La hora de la Oficoda

Ilustración: Osval Reconocidas como el registro más completo de información demográfica en Cuba, las Oficinas de Control para la Distribución de los Abastecimientos han pasado, por décadas, desapercibidas para quienes deben atenderlas “Si no te levantaste a las tres de la madrugada y no es lunes, miércoles o viernes, ni

sancti spiritus, comercio, oficoda
Ilustración: Osval
sancti spiritus, comercio, oficoda
Ilustración: Osval

Reconocidas como el registro más completo de información demográfica en Cuba, las Oficinas de Control para la Distribución de los Abastecimientos han pasado, por décadas, desapercibidas para quienes deben atenderlas

“Si no te levantaste a las tres de la madrugada y no es lunes, miércoles o viernes, ni pierdas el tiempo, que eso está imposible. Mi mamá falleció el 14 de diciembre y todavía, aunque no he dejado de intentarlo, no he podido darle de baja”, me alertó a finales de enero, en el consultorio médico donde coincidimos, la recepcionista del Tribunal Popular Provincial.

Tenía razón. En la Oficoda Norte de la ciudad de Sancti Spíritus, sita en la calle Céspedes No. 277, esquina a San Luis, desde el último septiembre la administradora lleva el trabajo suyo y de las cuatro personas cuyas plazas están vacías. No sin que de vez en vez desfallezca por la asfixia que le provoca la multitud a su alrededor, cuando no tiene a mano (porque no hay) un bebedero, un refrigerador, una caja de agua o una merienda laboralmente facilitada.

Las colas se inician en la tarde, tres veces por semana; se prolongan toda la noche y hasta el mediodía de la jornada siguiente —en ese establecimiento, donde el tiempo restante es para el proceso de la información— y están matizadas por toda clase de condimentos: riñas, “colados”, protestas, preferencias lógicas admitidas a regañadientes. El denominador común es la zozobra, la inconformidad y la pérdida de tiempo, que se traduce en atraso no solo de tareas hogareñas, sino también laborales de la más diversa índole.

Porque eso tienen las Oficodas: a ellas va a parar lo mismo una ama de casa que la doctora o la maestra; el jubilado que el artista; el investigador, el intelectual o el trabajador por cuenta propia. Y otra cosa las emparenta: no hay en ellas muebles adecuados, ni cestos de linda apariencia, ni burós presentables, ni baños enchapados. Tampoco uniformes, ni utensilios de limpieza, ni hermosos pisapapeles. Ni pintura de paredes o fachadas, “jamás en la historia”, cuentan algunas trabajadoras.

Por no tener, a veces no tienen ni trabajadoras (priman las mujeres). “Demasiado trabajo, demasiado, y muy poco salario”, así define una experimentada técnica la razón del desinterés, que en la cabecera provincial no se ha logrado quebrar ni con gestiones a través del Órgano de Trabajo, ni con divulgación a través de las emisoras de radio.

 En el 2017 una gran crisis derivada de la falta de personal sacudió a la Oficoda Sur del municipio cabecera, ubicada en la calle Plácido, entre Tirso Marín y Calderón. En el mes de diciembre, debió cerrar sus puertas para hacer el arqueo de la información. La información del año, que es relevante; por eso la definen como una fotografía demográfica del pedazo de Cuba que refleja.

Y la “fotografía” se conforma a partir de la libreta de control de la cuota normada de cada núcleo en el territorio, de esa misma libreta a la que rinde culto, no sin razón, el cubanísimo Pánfilo Epifanio del programa televisivo Vivir del cuento. En grandes sábanas de papel se recogen los datos, que luego integran el censo de consumidores por edades, sexo, zona demográfica, área rural o urbana. Justo por esa información, aseguran en el Registro de Consumidores de la provincia se rige el Ministerio de Comercio para los suministros de todo cuanto se comercia en el país.

Hoy la Oficoda Sur tiene la plantilla completa, pero con todo su personal nuevo, todavía precisa ayuda de otras. Por eso a finales del pasado enero la que cerró, para colaborar allá con la información del 2018, fue la del 12 Plantas, que atiende a los Olivos. Ese día llovían las llamadas y las preguntas. Había niños por inscribir, bajas por registrar, leches de tránsito por censar.

En la provincia hay 41 centros de este tipo; en 20 de ellos labora una sola persona. Unas veces dan abasto; otras, no. Los hay con cajas de cartón a modo de cestos de basura, con la taza del baño rajada, con filtraciones en el techo, con las paredes húmedas, con los archivos atestados a más no poder, con las puertas y ventanas raídas. La de Manaca Iznaga comparte espacio con la bodega en un local inconveniente; aunque dicen que pronto eso va a cambiar.

Se escribe a mano, planillas y más planillas de modelos con diferentes nombres. A fuerza de llevar unos 20 o más registros con el control de los víveres básicos y otros renglones; de tramitar altas y bajas; de reponer libretas por extravío o deterioro y realizar otras mil y una diligencias —muchas veces en sillas tremendamente incómodas—, suelen doler las muñecas, los codos, la región cervical.

Por eso, en medio de los habituales cuellos de botella, desesperos y alteraciones que trae cada diciembre, el del 2018 les acarreó a los trabajadores de Oficoda una mezcla de alivio y esperanza. Durante la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el Presidente Miguel Díaz- Canel Bermúdez habló de ellos al abordar el tema de la informatización y la necesidad de automatizar los servicios públicos

“Un ejemplo negativo que vemos son las Oficinas del Registro de Consumidores (Oficodas), donde se encuentra el registro más completo de información en cada municipio; sin embargo, todas las planillas se llenan aún a mano”, diría el mandatario, y agregaría que es allí adonde otros llaman para puntualizar u obtener datos precisos sobre la población de Cuba.

Tras indicaciones de la Ministra de Comercio Interior en algunos centros durante la visita gubernamental, en las que llamó a transformar radicalmente su imagen, las direcciones municipales de ese organismo están instadas a percibir y hacer la diferencia que históricamente no fue marcada. No es lo mismo una unidad de expendio de productos —para comer o utilitarios— que otra donde se atiende público. No, sobre todo si se trata de cuestiones tan sensibles como el alimento del día a día. s

Delia Proenza y y Adriana Alfonso

Texto de Delia Proenza y y Adriana Alfonso
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

2 comentarios

  1. Pregunto,siguen las visitas gubernamentales ,ministros,dirigentes,y cómo se van a resolver el inventario de problemas acumulados durante 50 años,es triste,pues los locales la mayoría son un desastre sin condiciones y los trabajadores siendo la mayoría mujeres ,pasan calor,necesidades de todo tipo y un salario mínimo que cobran y a los tres dias se le acabo y a empezar a preocuparse cómo sobrevivir,es triste,pero me parece ojalá que me equivoque ,pero será muy difícil la recuperación,,pues para que el producto interno bruto logre despegar ,todavía les falta mucho pues prácticamente no se exporta casi nada y entre el turis,o y la venta de los servicios de salud,con la problemática de Venezuela deben estar con menos entrada,la zafra en problemas muy tensa
    Felicito al periódico digital a sus periodista para mí pobre observación ,es el más completo del país,pues aborda temas de la provincia con seriedad objetividad y valentía,los admiro

  2. Probablemente los datos más confiables con que cuenta el gobierno sea los que le ofrece la OFICODA.No hace mucho visite la de Céspedes y la situación es tal y como la describe la periodista con un trabajo heroico por parte de la administradora,Dada las pésimas condiciones laborales y el mísero salario que le pagan.Supongo que a la burocracia no le interesa mucho pues allí no fabrican globos estadísticos

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