“Soy empírica. Era asistente educativa en la escuela primaria Arcelio Suárez, del municipio cabecera, cuando un día reuní a un grupo de niñas bajo el nombre de Nené traviesa. Así comenzó toda esta aventura en el mundo del arte”; así se presenta Estela Aguilar Barrosa, quien desde hace dos décadas ha sido la responsable de transformar el entorno de su plantel y mucho más allá, gracias a la magia que emana el talento infantil que ella conduce.
De esa brigada artística, integrada por pioneras con problemas educativos, surgió la necesidad de sumar a varones que comenzaron a mostrar inquietudes por el arte. Las ganas de crear se multiplicaron y los sueños, poco a poco, se hicieron realidad.
“La Colmenita de Cremata es un referente importante y un día, Marta Julia, la máxima responsable de la Colmenita de Jarahueca, me insistió para que creara una acá. Entonces, sumé a niños, sobre todo aquellos que eran más tímidos, tenían dificultad para concentrarse o no pronunciaban correctamente las palabras. Era increíble cómo después de trabajar un tiempo eran irreconocibles dentro del aula, pues sus comportamientos habían cambiado totalmente”, dice mientras el humo del cigarro corta de súbito el recuerdo.
Llega a su memoria el nombre de la pequeña que días antes de la primera presentación del entonces nuevo proyecto le sugirió llamarse Los yayaberos, en alusión al símbolo que identifica a la añeja villa espirituana. Mas, Estela Aguilar Barrosa prefirió el diminutivo para que no le quedara grande al tamaño de los protagonistas de la escena.
“En ese primer día, 26 de noviembre de 1999, Los yayaberitos eran 20 pioneros, entre niños y niñas, y nos propusimos, desde ese momento, regalarle una recreación diferente a la que estaban acostumbrados los pobladores de la zona de los repartos Toyo y Escribano, los cuales colindan con nuestra escuela. Es por eso que desde nuestro corazón somos un proyecto comunitario”, insiste, como si alguna vez hubiera sentido de cerca un criterio cuestionador.
¿Por qué Los yayaberitos han apostado por abordar la temática del medio ambiente?
“Eso comenzó cuando nos invitaron a una actividad dedicada a ese asunto. Entre las tantas obras ya habíamos abordado el tema del mar con un personaje muy simpático llamado Escamita, quien nos demuestra cómo los seres humanos realizamos acciones de forma inconscientes o conscientes que dañan nuestras aguas. Luego trabajamos con el cuidado de los árboles y el resto de los elementos del medio ambiente. Tal ha sido nuestra implicación en ese tema que desde hace varios años somos invitados a la Jornada Científica Infantil del Acuario Nacional y alCongreso de Ciencias del Mar, MarCuba”.
Pero los reconocimientos que ya se suman en el currículo de Los yayaberitos son múltiples: merecedores de la Beca de Creación Teatral Ignacio Gutiérrez que otorga el Consejo Nacional de Casas de Cultura; ganadores, en más de una ocasión, del Premio Esperanza de Solidaridad y participantes en los Festivales de Pioneros Aficionados, Cantándole al Sol, Ediciones del Festival Olga Alonso… Cada uno de ellos como galardón a la constancia y consagración de todo el colectivo, al cual se suma un equipo gestor de padres que permite que los trajes y la escenografía completen los espectáculos.
“Los formamos en la actuación, música y danza, incluso, hice un taller para confeccionar las ropas y uno de literatura ya que quienes tienen aptitudes para escribir son, mediante una tormenta de ideas, quienes estructuran muchos de los textos que llevamos a escena. Otras propuestas sí responden a obras de teatro puras, como el legendario Pelusín frutero, de Dora Alonso”, aclara, mientras mira de reojo la máquina de coser, donde una nueva creación espera por el cese de esta entrevista.
Nombres como Alejandro, Beatriz, Rosmery, Rodny, Maryla, Diana Elena… ¿qué le provocan?
“Son mis niños, hoy egresados de las escuelas de arte o formándose en ellas. Realmente es un verdadero orgullo que sus orígenes estén en Los yayaberitos, eso dice que no trabajamos en vano. En el caso de las dos últimas, cuando llegaron a La Colmena TV, enseguida Cremata les preguntó si formaban parte de nuestro proyecto, pues han sido 20 años de intenso trabajo y resultados.
¿Cuál es su libro para que ya no sean solo los niños de la Arcelio Suárez los interesados en sumarse al proyecto?
“Los reúno en tres grupos: de preescolar a segundo grado; los de tercero a cuarto y los de quinto a noveno, porque muchos siguen. A los más pequeños los sumo con juegos y mientras crecen se involucran con los ejercicios teatrales”, aclara.
Precisamente, este 23 de noviembre, las dos décadas de vida de Los Yayaberitos serán celebradas en el parque José Martí, de Olivos II, con un gran espectáculo bajo el nombre de Veinte años y seguimos soñando, al cual se sumarán propuestas de la Brigada de Instructores de Arte José Martí; un recorrido por varios de los temas tratados durante este período, tanto en los escenarios como en el set de Centrovisión en los programas: Dibujos, Ronda de colores, El portal del abuelo… adornarán la mañana sabatina.
¿Hasta cuándo la tendremos junto a sus niños?
A veces mi familia me dice que debo parar, pues cojo mucha lucha porque quiero que me salga todo bien. Ensayo hasta tarde y me levanto temprano para trabajar en el taller de costura. En mayo venidero cumplo 60 años y no sé aún si me retire de la escuela, pero Los yayaberitos son otra cosa. Con ellos estaré hasta que tenga fuerzas y la salud me acompañe.
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