Nadie sabe cuánto más hubiese durado la guerra de liberación nacional iniciada por Fidel Castro a finales de 1956, si con su visión político-estratégica el Comandante en Jefe no hubiese decidido el envío en agosto de 1958 de las dos columnas invasoras que, al mando de los Comandantes Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara, llegaron al norte y al centro de la antigua provincia de Las Villas en la primera quincena de octubre de 1958.
Cuando Guevara alcanza las montañas, encuentra en su última etapa una carta amenazante y grosera firmada por el titulado Comandante Jesús Carrera, del II Frente Nacional del Escambray, en la que intentaba delimitar territorios y reclamar para esa facción armada el control sobre todo el lomerío escambraico.
No se trata de reflejar aquí la compleja madeja de intrigas y desafueros realizados por el II Frente, desde la usurpación que su jefe, Eloy Gutiérrez Menoyo, cometió al apropiarse de la mayor parte de los efectivos, las armas y el nombre de ese frente de lucha que, a costa de grandes esfuerzos y sacrificios, el Directorio Revolucionario desplegó a partir del fracaso del asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957.
Baste decir que, bajo el nombre de Directorio Revolucionario 13 de Marzo, reflejado en los brazaletes de sus combatientes como DR-13-M, esta organización que se vio reducida por la traición en julio de 1958 a solo 30 a 35 hombres, quedó muy debilitada y solo a golpe de tesón de sus dirigentes encabezados por Faure Chomón Mediavilla, pudo ir recuperando fuerzas e incrementando efectivos, a la vez que mejoraba la logística en sus reductos de El Algarrobo y Dos Arroyos.
En la zona norte, donde operaban el Destacamento Máximo Gómez, del Partido Socialista Popular y el Marcelo Salado, del Movimiento 26 de Julio, la situación era un tanto menos complicada, aunque el jefe de este último, Víctor Paneque, no hacía ningún esfuerzo por acercarse “a los comunistas”, a quienes veía bajo el prisma de sus prejuicios, teniendo ambos como desventaja, la escasez y precariedad de sus armas, compuestas en su mayor parte por viejas escopetas y fusiles de poco calibre.
No se puede negar la beligerancia del Directorio, que incluso en la noche del 13 de octubre de 1958 realizó sendas acciones comando contra Fomento y Placetas en auxilio de la Columna del Che, para facilitar su llegada al macizo de Guamuhaya, pero sus operaciones y las que se realizaban al norte del territorio central, eran aisladas y revistieron siempre un carácter táctico, incapaces por si solas de dar un viraje estratégico al curso de la guerra.
MEJOR ESTRATEGIA: EL ATAQUE
Convencido el argentino de que a los grandes males que azotaban al Escambray debido a la línea sectaria de los personeros del II Frente, no se les debía poner fin por medio de la fuerza, decidió, junto a la jefatura del Directorio y en coordinación con Camilo Cienfuegos, aislar políticamente a aquellos individuos —quienes por propia iniciativa se habían concentrado al oeste de Topes de Collantes y el norte del Circuito Sur, hasta las cercanías de Cumanayagua— y emprender sin pérdida de tiempo acciones militares contra las posiciones del régimen en el llano.
No era un secreto que en todo el territorio villareño la correlación de fuerzas había cambiado en favor de los revolucionarios verdaderos, pues en el Escambray, a los cerca de 70 hombres que tenía por entonces el Directorio se habían sumado los 140 de la Columna No. 8, que junto con los 200 del Comandante Víctor Bordón sumaban más de 400 con más y mejores armas; mientras en el norte Camilo y su tropa bien amada, agregados los combatientes del Comandante Félix Torres, y los del Destacamento Marcelo Salado, ascendían de conjunto a casi 250.
Descartada la idea de someter a los sectarios en una confrontación que nada habría aportado al ideal liberador, el Che decidió que el incremento radical de las acciones contra el régimen elevaría en flecha el apoyo popular al Ejército Rebelde, aumentaría sus áreas de influencia, mejoraría su logística y nutriría las filas guerrilleras con nuevos combatientes.
Además, una campaña exitosa prepararía el terreno para empeños mayores. Con su aguda inteligencia, el argentino había observado que el oportunismo, la falta de principios y la inacción de aquellos elementos a los que había llamado comevacas eran los principales enemigos de Menoyo y los suyos…
Se estableció entonces de facto una especie de emulación entre el Frente de Las Villas y el Frente Norte y entre Camilo y Che, donde cada uno realizaba cada vez acciones más audaces en su camino a la victoria final. Camilo fue el primero en golpear, el 22 de octubre con una emboscada en el Circuito Norte que dejó un saldo de siete soldados muertos, cinco heridos y varios prisioneros.
El Che responde el 26 de ese mes con el asalto al cuartel de Güinía de Miranda, que se rinde en las primeras horas del 27, y Camilo vuelve a las andadas el mismo día con otra emboscada, de nuevo en el Circuito Norte, y esta vez el ejército sufre siete bajas fatales, cinco heridos y 14 prisioneros, además de perder 22 fusiles Springfield, cuatro carabinas San Cristóbal y otras armas y enseres, que quedan en manos rebeldes.
En este toma y daca con Camilo, el Che y Chomón envían sus guerrillas sobre Caracusey, en la carretera Trinidad Sancti Spíritus, hacen emboscadas, en las vías de comunicación, capturan rastras y camiones cargados de víveres y combustible —incluso en la ciudad de Sancti Spíritus—, aumentan la red clandestina en las zonas urbanas, hacen incursiones a ciudades y pueblos y castigan a chivatos y esbirros del régimen, además de multiplicar los sabotajes sobre puentes y alcantarillas en las distintas vías, así como contra las redes eléctrica y telefónica.
Camilo no se queda atrás, y entre el 28 y el 31 de octubre, fuerzas de la Columna Mixta y de los Destacamentos Máximo Gómez y Marcelo Salado, del Partido Socialista Popular y el Movimiento 26 de Julio, respectivamente, asaltaron carros ferroviarios, ocuparon bateyes, sabotearon líneas de transmisión telefónicas y eléctricas, quemaron puentes y destruyeron la estación de ferrocarril, la oficina de correos y la Alcaldía de Perea.
Del primero al 3 de noviembre las fuerzas del Che y Camilo actúan contra los preparativos de las elecciones fraudulentas que organizó el régimen con el propósito de perpetuarse bajo un viso de falsa legitimidad. El 24 de noviembre el hombre del sombrero alón toma el cuartel de Zulueta con balance de cuatro heridos y siete prisioneros y la captura de 13 armas largas, municiones y pertrechos, mientras el Che y los suyos hacían otro tanto en el sur y el centro de Las Villas, lo que determinó el fracaso de la farsa comicial en todo el territorio.
EL TODO POR EL TODO
La secuencia al parecer imparable de las acciones rebeldes en Las Villas, una vez concluido el viciado proceso electoral a inicios de noviembre de 1958 y que dieron el triunfo al politiquero batistiano Andrés Rivero Agüero, convenció a la cúpula militar y política de la dictadura, que debían hacer un esfuerzo decisivo para cortar el curso de los acontecimientos, con la secreta consigna de “aguantar el embate guerrillero hasta el 24 de febrero de 1959”, día en que debía asumir Rivero Agüero como presidente.
Esto se hacía bajo el cálculo de que la situación política podía cambiar a favor de la continuidad del régimen bajo el liderazgo de una figura menos contaminada que Batista y, en última instancia, si ocurría lo peor, ya no sería al General a quien derrocaran sus enemigos, sino a un sucesor “elegido por el pueblo”.
El esfuerzo militar que debía cambiar el curso de la guerra en la región central de Cuba se tradujo en la ofensiva lanzada por más de 1000 soldados con apoyo de blindados, artillería y aviación sobre la Comandancia del Che Guevara en El Pedrero, iniciada el primero de diciembre de 1958 y que culminó en derrota el 5 de diciembre tras tenaces combates.
Ese violento ataque no pudo impedir la firma en el poblado situado en las estribaciones del Escambray fomentense, del conocido Pacto del Pedrero, entre el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario, al que días más tarde se sumó el Partido Socialista Popular y, aunque apenas se menciona, hubo un compromiso formal por esos días entre el II Frente y los dos movimientos primero señalados, en los que este asumía sus compromisos militares y políticos que, mal que bien, mantuvo en las pocas semanas que faltaban para el triunfo del primero de enero de 1959.
Sin embargo, el mal ya estaba hecho y los jefes principales del II Frente no dejaron nunca de ser lo que siempre fueron: testaferros de una fuerza política ajena, como la Organización Auténtica del expresidente Carlos Prío, con la cual habían pactado secretamente en Miami por los días en que Chomón preparaba en Estados Unidos su expedición a Cuba, con lo que incurrieron en deslealtad y traición a sus compañeros de lucha y a los héroes y mártires del 13 de Marzo.
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