Tal vez los pobladores que peinan canas sean a los que más impacte el nuevo barrio que se incorpora al poblado, no solo por tratarse de casi 50 casas que harán la novedad una vez queden habitadas; es que muchos de ellos recuerdan todavía al Mayajigua de antes, un conglomerado de ranchos que al paso de los años ha ido transformando su fisonomía urbana.
Las nuevas casas que le nacen a Mayajigua se funden a una historia constructiva que perdurará en la memoria del pueblo si consideramos que allí está el polígono del resurgir de la tipología Sandino en Sancti Spíritus; sin embargo, la nota singular desde el lado humano proviene de esa hornada de constructores llegados de los más variopintos perfiles de las ramas agropecuarias.
CONSTRUCTORES DE COSTA A COSTA
A más de 20 meses del estrujón de Irma nadie pondrá en duda que la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro, enclavada en La Sierpe, ha sido una de las grandes protagonistas de la recuperación en Yaguajay. Luego de participar en la ejecución de las casas de tabla de palma en Seibabo tienen a su cargo el mayor lote de viviendas en el reparto Frente Norte de Las Villas, como se le denomina al barrio cuya edificación comenzó en marzo del 2018.
“En estos momentos hay 48 viviendas en ejecución, 16 asignadas a la entidad arrocera; las restantes se reparten entre las empresas de Suministros Agropecuarios (Sancti Spíritus), Obdulio Morales (Yaguajay) y Cubatabaco (Cabaiguán)”, explicó José Pérez García, un jubilado que ante la necesidad volvió a calzar los arreos constructivos y funge como técnico de la obra.
“Asimilamos esta tipología porque en la zona había un material en reserva y se decidió aprovechar el recurso dada la situación con las viviendas luego del paso del ciclón. No teníamos experiencia con este sistema, mucho menos los obreros de la arrocera, acostumbrados a otros oficios; sobre la marcha todos tuvimos que aprender del sistema Sandino” detalló José Pérez.
Además de la novedad que supone retomar la tipología —una solución constructiva de prefabricado de pequeño formato empleada de forma masiva en Cuba en las primeras décadas de la Revolución—, Pérez García asegura que se ha intentado garantizar la calidad de forma aceptable según las especificaciones del proyecto. “Es una vivienda de urgencia, pero tiene un valor; debe quedar bien hecha, por eso nos enfrascamos en hacer cada paso lo mejor posible”, expresó.
¿Cómo ha podido moldear a una fuerza acostumbrada a las terrazas y potreros?, indagó Escambray.
“Cuando el obrero es bueno en el trabajo, no importa su oficio, se deja guiar para mejorar su desempeño y sobre todo tratar de aprender. Claro, lo principal es que ellos han tenido deseo, se han tomado esta tarea muy en serio, ni reparan en que se desplazan de una costa a otra o en que están albergados, lejos de sus casas. Al enterarme de que los constructores que tendría eran arroceros pensé: ‘¡Oh!, me voy a volver loco’; pues nada, nos hemos entendido, algunos hacían labores de construcción, han aprendido mucho y en esos primeros cuatro módulos terminados vea los resultados”.
COMO SI FUERA LA TERRAZA
La tropa de la Arrocera llevó a Mayajigua los mismos códigos laborales establecidos en Peralejos, Mapos o Las Nuevas: aprovechamiento de la jornada, organización del trabajo, disciplina y cumplimiento de lo programado.
Yunier Batista Peña, ejecutor de la obra, tuvo su bautizo constructivo en las casas de Seibabo y a la vez reconoce que el barrio de Mayajigua no ha sido una encomienda fácil. “Todas las fases han dado trabajo, aunque lo más difícil fue echar los cimientos, eso lleva una medición fina, no puedes fallar ni un milímetro; pero hay que echar p’lante, acabar estas casas lo más pronto posible porque hay familias esperando”.
Rubén Calzada Calzada, un integrante de la Unidad Básica de Producción Cooperativa Mapos, había cursado de joven la escuela de la Construcción, pero fue el panorama dejado por el huracán Irma quien lo llevó a mutar de obrero agrícola a albañil.
“Usted no se imagina las ganas que tengo de estar metido otra vez en un campo de arroz, pero esta obra es la terraza que nos toca ahora, requiere sacrificio y estamos dando el máximo para dejarle a este pueblo nuevas casas; fíjate, que no están terminadas y ya la gente lo agradece. Bueno, si cuando regrese a La Sierpe me toca enrolarme en la construcción de viviendas que se anuncia por allá, no me asustaría seguir con la cuchara de albañilería”.
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