Mantener una familia hoy en Cuba con 300, 400 o hasta 500 pesos es vivir con la soga al cuello. Durante años y años miles de trabajadores del Estado esperaron pacientemente un aumento de salario, pero si no se presentaba un obstáculo se presentaba el otro. Ahora mismo, cuando la máxima dirección del país anunciaba casi un segundo período especial, parecía el momento más poco propicio para el tan esperado incremento de sueldo.
Y justo cuando muchos comenzaban a experimentar aquel agotamiento que se resume en ese cubanísimo refrán de “cuando la mona no quiere cargar al hijo”, en alusión al cansancio, al desaliento, a la incredulidad, apareció esa noticia salvadora para más de 2 750 000 coterráneos.
Ahora mismo me arriesgo a un criterio que bien pudiera considerarse prematuro y hasta pasional: incluso si en los próximos meses se cumpliera el vaticinio de las peores auras tiñosas y esa decisión se convirtiera en sal y agua porque suban los precios o se dispare la inflación o se desabastezcan los mercados o las nuevas tarifas tampoco alcancen para comprar un refrigerador o visitar Cayo Coco —como todos seguimos con derecho a soñar—, continuaré pensando que valió la pena arriesgarse.
Porque nada peor que la desesperanza, que la inercia y el inmovilismo. El país ya necesitaba algunos cambios audaces para no seguir cocinándonos en la misma salsa. El subión de salario resulta, por inmediato y tangible, la punta más visible y comentada del iceberg porque en realidad resultó bien significativo para las actuales circunstancias e impacta a sectores que deciden en servicios decisivos para la familia cubana: todos queremos mejores maestros y escuelas para nuestros hijos como primera garantía para el futuro, y todos queremos mejores hospitales y consultorios donde atender a los enfermos de la casa.
Las opiniones no cesan y en su mayoría reflejan agradecimiento y satisfacción con este aumento que, por incluir, suma hasta a los recién graduados. No faltan cuestionamientos y comparaciones. La mejora no beneficia a todos, otros estudios continúan realizándose en sectores puntuales y al menos este deviene un primer paso.
Un primer paso para comenzar a invertir esa pirámide al revés que tanto ha influido en la desprofesionalización de no pocos sectores para aprovechar el competente potencial humano con que cuenta el país, para sacarle el quilo a la laboriosidad y creatividad probada de los cubanos, para contribuir a elevar la motivación y el compromiso en pos de un mayor rendimiento, aprovechamiento de la jornada laboral, de una mejor eficiencia y productividad.
Los trabajadores empresariales, ya más favorecidos por la aplicación de otros sistemas de pago, distribución de utilidades y estimulaciones en divisa, ahora podrían beneficiarse además con la posibilidad otorgada a las entidades sobrecumplidoras de pagar utilidades hasta de cinco salarios; y perspectivamente, recibir otros ingresos como resultado de las facilidades y flexibilidades aprobadas para el fortalecimiento de ese sector clave.
Además, esta no constituye la esperada reforma salarial, que —según lo anunciado— contemplará una política de precios más coherente, la eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria y la supresión de los subsidios, entre otras complementariedades.
Sabios y también controvertidos criterios populares se encuentran en la calle, en los medios digitales, en las redes sociales: que las autoridades territoriales (políticas y gubernamentales) pongan sus oficinas en las calles y salgan a fiscalizar tocando con las manos lo que sucede; que se establezca un sistema de control sobre la efectividad del actuar del cuerpo de inspectores, pues muchos están sobornados, si se les sube el salario y siguen actuando así van a seguir estafando a la Revolución; los revendedores son un tumor maligno en la economía, aves de rapiña que acechan tiendas y mercancías de primera necesidad en los horarios en que la gente honrada trabaja, arrasan con los productos para luego triplicarles el precio. Hay que tener mano muy dura con estos parásitos que viven a costillas de los que nos partimos el lomo.
Y la preocupación de los precios, siempre los precios gravitando sobre todo. Aunque la dirección del país ha indicado a los ministerios implicados reforzar controles, monitoreos y seguimientos sobre índices, mercados y consumos para esquivar la inflación; aunque se ha explicado con todos los términos posibles por qué técnicamente no se justificaría el alza de los importes, parece bien difícil que al menos el sector privado no aproveche la coyuntura para engordar oportunistamente sus bolsillos. Esa guerra no se gana solo con los tiros de arriba.
Esa guerra, quizás, solo se gane con un fuego cruzado, donde también disparen los perjudicados, los delegados, los presidentes de Consejos Populares, los gobiernos, las organizaciones… para, entre todos, cortarles el juego a los abusadores, dejar de actuar como aguantones y realizar denuncias oportunas por los teléfonos y correos que se crearán con ese fin para que las autoridades puedan intervenir con oportunidad y rigor.
Con el propósito de garantizar el triunfo de esta política monetaria —sensible y humana como pocas veces se aplica en el mundo—, de que el dinero tenga un real poder de compra y se mejore la vida de los favorecidos, la dirección del país ha indicado estimular, por ejemplo, la venta de alimentos, de materiales para la construcción, de paquetes turísticos y de ofertas relacionadas con la informatización y las comunicaciones.
Pero otros sacudiones audaces también salieron a la palestra durante estos días. Con los pies puestos en la tierra y opiniones muy coincidentes con el pensamiento público, los explicaba el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández. La mira, concensuada con los especialistas y académicos, consultada de arriba hacia abajo y a la inversa, lleva ahora implícitos los reclamos sabios de la mayoría de los cubanos en congresos, consultas populares o visitas ministeriales.
Conceptos prácticos que pueden empujar hacia una economía más dinámica y floreciente: que el dinero esté más en las empresas y no en dilatados mecanismos centrales, sobre todo en las entidades que exportan o sustituyen importaciones; que al menos algunos exportadores puedan importar directamente materia prima para sus producciones; que las empresas ganen más por vender más y no por vender más caro; utilizar los incentivos y hacer coincidir los intereses de los trabajadores con los de su centro y los de este con el país.
Igualmente se insiste en no importar nada que se pueda producir en la isla; en romper la concepción de que lo que no está en el plan no se puede hacer porque este no se debe convertir en una camisa de fuerza; en instalar Sistemas de Posicionamiento Global (GPS) y avanzar en el uso de las tarjetas magnéticas para fortalecer las medidas de control con vistas a evitar el robo de combustible; en que la divisa que el país ingresa por exportar no solo se use para importar, sino también para pagar a los productores nacionales.
Se trata de no prohibir, sino flexibilizar, propiciar y fomentar; de emplear métodos y estilos de trabajo ajenos a formalismos y burocratismos, con un enfoque integral; de evitar el estatismo, dinamizar, corregir el tiro de forma inmediata cuando algo salga mal; y mantener una renovación constante que deje a un lado el dañino bloqueo interno y contribuya a enfrentar la cada vez más agresiva política hostil del Gobierno de los Estados Unidos, quien mantiene la persecución financiera, la contracción de los créditos y el cierre de los mercados más próximos, entre otras sanciones sin precedentes.
Pero, sin dudas, la mejor llave para abrir la cerradura que garantice el éxito de estas medidas y propuestas resultaría lo que se me antoja llamar “Pensamiento país”, esa idea transmitida por el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel cuando aseguró: “Si pensamos como país, si todos jugamos el papel que nos corresponde, vamos a mejorar, pero tenemos que evitar los egoísmos y las vanidades. Estas medidas solo tendrán éxito si el pueblo las hace suya, si las defiende”.
Creo q creando una economia de mercado como China y dandole mas libertad al pueblo para un comercio mas productivo asi como la oportunidad a cualquier cubano de crear riqueza y asi nuevos puestos de trabajo con salarios decorosos la economia crece y asi el bienestar del pais ,,,,no perjudica a la revolucion en nada ,al contrario la fortalece ,,,,
Asi como descentralizar muchas empresas y dandoles autonomia en sus formas de gestion empresarial y finanzas ,,igual crear oportunidades para grandes empresas por cuenta propia y asi grandes contribuciones al pais a traves de los impuestos
Los Salarios en nuestra Sociedad,parese complejo,pero se puede resolver,con la opinion de todos,las ideas de todos,con la produccion de todos y lo mas importante con la equidad y comprencion de todos los ciudadanos,es un problema super importante a resolver entre todos,contando sobre tcdo con la unidad.PONGO UN EJEMPLO DE LOS SALARIOS.
CATEGORIA SALARIO BASICO OTROS
Obrero 800–1000 pesos
Obrero Calificado 1000–1500 pesos
Tecnico Medio 1500—2000 pesos
Profecionales 2500—3500 pesos
Dirigentes segun su nivel cultural y que tipo de Empresa o Organismo,esta parte hay que analizar bien.
Pueden ganar como jefes.
500–1500 pesos mas
Es solo una idea,gracias.
Dejando a un lado el epiteto cinque la periodista llama a los que pudieran pensar diferente,otra herencia de la intolerancia,la preguta es:Se producira suficiente mercancias y servcios para respaldar el dinero?..Porque si se produce la misma cantidad o menos,el valor del dinero descendera,aumentara la inflacion y el aumento causara mas problemas que beneficios…Tiene razon el presidente cuando afirmo que ahora depende del pueblo.Productores,supervisores,inspectores,policias y dirigentes..En fin de todos