China y Rusia inauguraron este lunes el gasoducto “Fuerza de Siberia” que suministrará gas ruso al gigante asiático.
“Doy permiso” para abrir el grifo, ha dicho el presidente ruso, Vladimir Putin, durante una videoconferencia conjunta con su homólogo chino, Xi Jinping, quien, por su parte, ha exclamado: “Vámonos”.
Putin ha señalado que el “evento realmente histórico” para ambos países “llevará la cooperación estratégica ruso-china a un nuevo nivel”.
A su turno, Xi ha destacado que “el desarrollo de las relaciones chino-rusas es y será una prioridad de la política extranjera de cada uno de nuestros países”.
En mayo de 2014, el consorcio energético ruso Gazprom y la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) firmaron un acuerdo para el suministro de gas ruso durante 30 años al gigante asiático a través de la ruta oriental, que abarca una sección de 3 mil kilómetros en Rusia y otra que atraviesa 5 mil 111 kilómetros en China.
El gasoducto transfronterizo prevé suministrar más de un billón de metros cúbicos de gas natural en los próximos 30 años. A partir de 2020, el proyecto proporcionará 5 mil millones de metros cúbicos de gas y esta cifra subirá a 38 mil millones de metros cúbicos de gas natural por año a partir de 2024.
Para Pekín, el proyecto servirá para alimentar sus enormes necesidades energéticas, como el mayor consumidor e importador mundial de recursos energéticos, y diversificar su cartera energética para una transición hacia fuentes “menos contaminantes”. Mientras que, para Moscú, concretiza la voluntad de acercarse a Asia frente a un Occidente considerado hostil.
Hasta ahora, los ingresos rusos por gas exportado provenían de facturaciones a Europa y Turquía, clientes tradicionales de Gazprom, heredera de la era soviética.
Rusia está reforzando su mercado tradicional hacia Occidente y tiene otros dos proyectos de gasoducto en marcha. Uno es el plan germano-ruso Nord Stream 2, que pasa bajo el mar Báltico, pero no Ucrania. Kiev se ha distanciado de Moscú y acercado al Occidente.
El Nord Stream 2 divide a los Estados europeos, y algunos denuncian una dependencia demasiado importante de Moscú.
Alemania logró finalmente imponer su proyecto, a pesar de las presiones de Donald Trump. La puesta en servicio permitirá doblar las entregas de gas ruso hacia Europa del Norte hasta 110 mil millones de metros cúbicos anuales.
Más al sur, a partir de enero, otro gasoducto evitará pasar por Ucrania. Se trata del proyecto ruso-turco TurkStream, que simboliza la buena sintonía entre ambos países, pero también las tensiones entre Ankara y sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), tanto estadounidenses como europeos.
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