Ofrendas florales del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, acompañaron las honras fúnebres del Cardenal Jaime Ortega Alamino, fallecido el viernes último en esta capital, a los 82 años de edad, tras una larga batalla contra el cáncer.
En una repleta Catedral de La Habana tuvo lugar la misa de exequias, a la que asistieron Salvador Valdés Mesa, Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros; Esteban Lazo Hernández, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular; y Roberto Morales Ojeda, Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, todos miembros del Buró Político.
A despedir al Cardenal Ortega Alamino acudieron igualmente otros dirigentes del Partido y el Gobierno y representantes de organizaciones religiosas y de la sociedad civil cubana, así como también autoridades eclesiásticas llegadas de otros países, entre ellas el Cardenal Sean O´Malley, Arzobispo de Boston, EE.UU.
En la ceremonia, Monseñor Jean Francois Simonart, encargado de negocios de la Nunciatura Apostólica en La Habana, leyó el mensaje del Papa Francisco, enviado a través de un telegrama por el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin.
El Sumo Pontífice manifestó así sus más sentidas condolencias y paternal cercanía a los familiares del fallecido, al igual que al clero y a los fieles de la Arquidiócesis de San Cristóbal de La Habana.
La homilía en esta misa exequial en el sufragio por el eterno descanso del Cardenal Ortega Alamino, estuvo a cargo del actual Arzobispo de La Habana, Monseñor Juan de la Caridad García Rodríguez, quien hizo una semblanza del fiel pastor y celebró y agradeció como un regalo su vida e inspirado y ejemplar sacerdocio.
De Ortega Alamino habló como un pensador, creador, amigo de la cultura, y destacó que pontífice fue, porque esa palabra significa quien tiende puentes y eso hizo el Cardenal Jaime para tratar de que quienes estaban en orillas distintas –geográficas, religiosas, filosóficas o políticas- se encontraran para el mutuo conocimiento y el diálogo.
Y es que conocido es el significativo aporte que a la fluidez de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado cubano brindó el Arzobispo Emérito de San Cristóbal de La Habana, quien fue, además, portador de misivas del Papa Francisco a los presidentes Raúl Castro Ruz y Barack Obama, como contribución al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos.
De cuerpo presente, ataviado con la casulla roja, el anillo, la mitra y el báculo, todos símbolos cardenalicios, fue velado el Cardenal durante tres días, antes de ser colocados esta tarde sus mortales restos en un féretro, que permaneció en el piso, delante del altar y con los Evangelios encima durante esta Santa Misa.
Concluida la ceremonia, el féretro fue llevado fuera de la Catedral por los Obispos de Cuba en medio de una interminable salva de aplausos, el tañido de las campanas y cantos religiosos, emotiva despedida y un último saludo al que fue anfitrión de los tres Papas que han visitado la Antilla Mayor: Juan Pablo II (1998), Benedicto XVI (2012) y Francisco (2015).
Desde la que por mucho tiempo fuera su parroquia y pasadas las cinco de la tarde de este domingo, partió el cortejo fúnebre rumbo a la necrópolis Cristóbal Colón, en la capital cubana, para el entierro, en el Panteón de los Obispos.
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