Por casi 30 años, la presencia de un profesional de la salud cubano en Ecuador constituyó algo natural, sobre todo en comunidades alejadas de este país sudamericano, donde el gobierno nacional decidió finalizar la colaboración en salud, entre ambos países.
El anuncio,
realizado por la ministra de gobierno María Paula Romo, en los primeros días de
noviembre, sorprendió a muchos y disgustó a una buena parte de la población,
para quienes los miembros de la Brigada Médica Cubana resultaban ángeles de la
vida y la esperanza.
Ciertamente, el archipiélago caribeño llevó un ejército a territorio
ecuatoriano. Miles de soldados de batas blancas compartieron sus conocimientos,
solidaridad y altruismo con la población de la Mitad del Mundo, sobre todo, con
los más necesitados e, inclusive, en lugares donde escasamente se había visto a
un médico.
En 1992 arribaron a Quito los primeros profesionales de la salud y desde
entonces, hasta el cierre del acuerdo de cooperación, un total de tres mil 565
especialistas prestaron servicios en la nación andina.
La cobertura en salud, por parte de galenos, técnicos y enfermeros cubanos en
Ecuador llegó a 23 de las 24 provincias, con excepción de Islas Galápagos.
Y aunque algunos han intentado restar crédito a la labor desplegada por la
brigada, el agradecimiento del pueblo y los números, dejan claro que Cuba marcó
con huellas indelebles las vidas de millones de personas en este territorio
andino.
Baste decir que los médicos cubanos realizaron seis millones 800 mil consultas
médicas, durante su estancia en esta nación sudamericana y realizaron 212 mil
360 intervenciones quirúrgicas, además de asistir tres mil 548 partos y aplicar
100 mil 84 dosis de vacunas para diversas enfermedades.
Los estimados indican al menos 183 mil operaciones oftalmológicas, con impacto
positivo sobre todo en los sectores con menos ingreso, que recibieron asistencia
y cuidados, completamente libre de costo.
Los médicos cubanos llegaron a lugares remotos, donde no solo consultaron,
diagnosticaron y curaron, sino que también convivieron con familias, creando
nexos que serán difíciles de romper, a pesar de los intentos de restar valor a
la labor desplegada.
La obra de esos profesionales, no solo se vio en los centros asistenciales y
las comunidades, pues también estuvo presente en programas sociales como la
Misión Solidaria Manuela Espejo, que en 2009 llevó a cabo un Estudio
Psicosocial, Pedagógico y Clínico Genético de ciudadanos con discapacidad, en
el cual jugaron un papel preponderante.
Con esa iniciativa, liderada por el entonces vicepresidente de la república,
Lenín Moreno, quien hoy, en su calidad de jefe de Estado determinó poner fin a
la cooperación bilateral, fueron atendidas 825 mil 576 personas, de quienes 35
mil 257 recibieron consultas especializadas de Neurofisiología y
Otorrinolaringología, mientras que 21 mil 62 pudieron acceder a estudios de
genética clínica.
La Mayor de las Antillas también dio el paso al frente para ayudar en
situaciones de emergencia y desastre, aún sin establecer a sus médicos aquí.
En 1986, colaboraron cuando el país fue afectado por intensas lluvias, mientras
que en 2001 también apoyaron para combatir una epidemia de dengue y en 2016,
según indicó el entonces presidente de la república, Rafael Correa, los cubanos
fueron los primeros en llegar para atender a afectados por el terremoto de
magnitud 7,8, con epicentro en la ciudad de Manabí, pero que ocasionó severos
daños en gran parte de la región costera ecuatoriana.
El mayor grupo de especialistas, llegó a esta nación a partir del acuerdo
suscrito por ambos gobiernos en 2013, para establecer aquí una Brigada Médica.
Atención de calidad y con calidez, marcada por el humanismo que caracteriza a
los graduados de medicina en Cuba, fue lo que ofrecieron en todos los rincones
donde se establecieron.
De esa colaboración, surgieron convenios en ramas como epidemiología,
trasplantología, fisiatría y rehabilitación e imagenología y radiología, así
como en oftalmología y angiología, además de colaboración docente.
Cada día de trabajo constituyó un reto, una meta, un nuevo objetivo para cada
uno de esos profesionales, que enfrentados a otras circunstancias, entregaron
en cada atención profesionalismo y amor.
La partida de la Brigada Médica, satisfecha por el deber cumplido y
entristecida por dejar pacientes pendientes y cariño sembrado de ambas partes,
se hizo en dos grupos, con una salida por Guayaquil y otra por Quito.
Las muestras de afecto y agradecimiento fueron incontables en los días previos
al retorno e incluso en las terminales aéreas, a donde acudieron algunas
familias a despedir a sus doctores.
Cuba deja un pedazo de su corazón en la tierra de Eloy Alfaro y se lleva parte
del alma de esta población agradecida y la experiencia que le aportó a sus
profesionales de la salud el trabajo en la Sierra, la Costa y la Amazonía.
‘No duden en nuestra disposición de retomar la asistencia, siempre que nos sea
requerida’, afirmaron los colaboradores, en un mensaje final a la ciudadanía,
porque, como dijeron, su partida no constituye un adiós.
Sus huellas quedan en ancianos, niños, recién nacidos, personas trasplantadas
que hoy tienen buena calidad de vida, pacientes que nunca creyeron volver a
disfrutar de los bellos paisajes ecuatorianos y que recuperaron la visión y
quienes volvieron a caminar o a mover sus miembros, luego de ser atendidos por
fisiatras y fisioterapeutas.
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