Desde que la vista acapara todo cuanto sucede en las naves de recría de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Dos Ríos, de la Empresa Pecuaria Managuaco, en Sancti Spíritus, uno se da cuenta de que está en un lugar donde amor y trabajo son un matrimonio armonioso.
Damilki Aguilar Pavón y Nosbis Estévez Machado, dos de las naveras cuneras que allí laboran bien lo saben, porque desde su empeño y su sudor se desbroza un sendero importante para el desarrollo ganadero de la entidad y la provincia.
“Llegué por primera vez a estas naves hace cinco años, buscando trabajo. Me aceptaron, tuve mis temores al inicio, pero con la ayuda y la enseñanza de todos aprendí pronto, dice Damilki.
“Cuidar de los terneros prácticamente recién nacidos, enseñarlos a tomar leche, a comer su papilla, el forraje y tener todo muy limpio y con las máximas condiciones higiénicas lleva un sacrifico que solo se entiende cuando estás dentro de este lugar y con tamaña responsabilidad”.
Y se habla entonces de la disciplina, de la dedicación y la ternura que se precisa para que el quehacer en las recrías tenga resultados positivos.
Así lo vive Nosbis Estévez Machado, llegada desde la oriental San Antonio del Sur, en Guantánamo y quien hace dos años se unió a Damilki para atender juntas 102 terneritos.
“Aquí llegas a las seis de la mañana, con las tareas bien marcadas y con precisión, porque cada una de las atenciones de esos animalitos tiene una hora, y si eres impuntual, las cosas no saldrán bien.
“Es fuerte la pelea, pero reconforta ver como los terneros comienzan a crecer, sanos y saludables. Nunca pensé que podría ser ganadera y ya vez, aquí estoy y bien afincada”, afirma.
A ambas el hogar las ve llegar bien tarde y agotadas, pero no vencidas. Dicen tener en la familia al sostén imprescindible para dedicarse a sus tareas como naveras y criadoras y que sus fuerzas se multiplican cuando estás en un colectivo que te respeta, te protege, te mima y apoya siempre.
¿Qué las mueve a tanta entrega?, inquiero.
“Tener un muy bajo índice de muertes, que puede ser mejor”, responde Damilki, mientras que Nosbis es precisa: “saber que en tus manos tienes el futuro de los rebaños de la empresa”.
Sudan en el ir y venir, alimentando, limpiando, alistando la comida de los terneros. Pero también sonríen, cuando los ven hartos, satisfechos.
“Aquí nos sentimos mujeres felices e importantes, por los que nos tocó hacer y lo logrado. Y ven después, en un tiempito, y verás muchas mejores cosas”, sentencia Nosbis.
Y en la despedida dejan claro que ellas, Damilki y Nosbis, no son las únicas, que hoy en Managuaco, otras mujeres, en sitios similares o en otros diferentes, son imprescindibles si de desarrollo ganadero se trata.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.