Recién llegado a Nueva York el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, para participar en el segmento de alto nivel del 74 período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, hizo vibrar el auditorio al presentar a la prensa nacional y extranjera el proyecto de moción cubana contra el bloqueo 2019.
A grandes rasgos, puede decirse que, empezando por las acciones más recientes de la administración de Trump contra Cuba, el canciller no dejó piedra sobre piedra de los pretextos esgrimidos por el Departamento de Estado en su intento por justificar la expulsión de dos diplomáticos de la isla acreditados como miembros de la legación cubana en la ONU, con la acusación ridícula de que ejecutaron acciones que ponen en peligro la seguridad de la superpotencia.
Sobre esa calumnia en extremo difícil de creer, Rodríguez Parrillla expresó que estas acciones “tienen como objetivo escalar las tensiones bilaterales, provocar el cierre de las embajadas y la ruptura de las relaciones diplomáticas”. La denuncia señala que detrás de tales hechos está la mano de un grupo anticubano reaccionario que se ha apropiado de la política de los Estados Unidos hacia Cuba y América Latina y recalcó que es imposible ignorar que están relacionadas con intereses electorales.
Junto con la advertencia de que Cuba dará respuesta oportuna y adecuada a estas medidas, y el llamado a la comunidad internacional representada en la ONU a repudiarlas, está implícito el rechazo a la presencia de la sede del organismo mundial en Estados Unidos, país que no cumple sus compromisos con Naciones Unidas y que utiliza la negación de visas a mandatarios y jefes de gobierno, de forma arbitraria, como chantaje y arma política.
Para los colegas de la prensa presentes en la conferencia no pasó por alto la precisión de los términos empleados por el Canciller cuando señaló: “Washington está aplicando medidas específicas, no convencionales, que implican un cambio cualitativo, mayor agresividad y extraterritorialidad para impedir el abastecimiento de combustibles a Cuba desde diferentes mercados en Sudamérica, Europa y África Norte”.
Estas acciones, añadió, “incluyen la amenaza directa, la persecución a compañías de transporte de combustible, además de presiones contra gobiernos de registro y bandera de esos buques, y medidas contra navieras y empresas de seguros”, lo que definió de “escalada que persigue efectos disuasivos e intimidatorios destinados a crear dificultades adicionales a la población cubana y a dañar a cada familia y persona”.
Con toda contundencia, el diplomático planteó que el bloqueo a los suministros de combustible constituye una violación inédita al derecho internacional, de las reglas de convivencia de la comunidad mundial, y, a diferencia del pasado, se anuncian, proclaman y ufanan de los efectos que provocan.
El canciller también señaló que a esas medidas se unen el incremento sostenido de otras que obstaculizan el comercio exterior, y el aumento de la persecución de las relaciones bancarias y financieras de La Habana con varios países, al tiempo que recordó que coinciden en el tiempo con la activación de la autorización para presentar demandas ante cortes norteamericanas, sin jurisdicción alguna, en relación con actividades económicas con Cuba, al amparo de la Ley Helms-Burton, aplicada en su totalidad.
Lugar prominente ocupó la denuncia de rodríguez Parrilla acerca de las dificultades crecientes que ha interpuesto el bloqueo a las gestiones de Cuba para la obtención de materias primas destinadas a la elaboración de varios medicamentos esenciales, así como la imposibilidad de adquirirlas con la periodicidad requerida, lo que provoca atrasos en el suministro a la población.
CIFRAS QUE HABLAN POR SÍ SOLAS
Mención aparte merecen las palabras del canciller, cuando dijo que “los daños acumulados por la aplicación del cerco unilateral en estos 60 años, tomando en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, ascienden a 922 630 millones de dólares, mientras que a precios corrientes, totalizan 138 843 millones de dólares”, cifras que no abarcan el impacto de las medidas anunciadas en los últimos meses, que serán contabilizadas para el próximo período, según refirió.
Como elemento de máxima importancia —pues refuta la insania de la versión echada a correr acerca de supuestos daños del bloqueo interno—, Rodríguez Parrilla significó que, solo desde abril del 2018 hasta marzo del presente año el bloqueo causó pérdidas a Cuba ascendentes a 4 343, 6 millones de dólares, según refleja el Informe que será presentado ante Naciones Unidas.
Y viene ahora la conclusión más sorprendente, pues señala que “con los ingresos dejados de percibir por bienes y servicios, y los costos asociados por concepto de reubicación geográfica del comercio que impone a Cuba tener altos inventarios, el Producto Interno Bruto del país habría crecido a precios corrientes, en el último decenio, alrededor de un 10 por ciento interanual”.
Esto quiere decir que Cuba hubiese sido el país de mayor crecimiento económico del mundo, de no haberlo impedido la política criminal de Estados Unidos hacia nuestro pueblo, la que, según todos los patrones internacionales, clasifica como genocidio. Un objetivo priorizado que se evidencia es impedir que el socialismo cubano demuestre su neta superioridad sobre el capitalismo.
UNA BATALLA QUE GANAREMOS
De acuerdo con el canciller, los próximos días 6 y 7 de noviembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas considerará, nuevamente, el proyecto de Resolución titulado Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, y añadió que Cuba cuenta con el respaldo abrumador de la comunidad internacional que el pasado año se pronunció de forma casi unánime contra el bloqueo, al obtener la moción cubana 189 votos.
En lo que se anuncia como un debate mayor incluso al de otras ocasiones, Rodríguez Parrilla apuntó: “Estamos seguros de que la movilización del propio pueblo estadounidense, de la comunidad internacional y, sobre todo, la movilización consciente de nuestro pueblo, harán prevalecer la justicia y la verdad, e imposibilitará al gobierno de EE. UU. continuar la aplicación de una política que le provoca descrédito y aislamiento”.
Seguidamente destacó que el pueblo cubano y la opinión pública internacional ganan conciencia y responsabilizan de manera directa a Estados Unidos por las carencias cotidianas que provocan las más recientes medidas aplicadas por ese gobierno. El dignatario subrayó la certidumbre de que Cuba logrará sortear la situación generada por las medidas de asfixia del imperio y alegó que el país dispone de las herramientas e instrumentos —incluso en mejores condiciones que en otras épocas— para enfrentarlas. Ya en el intercambio con los periodistas, el jefe de la diplomacia isleña sentenció que EE. UU. no arrancará ninguna concesión política al Gobierno cubano y apuntó que “han fracasado durante seis décadas y seguirán fracasando; ya están fracasando. La dignidad de Cuba no se negocia y el país jamás se amedrentará ante calumnias, amenazas, ni cederá a chantajes”, sostuvo.
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