Más de cuatro décadas bajo la égida de Camilo (+fotos)

A 60 años de la desaparición física del Héroe de Yaguajay, la Escuela Militar que lleva su nombre en Sancti Spíritus sobresale entre las de su tipo en el país.

Las clases de Infantería contribuyen, entre otros objetivos, al buen porte y aspecto de los estudiantes. (Foto: Vicente Brito / Escambray).
Las clases de Infantería contribuyen, entre otros objetivos, al buen porte y aspecto de los estudiantes. (Foto: Vicente Brito / Escambray).

Quienes allí estudian se distinguen por su impecable vestimenta verde olivo; también por su comportamiento, en el que sobresalen la cortesía, la puntualidad y otras señales de buena educación. Suelen ingresar al centro una vez titulados del noveno grado; se forman como bachilleres en ciencias y letras, pero reciben, adicionalmente, asignaturas y contenidos que les garantizan altos valores políticos, morales y disciplinarios.

No podía ser de otro modo cuando se habla de un centro que lleva el nombre de Camilo Cienfuegos, el guerrillero rebelde de quien emanaban alegría y naturalidad, pero también responsabilidad y compromiso; el que, a decir de Fidel luego de la trágica noticia de su desaparición, en octubre de 1959, se multiplica en el pueblo de Cuba.

A la entrada del centro crearon un pequeño parque dedicado a jubilados y fundadores. (Foto: Vicente Brito / Escambray).

Una vez egresados del centro y graduados de las instituciones docentes de nivel superior de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) u otros centros universitarios del país, “los Camilitos” servirán a ese órgano armado, en calidad de militares o civiles. Enclavada en el área norte de la cabecera provincial, en la carretera hacia Zaza del Medio, la escuela que ahora los acoge en territorio espirituano nació 41 años atrás. Sus graduados suelen distinguirse entre quienes concluyen la enseñanza Media Superior por estos predios.

Al término del curso precedente el centro se erigió como el segundo mejor entre los 18 de su tipo en el país, con un 94.6 por ciento de promoción y un 90,4 por ciento de calidad. El número de jóvenes que han hecho suya esta casa de estudios y salieron de ella coronados por un título asciende ya a 3 962.

Fue inaugurada el 23 de septiembre de 1978, bajo las riendas de un director al que todavía todos recuerdan o evocan con suma gratitud: Juan Brown Cárdenas. Pero los años no parecen haber pasado por el recinto, y si algo cautiva desde que se entra al mismo es la apariencia de los edificios —con la imagen de Camilo a un lado — que, pese a no recibir pintura desde hace una década lucen casi como nuevos. También enamoran los pasillos, de un piso brillantísimo y ambientados con gusto, como los locales.

Pese a que la pintura de los edificios data de una década atrás, el centro se mantiene hermoso. (Foto: Vicente Brito / Escambray).

Elieser Conrado Duardo, teniente coronel, quien cursa su tercer año como director, habla con orgullo de un alumnado compuesto por 269 discípulos y también de los trabajadores, que suman 165. Según su valoración, todos muestran un sentido de pertenencia que es, a su juicio, la clave del éxito.

Con una veintena de docentes menos que lo requerido, a quienes suplen varios contratos, así como cadetes que realizan allí sus prácticas docentes, han conseguido la reincorporación de algunos profesores. Pero la estabilidad del claustro, al que no pocos regresan inmediatamente después de la jubilación, es uno de los pilares sobre los que se sostiene la calidad de la escuela.

Cuentan que es fácil impartir clases allí, por la disciplina que se respira en las aulas y por el respeto que se profesa a los educadores. No sin limitaciones de recursos, asegura Elieser, el personal de aseguramiento logístico también consigue sobrellevar con éxito cada jornada. En particular la familia, alega el director, desempeña un papel importante al colaborar con la labor formativa de la institución. “La escuela será la segunda casa cuando la casa sea la primera escuela”, leyó alguna vez, y desde entonces esa es su máxima.

El teniente coronel Elieser Conrado Duardo, director, habla con orgullo del alumnado y de los trabajadores. (Foto: Vicente Brito / Escambray).

Durante todos estos años, las galas político-culturales, organizadas con su propio potencial de aficionados y en colaboración con las direcciones de Cultura, han sido catalizadores de dinamismo y creatividad. “Se van y esta sigue siendo su escuela. Hay entre los padres quienes fueron camilitos y siguen enamorados del centro”, aseguran allí. Y la rutina resulta interesante, tal vez porque las clases se imparten, como regla, con altas dosis de creatividad, o porque las materias que demandan de preparación física y militar transcurren en un ambiente de disciplina y comprensión, como cabría esperar de Camilo.

Ya no se celebran las fiestas colectivas de 15 que lustros atrás devenían ocasiones exclusivas, pero mantienen las atenciones especiales con las quinceañeras, a quienes les permiten algún que otro “capricho” en ese aniversario. El caso es que “los Camilitos” no se despintan. Respiran aire propio, salpican con su exclusividad el acontecer académico espirituano a las puertas de la universidad y atraen, como antes.

Profesoras como Flor María Perdomo se jubilaron, pero enseguida volvieron al aula. (Foto: Vicente Brito / Escambray).

Tal vez la clave esté, además, en no desligarse del pasado, en mantener tendidos lazos de afecto que alcanzan no solo a quienes se jubilaron, sino también a los fundadores. Por ello crearon un pequeño parque dedicado a los que ya no están allí, en el que una de las iniciadoras propuso plantar un flamboyán que sustituyera al antiguo. Porque en aquel centro se rigen por un razonamiento que ojalá todos aplicaran: “Debemos hacer por los que envejecieron lo que nos gustaría que hicieran por nosotros cuando lleguemos a esa edad”.  

Delia Proenza y y Adriana Alfonso

Texto de Delia Proenza y y Adriana Alfonso
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

2 comentarios

  1. Evis D Valdes Ramirez

    estoy por lo planteado por Davis, yo me gradue del centro en el curso 1991- 1992 es decir hace 27 año y todavia recuerdo el centro con mucha alegria, al cual le agradesco todo lo que e logrado en mi vida profesional como licenciado en contabilidad y finanza, y a Juan Brown Cárdenas lo recuerdo como un director recto pero sensible a los problemas de sus alunmos es un gran educador y en la actualidad mentengo amistad con el.

  2. Cuantos lindos recuerdos de mi época en los camilitos, cuantos amigos….y es muy cierto disciplina y responsabilidad, valores que muchos obvian en estos tiempos. Un aspecto a resaltar…como es posible que se mantenga una imagen de orden y limpieza????? Esta debería ser una premisa a considerar y tener en cuenta en otros planteles educacionales. He dicho.

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