No hay recodo de la ciudad del Yayabo que no conozca. Igual sucede con esas múltiples historias de esa urbe que dormitan ante los ojos con pocas luces. Indaga, escudriña, lee, busca hasta sosegar tanta sed de saberes. Siempre ha sido así, incluso desde aquellos días en la escuela primaria cuando perdió su nombre de pila: Juan Eduardo Bernal Echemendía, para simplemente ser Juanelo, un apodo que camina a la usanza de los personajes de su propio texto Gente que la calle conoció.
Bohemio de traje criollo y sombrero, ha sabido, con Martí en la mano, construir su propio estilo de vida personal y profesional. Tanto es así, que su lugar en la historia de la Cultura cubana ha sido ganado con creces. No solo se lo ha concedido su decena de libros, sino constituir un promotor incansable, sin precedentes en esta tierra.
“Me interesa la poesía, pero sobre todo la memoria cultural de Sancti Spíritus. Escribo el género literario, según la necesidad, lo que me resulta más importante es asumir una responsabilidad con el creador que fui y con el que soy. De lo que sí me vanaglorio es de mi labor como promotor cultural, porque soy muy activo y responsabilizado con mi época”, son las cartas de presentación de quien, además, funge como presidente de la filial espirituana de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM).
Un pensamiento acomodado a un cuerpo de 65 años y a una mente en constante revolución, según el contexto en que vive. Un díscolo eterno que dio sus primeros pasos en un movimiento juvenil que le abrió sus puertas por tanto derroche de talento. Y es que Juanelo forma parte también de la historia de la Asociación Hermanos Saíz (AHS). Fungió como su presidente, justo en la época en que nació al fundirse con otros colectivos existentes en el país para convertirse en la organización que desde hace 33 abriles apuesta por agrupar la vanguardia menos experimentada.
¿Cuándo llegas a ese colectivo?
Era entonces la Brigada Hermanos Saíz, la cual trascendió por intereses que fueron verdaderamente complejos dentro de la historia cultural cubana. Una poetisa de Jatibonico me dijo que presentara dos o tres de mis poemas y, si consideraban que tenían decoro, me aceptarían. Estoy hablando de 1979-1980.
¿Cómo era entonces el movimiento artístico juvenil espirituano?
Muy inquieto y muy contestatario, en el mejor sentido de la palabra. Se manifestaban de manera permanente sobre los sucesos culturales de la época, no solo espirituanos, sino de cualquier parte. Jóvenes que no aceptaban de primera propuesta lo que surgía a veces de las organizaciones más establecidas. Hablo de una época en que las instituciones culturales no tenían la misma fortaleza de hoy y por lo tanto la necesidad de la búsqueda del conocimiento, la inquietud y de ser un poco sujeto activo en el contexto espirituano condujo a que naturalmente esa información se hallara de forma personal, más que institucional.
¿Cuánto le ha aportado el pensamiento joven a la Cultura cubana?
No hay proceso cultural, político, filosófico… sin la presencia de los jóvenes. Las personas de mucha edad difícilmente se dedican a organizar procesos. Por eso cuando los protagonistas envejecen se hacen acompañar de jóvenes que dotan a esos procesos de sus ideas, experiencias…
¿Es la AHS una organización necesaria?
“Hay que mirar la exigencia que tiene el tiempo. Cuando en 1986 se fusionó la Brigada Hermanos Saíz con la Brigada Raúl Gómez García y el Movimiento de la Nueva Trova fue una decisión inteligente y apropiada porque estábamos muy cercanos a los proyectos de creación. Sirvió para demostrar que era necesario crear un sentido de unidad de todos los jóvenes creadores, que ya de manera natural existía. Lo que no puede perderse es la necesidad de transformar, sean en grupos mayores o menores. Jamás la juventud y sus instituciones pueden echar a un lado el empuje transformador porque si no se acaban y se culmina también la capacidad de crear”, acota.
Precisamente esa constancia en cambiar lo necesario la vivieron con intensidad Juanelo y los jóvenes asociados de aquellos primeros tiempos, quienes enfrentaron obstáculos propios de los años 80, como exigir que se les otorgara una sede que sirviera como guarida al colectivo. Tras su despedida como presidente durante seis años y miembro activo, conoció la grata noticia de que la vivienda ubicada en Céspedes Norte, entre Comandante Fajardo y Frank País, abría sus puertas con esa función hasta hoy.
“Muchas fueron las discusiones para que se entendiera la necesidad de tener una Casa del joven creador en Sancti Spíritus y otra en Trinidad. Fue complejo que se comprendiera que la AHS tiene un discurso propio y también una inquietud indispensable”, rememora.
¿El hecho de ser miembro de una asociación te garantiza ser de vanguardia?
No. Se es vanguardia cuando se tiene una voluntad de cambio, una actitud de transformación todos los días, cuando se piense en uno y en el futuro. Por lo tanto, para mí la vanguardia son esas personas que como grupo representan la inquietud y la inconformidad.
¿Te despediste en 1991 completamente de la AHS?
Nunca me he alejado, porque he estado muy cerca de los proyectos de la juventud. Ella representa el aliento nuevo y la voluntad de transformación. Para mí significa estar cerca de aquello que me permite entender que mi obra tiene, tal vez, que cambiar a partir de la propuesta que los jóvenes hacen desde un tiempo nuevo.
Juanelo es un ser humano excelente pero también un intelectual de vanguardia al que admiro sobre todo porque nunca se ha ido de Sancti Spiritus a buscar protagonismo en la capital u otro lugar se ha apegado a nuestro terruño y ya forma parte de nuestra cultura guayabera. Un saludo cordial para él pues hace mucho tiempo que no lo veo
Fue un privilegio haberlo tenido de profesor, son de los profe que un alumno nunca olvida. Un saludo desde Luxemburgo de sus siempre alumnos Nancy e Ismael
De los pocos que se ocupan seriamente por la herencia cultural de la patria chica,maltratada fisicamente por la irresponsabilidad y la desidia,Por eso aplaudo a Juanelo que se ocupa del alma de nuestro amado Santile que esta en sus personajes,costumbres y cultura