Cuando hace casi treinta años llegué a Radio Sancti Spiritus, ya Diosdado Rolando Díaz Bernal, Pipo, hacia vibrar las vetustas máquinas de sonido de nuestra emisora.
Había llegado ocho años antes, en 1981 exactamente, y sacaba cuentas en el mundo de las estadísticas. Después le picó el bichito de la curiosidad y comenzó a incursionar en el arte de mezclar y moderar decibeles hasta aprenderlo desde el empirismo y la práctica.
En esta emisora permaneció desde ese entonces y hasta hace unos días que un inoportuno infarto del miocardio le coartó una vida en la plenitud de sus 61 años después de varios días de luchar contra la muerte en las salas de los hospitales de Sancti Spíritus y Santa Clara.
Al morir dejó una estela de admiraciones entre quienes compartieron con él sus años de trabajo, marcados por el sentido del compromiso, la puntualidad y el cumplimiento. También de la responsabilidad y el compañerismo.
Con esos atributos manejó el mundo de la realización del sonido en disímiles espacios, entre ellos varios que marcaron su andar como Guateque en la agricultura y en los programas dramáticos desde el estudio. Como se especializó en trasmisiones desde exteriores también dejó su sello en el espacio Serenatas, en las noches de la Casa de la trova.
De su experticia en ese campo conocieron otros espacios radiales gestados desde fuera y también desde dentro. Mas, si algo marcó sus años como radialista fueron las trasmisiones del móvil radio de la emisora, haciendo malabares y maravillas técnicas para llevar junto al periodista Luis Antonio Salabarría el palpitar de las calles espirituanas, después de trabajar en las grabaciones periodísticas.
Su conocimiento también lo llevó a los cubículos de trasmisiones del canal territorial de televisión Centrovisión, donde también compartió su tiempo de trabajo en los últimos años.
Porque no era hombre de jactancias, no lo contaba mucho, pero en su historial descuellan los duros meses que cumplió en Angola bajo el fuego de la metralla como parte de las misiones internacionalistas en ese lejano país durante el pasado siglo y desde donde regresó con el pecho henchido de honor y reconocimiento.
Lo recuerdo madrugador en aquellas movilizaciones voluntarias de los noventa cuando lo mismo se cortaba caña aún con el rocío en los follajes o se recolectaba arroz en medio de las emergencias en La Sierpe o se recogía cebolla en los campos de Banao.
Por eso no extrañan las medallas y condecoraciones que trataron de apuntalar su prodiga existencia como la 50 y 60 aniversario de las FAR, la de combatiente internacionalista de segunda clase, la Raúl Gómez García, la de tres veces Vanguardia Nacional y la 28 de septiembre.
Mas, por encima de todo Radio Sancti Spiritus despide hoy al Pipo que casi siempre tenía una sonrisa para regalar, un consejo para compartir, una jarana para desestresar y una mano solidaria que brindar.
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