Leer ciertos datos eriza la piel, pero es preciso adentrarse en el tema. “En Cuba ocurren diariamente 29 accidentes de tránsito. Cada 24 horas dos personas pierden la vida y otras 21 resultan lesionadas”, reza un material en Cubadebate, fechado el 31 de mayo del presente año.
No hay que irse tan lejos en el tiempo. Desde el domingo 11 de agosto la prensa de la isla ofrece detalles sobre el más reciente de los accidentes masivos —ocurrido esa tarde-noche en Ciego de Ávila—, que a cualquier madre o abuela, como yo, la hacen escalofriarse. El vehículo implicado es de este territorio; los lesionados y fallecidos, también.
A juzgar por lo que sucede en Sancti Spíritus desde hace años, no es como dice la Wikipedia. “Un accidente de tráfico, accidente de tránsito, accidente vial o siniestro automovilístico es un suceso imprevisto y ajeno al factor humano que altera la marcha normal o prevista del desplazamiento en las vialidades”, expone el sitio que, en teoría, todo lo aclara. Pero en esta provincia sí hay mucho del factor humano involucrado, tratándose de choques, vuelcos y otras clasificaciones con que se nombra la desgracia acaecida en las vías.
Si bien Sancti Spíritus figuraba entre las seis provincias donde se incrementaron los accidentes durante los primeros cinco meses del 2019, al cierre de julio se daba cuenta de dos decenas de ellos menos que en similar período del año precedente, aunque su número sobrepasaba los 160. De igual modo, se registraban tres fallecidos menos y casi un centenar de lesionados por debajo del número recogido en los primeros siete meses del 2018.
Pero como cuando se trata de integridad y de vidas no todo es tan sencillo de explicar, hay que mirar más allá: en el lapso murieron ocho personas y resultaron lesionadas 145. Como municipios de mayor incidencia aparecen Taguasco, Cabaiguán, Jatibonico y Sancti Spíritus; en el último de ellos no murió nadie por esta causa, pero se contabilizaron cerca de 70 siniestros, con 61 lesionados.
Los accidentes ya no obedecen tanto a la casualidad, como solía suceder antes. Digo que no son ajenos al factor humano, porque al menos en los acaecidos en vías espirituanas afloró, como primera causa, la “no debida atención al vehículo por parte del conductor”. ¿Distracciones? Un teléfono celular, un equipo reproductor de imágenes, los audífonos en los oídos o la música estridente, cuando todos los sentidos debían estar en el acto de manejar.
Otra de las causales fue, según las estadísticas de la Dirección de Tránsito en el territorio, el irrespeto al derecho de vía, lo cual equivale a decir, en buen cubano, “cañonas” sobre el pavimento por el que se desplazan los medios de transporte. En orden de incidencia le siguen los animales sueltos en la vía, que no son responsabilidad de quienes van al volante. En cambio, sí lo es el exceso de velocidad, factor que determinó casi la cuarta parte de los hechos fatídicos.
Dicho elemento cobra mayor relevancia al conocerse que el tipo de siniestro que más incidió fue la colisión de vehículos en marcha, que aportó el 47 por ciento, con 18 hechos, y trajo consigo cinco de los ocho fallecimientos. Si bien influyeron en menor medida, hubo también desperfectos técnicos entre las condicionantes.
Todo indica que a partir de las tres de la tarde y hasta las nueve de la noche hay que aguzar bien los sentidos, pues los estudios arrojan que es ese el horario de mayor incidencia, con casi la mitad de los accidentes registrados. Se han determinado también, como días más peligrosos, los sábados y los domingos, cuando tuvo lugar el 59 por ciento de los hechos y la mayoría de las muertes.
Contrario a la teoría popular, el estado de la vía no fue determinado como causa en ninguno de los eventos; acaecieron, de forma general, en línea recta. Llama la atención que, pese a todos los esfuerzos, siguen proliferando choferes bajo los efectos de bebidas alcohólicas, lo mismo del sector estatal que del particular.
Este verano al menos en julio las cosas resultaron mejor. Para no lamentar ningún daño humano se arrecian las medidas, pero una gran dosis de la seguridad que se requiere en la vía está en manos de los choferes, quienes muchas veces actúan al descuido. Deberían entender: un accidente, por su propia naturaleza, no puede convertirse en regla.
En verdad no entiendo cómo permiten la circulación de vehículos en las vías que no se saben ni lo que son .Tienen amarres hasta con alambres. Esos no pasan por exámenes? Además hay que ver también en qué situación están nuestras carreteras. Eso es sin hablar de nuestra autopista nacional .Tiene huecos que cuando llueve pueden provocar el mayor de los desastres. Qué hacemos después? Publicar la noticia y nada más. Porque ya no hay remedio.
Si no se toman medidas muy drásticas,a parte del desastre de las calles,carreteras ,señales etc,llegará el momento que van a tener que paralizar el tránsito de vehículos,pues a parte de las escuelas de aprendizaje ,tienen que hacer una labor constante de las consecuencias de los accidentes,acuérdense que Cuba a pesar de ser una isla del Caribe pertenece a Latinoamérica,y eso conlleva a los genes de indisciplina,falta de respeto,violencia ,etc y cómo se contrarresta esta situación es con severidad en las multas,retiró de licencias y penas más severas,les voy a poner un ej,ciudad de Miami,llena de cubanos más latinos es un desastre el tráfico se llevan la luz roja,no ponen intermitentes ,chocan y se dan a la fuga,buscan pretextos chocan a adrede para cobrar seguro etc,no le puedes tocar el claxon se pueden bajar y darte un tiro ,un machetazo etc,se dan cuenta y es un país civilizado con leyes estrictas y mira lo que sucede que será de la situación en Cuba que la desidia ,el alcoholismo etc impera,sin chequeos los fines de semana para medir el alcohol en la sangre ,si no aprietan y se pone para los accidentes en Cuba donde corren cuatro carretones ,tres caballos y unos cuantos almendrones van a seguir los muertos y heridos por vientos