Será mejor mirarlo primero desde la objetividad: Cuba-Tunas cerró con una meritoria medalla de plata en la Serie del Caribe, la segunda mejor actuación después de nuestra reinserción en estas lides en 2014, solo superada por el oro del Pinar del Río de 2015.
Y una medalla, de cualquier color, no puede subvalorarse por más que siempre queramos, con lógica, ganar siempre, siempre, siempre.
Que haya triunfado y con méritos mayúsculos Panamá, el último invitado de la fiesta y en los pronósticos precompetencia el más débil, dice que, igual que dejó atrás a un Cuba, aparentemente mejor, lo hizo con República Dominicana, de mayores castas y rango, o Puerto Rico, campeón hasta esta versión.
También resulta notorio que los dos primeros puestos hayan sido ocupados por los dos invitados de la liga regional, por encima de los cuatro fijos. Pero más notorio aún es que se haya impuesto el equipo que tuvo que rearmarse en un dos por tres, cuando el país panameño tuvo que hacerse cargo de la sede a última hora en lugar de Venezuela.
Pero ni siquiera ese corre-corre evitó que los Toros de Herrera jugaran como un equipo que se conoce de antaño, aunque buscó refuerzos extrafronteras, algo no tan diferente a su contrario que asistió con catorce hombres del más reciente equipo Cuba. Y hasta quizás ese jugar contra los vaticinios, le quitó presión y les hizo estar sueltos y divertidos en el terreno, pues al final, hicieran lo que hicieran, todo estaría bien para los suyos. Eso, terminó por pasarle factura a sus contrarios que fueron sorprendidos una y otra vez en el único lugar donde las diferencias de plantillas suelen borrarse: el terreno.
No debió ser el caso de Cuba a la hora de discutir el oro y es por ahí por donde nos cuesta ver el real brillo de una medalla de plata. Méritos aparte para los canaleros, el partido del cierre enseñó las mismas carencias de un elenco a lo largo del torneo en el que volvieron a enseñar similares fisuras de evento tras evento, incluidas las Series del Caribe.
Algunas claves dieron al traste con el resultado. La primera y más visible es la incapacidad de los antillanos de superar las tensiones de un evento, partido tras partido, visible en el rostro de jugadores y técnicos. Eso deriva en una segunda variable: una anémica ofensiva incapaz de producir a la hora cero y en otra también: la toma de decisiones controversiales para buscar variantes ganadoras en momentos decisivos. Y hasta en una última: al parecer se perdió la dinámica grupal de los reales campeones. Así al menos lo veo desde mi modesto palco de comentarista que siguió palmo a palmo cada partido.
Lo de la ofensiva resultó escandaloso. Con apenas un 14 por ciento de hombres impulsados en posición anotadora, (ocho en 53 oportunidades, últimos de la competencia) no se puede aspirar a ganar. Y si esto no es presión, ¿qué será entonces? Al final, Pablo Civil alineó, por lo general, con hombres curtidos en competencia y que antes de partir, salvo contados casos, terminaron en excelente forma al cierre de la Serie Nacional e hicieron una preparación, según ellos, muy buena. La anemia fue dramática, pues de las nueve carreras que logró anotar Cuba, seis fueron a la cuenta de Alfredo Despaigne, quien al fin se hizo justicia en un torneo que le debe quedar corto a su calidad. ¿Qué pudo sucederle sino a Yosvani Alarcón, con casi más ponches que turnos al bate o a Yurisbel Gracial, acostumbrado a batear un pitcheo superior en su contrato japonés? ¿Qué pudo sucederle sino a un equipo que se anuló y no pudo remontar una diferencia de dos carreras, marcadas en la misma primera entrada? ¿Será todo por lo de la impaciencia en el home?
Ninguno de los tropezones anteriores nos ha enseñado lo suficiente. Si no, cómo entender que Civil trajera, otra vez, para el último out, a Yurien Vizcaíno, líder en impulsadas de la lid cubana cuando su segundo bate, por ejemplo, Jorge Johnson, terminó en ascuas, o dejó batear a su segundo receptor Oscar Valdés, que se fue sin hits. ¿Cómo entender que el manager tunero insistiera en el sacrificio con Johnson con dos strikes y presionado además? ¿Por qué no todos jugaron a la altura táctica de Yuniesky Larduet, más adaptado a la competencia pese a su inexperiencia internacional?
Sin embargo, Panamá fabricó sus carreras, unas con batazos oportunos y otras sacando lascas a las fisuras de la receptoría a la que le robaron tres bases. Cuba no pudo o no supo hacerlo, aunque conectó un hit menos que su contrario (cinco por seis).
Y si llegamos tan lejos, se los debemos y mucho a Lázaro Blanco. Es verdad que nuestro pitcheo lució mejor, (0.97 pcl y 1.03 de WHIP), pero hasta dónde podremos conformarnos con los números si para acceder a la final necesitamos desprenderle el brazo al granmense al llevarlo hasta 110 lances con solo cuatro días de descanso en un staff con trece hombres. Es verdad que Freddy Asiel lanzó bien, pero no con el hermetismo de su primera salida, ni de su rival ganador Harold Arauz.
Si la versión íntegra de los verdaderos Leñadores hubiese ganado es algo que quedará en la mera especulación. Lo real es que, tras perder otro evento regional, que se suma al descalabro de los Juegos Centroamericanos de Barranquilla, una pregunta quedó guindada del Rod Carew cuando los Toros de Herrera agitaban su champán ¿Qué nos depara Lima 2019?
Resulta incomprensible, injusto y penoso que convirtamos al equipo campeón nacional en un «equipo Cuba»; el equipo Cuba debe, y tiene, que ir a las competencias oficiales donde le corresponde, Centro y Panamericanos, Campeonatos Mundiales, en fin donde concurrimos como país; pero…..la Serie del Caribe es para el equipo campeón nacional!!
Sustituir a los peloteros campeones, porque son jóvenes e inexpertos internacionalmente, es una injusticia mayúscula, que desmotiva a esos jóvenes (mas o menos talentosos, no importa) que se ganaron el puesto por hacer a su equipo campeón nacional. Si esos jóvenes peloteros no participan en ese evento internacional, pues: donde y cuando van a foguearse?
Mucho hablamos de valores, de ética y sentido de honestidad; pero……la conformación de los CUBALEÑADORES, no es un público ejemplo de que ignoramos esos valores?
Nos toca a todos, pueblo, aficionados, periodistas deportivos, directivos del deporte a todos los niveles, legisladores, políticos, en fin a todos lograr que prime el sentido de la justicia; QUE VAYA EL CAMPEON CON SU EQUIPO DE PELOTEROS CAMPEONES!!
Sin palabras, no hay nada más que decir. Hay que cambiar todo lo que debe ser cambiado, pero ya o moriremos como deporte
AUNQUE NO CORTAMOS LEÑA, SI LE ECHAMOS MÁS A NUESTRO FUEGO
Advierto de antemano que mi comentario hubiera sido muy parecido si el resultado final de la Serie del Caribe nos hubiera favorecido. Hubiesen cambiado algunas palabras, pero la esencia sería la misma, porque nuestro panorama o realidad no pueden variar por un triunfo internacional, y menos por la baja calidad del evento que acabamos de jugar, o más bien, de perder. Un nuevo fracaso, las mismas reflexiones de muchos, pero como siempre, las nulas decisiones de directivos y entrenadores. Podrá perderse cien veces, pero sigo pensando que el talento del equipo cubano lo hacía el mejor de un torneo devaluado en el que terminó ganando el conjunto menos favorecido en los pronósticos pre-competencia. Me resisto a pensar que no teníamos la calidad individual para ganar. Me resisto a reconocer que nuestro nivel de liga esté por debajo de un país que ha decrecido más que nosotros como Panamá. Me resisto a decir que nuestros bateadores no pueden hacerlo mejor. Me resisto a eso y a mucho más, porque había peloteros que sobresalen en Japón y otras ligas con calidad superior a esta última justa, más otros que para un torneo de este tipo tienen para rendir a mayor altura. Y solo los remito a revisar a todos esos peloteros, algunos ya descartes, que salidos de esta misma Serie Nacional han brillado en la Serie del Caribe y todavía lo hacen. Incluso varios de los que han estado en algunas de estas últimas competiciones en las que Cuba ha tenido un papel similar, después han llegado y hasta destacado en las Grandes Ligas. Por eso no podré renunciar jamás a decir que tenemos el talento para hacer un mejor papel en una justa como ésta. Sin embargo, no funcionamos como equipo desde hace muchísimo tiempo, y eso, no es culpa de los jugadores. La responsabilidad está en lo que los rodea, porque ya tampoco se puede hablar tanto de ABC del pelotero profesional cuando unos cuantos ya saben lo que es eso y desde hace tiempo. Para mí es una prueba más, una de tantísimas, que en cuestiones de dirección de equipo y en general, estamos muy mal. La presión sigue a la orden del día sobre los jugadores, presión que he comprobado varias veces con mis propios ojos y poco ha cambiado. No salimos a jugar con alegría, salimos a combatir con un ideal casi obsesivo. Hay que ganar, solo ganar. Y sí, usted tiene que salir a hacerlo, para eso se juega, pero sin que en ello se le fuera la vida. En psicología, seguimos siendo los peores, y aunque los jugadores tienen responsabilidad, para eso hay un cuerpo de dirección, y muchos más que se ven en el dogout de Cuba. Pero estos suelen presionarse más incluso. Dejamos de estimular a figuras talentosas que llevaron a Las Tunas a ser campeón por primera vez, por copar a un equipo de jugadores con rendimiento de otras provincias, muchos de ellos con características similares (lentos, poca defensa, igual posición, etc.), para en la competencia mover las piezas de forma equivocada… cuando se movieron. Se dejó a varios que llevaron a Las Tunas al reinado esperado desde que nació como provincia, para repletar el staff de lanzadores y al final morirse con unos pocos… los mismos de siempre. Civil no lo hizo bien a criterio de la mayoría. Primero por no defender mejor a los suyos para la conformación del equipo, y luego por las estrategias de todo tipo en medio de la competencia. Al final, si hubiéramos ganado con este equipo, que sabemos bien es el 90 % de lo que veremos durante todo el año, solo unos pocos pensarían en el triunfo como un gran título. La mayoría se alegraría, pero sin fiestas ni campanas, porque era, como decía un amigo, matar moscas a cañonazos, pero aun así los cañonazos se quedaron dentro del cañón, o más bien, los hachazos de los “Leñadores” nunca fueron afiladas. Al final, ni se estimuló a Las Tunas como pedían todos, tuneros y no tuneros, ni se ganó la peor Serie del Caribe de los últimos años, para no ser absoluto. Más toda la culpa no puede recaer en Civil lógicamente. Vamos a la preparación del equipo. Nos apuramos con obsesión, al extremo de hacer coincidir dos play off al mismo tiempo y dejar al domingo sin semifinal para tener tiempo suficiente, mucho más que todos los demás, y así pulir detalles y ponernos más en forma. Realmente fue perder la forma. Nos metimos días y días entrenando, ¿con qué objetivo? La misma historia del pasado año cuando se inventaron una Serie Especial sin público, ni prensa, y tampoco resultados. Solo cansancio y recursos invertidos que podían haberse destinado a otras cuestiones más necesarias para nuestro béisbol, como por ejemplo, la tan vilipendiada base, a la que se le debería poner mucho más interés. Fracasamos en los Centroamericanos de Barranquilla. Sí, lo hicimos, ya basta de seguir festejando esa plata como oro en un torneo tan devaluado como esta Serie del Caribe. Pero eso no bastó, dijimos que la Serie Especial fue un éxito, que se cumplieron los objetivos en el evento principal del año con ese segundo lugar y con el rendimiento mostrado por los jugadores, y por lo tanto, volverá a jugarse ahora, porque servirá para lo mismo que no sirvió antes, en un año plagado de eventos como los Panamericanos, el Premier, la Can-Am y en todo esto, la clasificación olímpica. Tokio está más lejos para nuestro béisbol que la distancia geográfica. ¿Lo dudan? A estos eventos a los que iremos con lo mismo de siempre, los que no descansan desde hace… perdí la cuenta. Seguimos negados a llamar a los que se siguen satanizando porque se fueron sin permiso, simplemente porque no podemos renunciar a los principios, aunque la cultura lleve a cabo otra filosofía dentro de un mismo país y en un mismo proceso. Ya hay un acuerdo con la MLB, por tanto, la decisión ahora está en nuestras manos, y si no le ganamos a Panamá en la Serie del Caribe, ¿pretendemos lucir mejor en los otros eventos de mucho, pero muchísimo más nivel sin que se sumen otros jugadores que siguen estando deseosos de vestir el uniforme del que sigue siendo su país, pese a que algunos quieran seguir negándoselo? Mi confianza y estima hacia los peloteros cubanos sigue siendo altísima. Varios lo seguirán demostrando en el futuro, en Japón, en Estados Unidos o en otras ligas más profesionales que la nuestra. Pero mi confianza sobre los otros, los que deciden, solo volverá a existir cuando se vean cambios reales y objetivos. Mientras sigamos pensando que la solución de nuestros problemas está en un cambio de estructura de la Serie Nacional y en la cantidad de refuerzos. Mientras pensemos que por llenarse los estadios y tener juegos cerrados todo marcha viento en popa. Mientras suspendamos sin explicación objetiva por tiempo indefinido y desde una oficina, nuestro Salón de la Fama, sin importar el trabajo de muchos y las consecuencias individuales y generales. Mientras sigamos con nuestras puertas cerradas para los que hoy destacan por todas partes sin pertenecer a la FCB, por no adaptarnos a los tiempos que corren y preferir los prejuicios y las retóricas disfuncionales. Mientras en las categorías menores se dependa sobre todo de las posibilidades monetarias de los padres, junto al sacrificio de los entrenadores. Mientras haya personas en cargos equivocados cuyas decisiones terminan siendo negativas por ignorancia, amiguismo o simplemente de mala fé. Mientras mantengamos a los peloteros jugando todo el año y sostengamos que eso no es malo, que el descanso es peor. Mientras para algunos, los compromisos personales sean más fuertes que los generales. Mientras la molestia ante las opiniones o críticas respetuosas, y el mantener las decisiones criticadas, sean la única reacción de los decisores, sin escuchar a los que tratan de ayudar y participar en las soluciones a los que muchas veces consideran enemigos, pensando que los errores señalados por millones de personas son injurias anteponiéndose así el orgullo personal al patrio. Mientras nos mantengamos lentos, temerosos e ignorantes con respecto al acuerdo con la MLB sin comenzar a actuar en correspondencia con lo acordado. Mientras estas y muchas otras cosas que necesitan acabar de ser cambiadas, siguen en el mismo obstracismo, solo esperen victorias convincentes frente a El Salvador y otros países del tercer mundo beisbolero. Aunque cuidado, Alemania ya nos ganó el año pasado. Si por mi opinión quieren disparar los cañones que no acaban de sonar ni en los peores eventos, solo digo que dispararán contra miles de personas que deseamos lo mejor para nuestro béisbol y sufrimos con la misma pasión con que acometemos muchas acciones para contribuir con él, lo único que conseguirán es echarle más leña a un fuego que no acaba de apagarse… al contrario. Y al final, el único perjudicado será el béisbol cubano.
Sin palabras, no hay nada más que decir. Hay que cambiar todo lo que debe ser cambiado, pero ya o moriremos como deporte
Que bueno Elsa, que bueno que pusiste una vez más el «dedo en la llaga». Sí, porque no he visto un comentario en la prensa nacional al respecto. Me refiero al muy mal manejo de los jugadores, hecho por Pablo Civil, simplemente, como decimos popularmente los cubanos : «la metió al maíz». Entre todas las que hizo,, la que más salta a la vista fué traer a Vizcaíno por Cepeda en lugar de por Johnson, esa queda para la historia.
Y por último, espero que Escambray, como siempre lo ha hecho, publique mi comentario. Granma nunca lo ha hecho, a pesar de no ser ofensivo ni contener palabras obcenas.
Gracias.
Si con los leñadores hay no ganaban ni un solo juego y no hay más que mirar el segundo ,tercer y cuarto bate que no le dieron ni con una tabla jonsson,danel,Alarcón los peores por mucho de ese torneo y eso es sin pensar que las tunas no tiene pichei , va ni sabes lo que dices .
Una dirección nacional de beisbol que se afana y ufana en metamorfosear el equipo Leñadores y convertirlo en el equipo nacional de Cuba en aras de demostrar la supremacía de deporte y de sistema social del país, a ultranza de toda consideración, no podía tener otro resultado.Mientras no abandonemos las ideas de sempiternos campeones deportivois y sociales, tendremos estos resultados. Si hubiese competido el auténtico Leñadores, su labor sería exaltada de acuerdo con sus méritos y el disgusto no tendría tan mal sabor.