“Nos toca pensar como país, porque nadie va a pensar por nosotros, y el gigante con botas de siete leguas (…) hace tiempo dejó de ser una metáfora visionaria de Martí para transformarse en una fuerza expresa de lo que nos espera, si por ingenuidad o ignorancia subestimamos o creemos que no es para nosotros el plan de reapropiación de nuestra América que ha emprendido el imperio con la bandera de la Doctrina Monroe (…) ”, expresó el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al pronunciar las palabras centrales del acto nacional por el 26 de Julio, celebrado hoy en Bayamo.
Destacó que la unidad permanece representada en la historia desde los tiempos fundacionales, por el apretado haz de varas que va de la base a la parte posterior, como columna vertebral de la nación. “Nuestros padres y maestros nos enseñaron que era fácil quebrar las varitas separadas, pero es imposible partir un haz de varitas unidas. Cuando nos pongamos a pensar como país estamos pensando en la fuerza física absoluta que hay en ese haz de varas”, detalló.
Al tomar la palabra, Díaz- Canel significó la alta responsabilidad que entrañaba para él el hecho de hablar en la misma plaza donde, en 2006, Fidel presidiera el último acto conmemorativo de la fecha y donde el propio líder histórico pronunciara el discurso central.
“¿Cómo y en nombre de quién hablar?”, dijo que se había preguntado, y a seguidas respondió que hablaría en nombre de los agradecidos, de los que enfrentamos los desafíos diarios del país con el compromiso de no fallarle a la Patria ni a los héroes.
También destacó el peso descomunal de la historia en nuestras vidas y recordó que en esas tierras orientales de la hoy provincia Granma empezó a expresarse como nación hace 151 años. Señaló la imposibilidad de pasar por los lugares más emblemáticos de allí (La Demajagua, Yara, Manzanillo, Jiguaní, La Plata, Guisa y Bayamo) sin percibir que la historia juzga a algún cubano.
A partir de ese instante hizo un recuento de los hechos acaecidos en la madrugada del 26 de Julio de 1953. “Aquellas acciones —dijo— no lograron los objetivos que se habían propuesto, se perdió el factor sorpresa y no todos alcanzaron a escapar de la represión”. Pero, apuntó, “a partir de entonces aquellos jóvenes crearon un movimiento liberador, el motor pequeño prendió al motor grande y cinco años, cinco meses y cinco días después de los asaltos, llegó el triunfo de 1959, para convertir así el revés en victoria”. Dijo que la razón de ello solo puede encontrarse en los valores más sobresalientes de la generación del Centenario, uno de ellos, la unidad.
El Presidente cubano resaltó el ensañamiento con el que los batistianos trataron a muchos de los asaltantes, quienes, como en el caso de José Luis Tassende, fueron fotografiados vivos y recibieron solo algunos impactos de bala, sin embargo los dieron por muertos en combate.
Llamó, en nombre de la Historia, a fortalecer en nuestra gente la espiritualidad, el civismo, la decencia, la solidaridad, la disciplina social y el sentido del servicio público. “Ningún progreso social sería duradero si el cuerpo se descompone moralmente”, sentenció.
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