«En este juicio se está debatiendo algo más que la simple libertad de un individuo; se discute sobre cuestiones fundamentales de principios, se juzga sobre el derecho de los hombres a ser libres, se debate sobre las bases mismas de nuestra existencia como nación civilizada y democrática». Es el joven abogado Fidel Castro, el 16 de octubre de 1953. Improvisa su alegato de defensa del Moncada, fuera de la Sala del Pleno de la Audiencia de Oriente, donde había comenzado el juicio el 21 de septiembre, y del cual se le separó dos días después, arbitrariamente.
Ahora está a punto de cerrarse la Causa 37 y expone ante el Tribunal la autodefensa del Moncada: «Como resultado de tantas maquinaciones turbias e ilegales, por voluntad de los que mandan y debilidad de los que juzgan, heme aquí en este cuartico del Hospital Civil, adonde se me ha traído para ser juzgado en sigilo, de modo que no se oiga, que mi voz se apague y nadie se entere de las cosas que voy a decir».
Mucho dijo ya en la amplia Sala del Pleno del Palacio. Tanto que el régimen ordenó al Tribunal separarlo de sus compañeros y terminar el juicio a él, en el saloncito de estudios de las enfermeras del Hospital Civil.
Fue ese día 16 de octubre de 1953 cuando Fidel proclamó, enfáticamente, lo que estaba escrito en el programa del Moncada: la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos y subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupasen parcelas de cinco o menos caballerías de tierra, indemnizando el Estado a sus anteriores propietarios… entre las leyes que proclamaba el programa del Moncada, divulgado por él en el histórico alegato, también ordenaba la confiscación de todos los bienes de todos los malversadores de todos los gobiernos y a sus causahabientes y herederos… también declaraba que «la política cubana en América sería de estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del continente…».
Educación y salud para el pueblo cubano, lo planteaba como un problema inmediato a resolver, así como el desarrollo de la industrialización y especialmente «que el turismo podría ser una enorme fuente de riquezas». A ello agregaba la necesidad de resolver el problema de la vivienda. La revolución, desde su triunfo el Primero de Enero, sería, con creces, lo planteado en el programa que Fidel enunció en aquel juicio.
Todos los crímenes fueron denunciados y se dedujeron testimonios de estos para ser juzgados.
El extraordinario alegato de Fidel vio la luz pública en un folleto, en 1954, luego de que él mismo lo reconstruyera en el presidio de Isla de Pinos.
La Historia me Absolverá le valió a Fidel varios doctorados Honoris Causa en universidades de América Latina y Europa. Es un documento que no envejece entre los pueblos del mundo que aún no han alcanzado los objetivos fundamentales de libertad y desarrollo.
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