataba de un acto inaugural. Será en noviembre, fecha que marca el fin de la restauración del emblemático inmueble —en coincidencia con el aniversario 500 de la urbe—, que se encenderá el centellador de la cúpula, como fue originalmente.
“Un rayo de luz que, junto al faro del Morro, constituye un símbolo de La Habana de todos los tiempos”.
En esa ocasión, con motivo de las fechas patrias del mes de octubre y de la conmemoración del medio siglo de La Habana, “se honrarán a los que han trabajado en la cúpula: a los arquitectos cubanos y expertos rusos, quienes han realizado un arte que conocen como pocos: dorar metales”, adelantó el Historiador.
Muchos se han preguntado qué ocurre bajo la tela blanca que cubre al Capitolio de La Habana, “cuál es el misterio de la tela roja”, dijo Leal. Esos andamios y lonas, explicó, protegen las estrictas medidas de seguridad de los trabajos de restauración, que comenzaron en 2010. También resguardan del deslumbramiento del sol las planchas de metal y oro, de lo contrario los especialistas quedarían ciegos. Además, aseguran el clima propicio para las labores.
“Las cortinas, que irán bajando durante todo el día, dejarán ver los seis primeros pétalos de la cúpula. En el resto del día irán apareciendo los otros. Hay muchas manos en ello”.
La cúpula ha estado sometida a una compleja y profunda restauración, para devolverle, entre otras características, su antiguo color dorado. Esas labores se ejecutaron como parte del programa de conservación integral del Capitolio, cuyas principales instalaciones abrieron al público en marzo de 2018.
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