Nadie me lo contó. Lo viví en carne propia. Cuando el actor Ray Cruz atravesó la céntrica calle Máximo Gómez, de la ciudad del Yayabo, en busca de la Casa de la Guayabera, en la añeja urbe se armó un revuelo. Él vestido de forma deportiva y mochila a la espalda sonrió hasta donde le permitió la mandíbula. Uno, dos, tres, cuatro… perdí la cuenta de halagos, besos, saludos, piropos…
“¡Es el profesor!”, “me encantan tus clases”, “felicidades, gracias por lo que haces”… fueron algunas de las frases que le lanzaron como ráfagas, mientras lo obligaban a parar, una y otra vez, por un selfi o sencillamente un apretujón al alma.
“Así mismo es en La Habana”, me dice él, mientras logramos escabullirnos por la empinada arteria Padre Quintero, que le cortó el habla al ver su empedrado y hasta una instantánea le robó.
—¿No te molesta?, pregunto sorprendida por tanta algarabía.
—Para nada, es lo que toca. A todas esas personas me debo, responde con la sonrisa que jamás esconde, paso apurado y vista deslumbrada por el paisaje que descubre.
Pero la imagen, a semejanza de El flautista de Hamelín, capaz de arrastrar todo tipo de miradas a su paso, se repitió luego en la peña de La noche de la fuente, donde cuentan que el tiempo de la cola para las fotos se perdió, y más tarde en el evento teórico Pensamiento, donde muchos ojos curiosos se asomaron por la ventana y las puertas de la sede del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba para observar de cerca al profesor Manuel, ese joven que mantiene embelesado, lunes, miércoles y viernes, a una audiencia que disfruta sobremanera sus sugerentes clases de Historia.
“Gracias a Manuel me considero un actor martiano. Antes no lo era. Tuve que estudiar textos del Apóstol pocos conocidos como La madre negra de Martí. Eso me hace muy feliz”, inicia esta conversación, interrumpida en más de una ocasión por constantes saludos.
Mas, el amor por enseñar ya formaba parte de su ADN. Egresó de la primera graduación de la Escuela de Instructores de Arte y, aunque su compromiso para cumplir su servicio social era por cinco años, se mantuvo ocho en la Enseñanza Primaria.
¿Cómo pudiste, entonces, colarte en el mundo audiovisual?
“Es que desde entonces pertenezco al grupo Mefisto Teatro y poco a poco comencé a hacer casting. Un día me llamaron para la teleserie Adrenalina 360. Ahí tuve mi primer personaje grande y resultó ser negativo. Con ese debut, comencé a insertarme en los medios y a los directores les funcionaba lo que hacía. Fue todo paso a paso. Ahora mismo estoy bien colocado”.
¿Cómo nació Manuel?
“De Amílcar Salatti, un escritor impresionante que admiro y respeto muchísimo. Cuando hay una pluma como esa, un director como Alberto Luberta y un director de actores como Osvaldo Doimeadios, el proyecto no tiene por qué salir mal”.
¿Cuánto hay de ese personaje en el Ray de 34 años, ausente por etapas de Facebook y amante de la música alternativa?
“Tengo que ver mucho con él. Mi mamá era sorda y Manuel tiene una relación con una persona así. Di clases, él disfruta hacerlo. Soy un tipo muy diferente y él es demasiado diferente. Creo que Luberta se apoyó en eso. Ya habíamos trabajado en la primera temporada de La otra guerra, aunque sé que no fue solo su decisión, sino la de los codirectores Loisys Inclán y Doimeadios”.
¿Cómo confluyen la música que defiendes en los escenarios, la conducción y la actuación?
“La música era un gran hobby y un día lo asumí como algo más serio y profesional porque me apasiona. La conducción de Pensando en 3D —la única hasta el momento— es estar con Yaremis, una de mis mejores amigas, poniéndonos al día todos los lunes cuando grabamos. Necesito hacer muchas cosas. Ahora mismo dirijo teatro. Solo con la actuación me da un infarto. Claro, todo ello es porque estudio para lograrlo, cuando menos, de forma digna.
¿Qué tipo de profesor quieres que le llegue a la audiencia de la novela?
Manuel, sin pensarlo dos veces. Nos inspiramos en un profesor que se llama Miguel y que fuimos a ver sus clases de verdad. Todo el mundo me pregunta si estoy convencido con lo que está pasando y mi respuesta es sencilla: hice lo que se escribió. Pero no es solo el profesor que quiero, sino el que me está exigiendo todo el mundo”.
¿Cómo ha sido el diálogo, sobre todo con la juventud, el público menos frecuente en las novelas?
“Los muchachos son los que más me paran en la calle. Hablan conmigo y es muy raro que pase que estudiantes te digan: ‘No sé cómo te llamas, mi hermano, pero felicidades, y eso que estás haciendo ojalá pasara en mi escuela’. No soy profesor de Historia, sino actor. En muchos escenarios se están pidiendo profesores así, incluso en la propia Universidad de La Habana”.
¿Qué opinas sobre aprovechar más en el sistema educativo cubano, el “librito” de Manuel para enseñar?
“Me llamaba la atención el hecho de que el Ministerio de Educación no se hubiera proyectado. Para mi sorpresa, hace muy pocas horas, me invitaron, a petición de profesores y alumnos, para que esté en la actividad que se realizará por el 22 de diciembre, Día del Educador, en La Habana.
¿No resultará peligroso que siempre se pierda la metodología y que las clases se conviertan en lo mismo que cuando se es dogmático?
“Tiene que haber de todo, estoy convencido de eso. Se necesitan de varios Manuel y también de Hortensia; pero hay que acudir a las tecnologías y a todo lo que está pasando”, alega con una firmeza que estremece.
Ray Cruz toma cada palabra con las manos. Las sube, las baja, las cruza… vuelve una y otra vez. Parece que nos conocemos de toda una vida. Desborda carisma por todos los poros. Una pausa necesaria. Un café lo despabila de una madrugada intensa, al ritmo de melodías al pie de unos balaustres coloniales.
“Estoy muy complacido con Manuel. Hace unos días alguien me dijo que no imaginaba a otra persona interpretándolo y creo que ese ha sido el mejor halago”, dice.
Tus dos últimas apariciones con mayor impacto en pantalla: Inocencia y ahora Entrega están unidas por la historia, ¿destino o casualidad?
“Amílcar Salatti. Cuando él escribía Inocencia le llamó mucho la atención lo que pasaba con la historia y su enseñanza, entonces pensó en lo que luego se materializó en la novela”.
En tu preparación compartiste en varios escenarios educativos ¿Qué encontraste?
“Hay que estar muy preparado para dar clases en un preuniversitario porque los muchachos se dan cuenta cuando tienes lagunas o flaqueas. Se precisa tener vínculos humanos con ellos”.
La educación cubana ha tropezado con varios obstáculos, sobre todo con el éxodo de maestros, ¿crees que habrán otros Manuel que apuesten por el retorno?
“Por suerte han cambiado los sistemas de pago y muchos han apostado por el retorno. Lo más importante será que concienticen que se puede ser como Manuel. El otro día tuve una entrevista donde se hacía referencia al Brigadista, Carmela y mi personaje como una especie de continuidad y quizá sea una locura, pero estamos formando parte de una historia de este país. Eso es importante”.
¿No temiste ser el protagonista, asumiendo el rol de profesor de una asignatura tan vilipendiada?
“Nos los propusimos así: un tipo común y corriente, que tiene un desliz con una mujer que no es la que es. Es humano y prepotente por su inteligencia. Tiene defectos y virtudes. Definitivamente, construirlo así ha sido la clave para que las personas se enamoren de Manuel”.
¿Cuánta entrega, pensando en dedicación de tiempo y esfuerzo, hay en Ray?
“Para mí eso es lo más importante del mundo. Estudio demasiado porque creo que el talento existe, pero la preparación es fundamental”.
¿Qué guardas bajo la manga?
“Varios proyectos en televisión. No dejo de hacer teatro y deseo trabajar con dos directores españoles; aunque no gane mucho, lo haré. Hay una idea cercana que dirigirá Luberta con guion de Amilcar, esto no se sabe aún (sonríe), que es una serie de 12 capítulos sobre los personajes de Miguel e Indira de la novela Latidos compartidos. Tendrá como director de actores a Doimeadiós”.
¿Vuelves al humor?
Sí, claro. Son los mismos, pero 12 años después. Eso me entusiasma, pues todo el mundo me decía Miguelito, el guajiro, y ahora soy Manuel, y yo sé que no seré ellos dos, sino los personajes que asuma en el futuro”.
¿No temes quedar en el imaginario popular como el profesor Manuel?
No, no había nada más fuerte que Miguelito y en un mes Manuel ha sido demasiado intenso. Sé que vendrán muchas cosas buenas, pero me daré el lujo, aunque a veces no quiera, de escoger bien mi trabajo porque creo que eso es fundamental”.
Impecable trabajo de todos. No podía ser de otra manera con una dirección tan coherente, tan inteligente y tan cohesionada con los actores y demás elenco de realización. Realmente esto demuestra que la televisión cubana SI puede hacer novelas de mucha calidad. Que está bueno ya de mediocridad y desidia en lo que expone la tv cubana.
Sí se puede. El amor engendra la maravilla. Y si no se convencen con el ejemplo de esta novela, pregúntenle a Ray.
Felicidadessssss!!!! Y muchas gracias por tanto amor y dedicación a lo que hacen!!!
Al comienzo pense que titulo mas efimero ENTREGA , pero esa novela ha despertado mucho interes en los estudiantes que quieren que haya muchos MANUEL en cada escuela que ensenñe de esa manera la HISTORIA DE CUBA tan necesaria en estos tiempos, muchos maestros de historia que aun dan clases y los jubilados que peinan canas deben agradecer a MANUEL su entrega por la HISTORIA DE CUBA, que aunque es un personaje de ficcion encarna a un MAESTRO CUBANO ACTUAL, eso nos lleva a reflexionar si lo estamos haciendo bien o si tenemos que mejorar, hay que trabajar con MOTIVACION y ENAMORARSE de su PROFESION que es la que prepara a otros profesionales, si el MAESTRO no esta motivado y no esta enamorado de su profesion no ensenña solo repite como un papagallo y podran venir miles de transformaciones en la educacion. Ser MAESTRO es es mas que una profesion es ser un ARTISTA del CONOCIMIENTO, es DINAMIZAR los contenidos, las clases, es ejemplificarlos , es trabajar con MEDIOS DE ENSENÑANZA , en fin es derrochar TALENTO participativo en bienestar del aprendizaje de la sociedad en su conjunto. Eso encarna MANUEL, que casualidad llamarse como el martir mas joven de la Educacion MANUEL ASCUNCE DOMENECH, que simbolismo, QUE EXCELENTE ENTREGA
Buena interpretación, felicidades.. ojalá y mis profesores de historia hubiesen impartido las clases de esa manera..