Tengo ante mí a un sabio de la Medicina, capaz de desentrañar raras enfermedades a puro conocimiento; un especialista que, a falta de tecnologías, ha hecho de la clínica la herramienta salvadora de muchas vidas; un doctor de vocación, que receta amabilidad y desprendimiento personal ante cada dolencia; un respetado profesional que ha trascendido las fronteras municipal y provincial por la certeza de su diagnóstico.
Desde la opinión de los pacientes y pobladores, el especialista en Medicina Interna Rafael Emilio Grau Pino viene a ser como el Dios terrenal de La Sierpe, porque difícilmente exista otro habitante de ese territorio que reciba tanta gratitud sin asomo de banalidad. “Un día oí que se lo llevaban de aquí, y a mí casi me da una cosa”; dijo una madre mientras el médico auxiliaba la urgencia de su hijo.
La trayectoria profesional de Rafael Grau parece un oasis en el campo de la Medicina, porque ha tenido delante más de una oportunidad de progreso profesional y ha optado por no abandonar La Sierpe, lo que pudiera verse como un estancamiento en una rama muy ligada a la novedad y a la categoría institucional, si de abrir las puertas al conocimiento se trata.
¿Cómo llega Rafael Grau a la Medicina?
Nací en Camagüey y vine para Sancti Spíritus en 1989 en el último año de la carrera halado por una relación amorosa. Terminé aquí el sexto año y cogí la especialidad de Medicina Interna vía directa. Al igual que Camagüey, Sancti Spíritus tenía un claustro de profesores muy fuerte, el auge en la docencia era grande y tuve la suerte de concluir la carrera y hacer la especialidad en ese período.
Terminé la especialidad y tenía derecho a quedarme en el hospital, pero se produjo la separación con mi pareja y me vi de pronto con esa plaza, aunque sin casa en Sancti Spíritus; la provincia no me iba a devolver a Camagüey después de haber formado a un especialista. Entonces me ofertan Trinidad y La Sierpe; en Trinidad lo que había era un albergue; en La Sierpe me estaban esperando con un apartamento amueblado, era pleno período especial.
Me fui enamorando tanto de este pueblo que estoy aquí desde 1993. A Camagüey ya no hay regreso, creé mi familia, tengo dos hijas, una es doctora y la otra estudia la carrera. Me he aclimatado, la población es noble, laboriosa; claro, se enferman como los demás y hay que curarlos, a eso me he dedicado en estos casi 26 años.
¿Saberte el médico de cabecera de La Sierpe no te desvela?
Es una responsabilidad grande, muchas veces no tengo con quién consultar un criterio, una duda, oír otra opinión, en la Medicina eso es muy útil; soy el que digo la última palabra y me puedo equivocar. Esas circunstancias me han obligado a estudiar y a esforzarme más; eso me ha beneficiado desde el punto de vista profesional.
El médico tiene que entrar en el interior del paciente, dejar que hable, porque el que siente y padece es él; uno dirige el interrogatorio, organiza la información, pero el médico tiene que escuchar, al enfermo hay que tocarlo, eso se ha perdido un poco.
El gran desafío ha sido no disponer del equipamiento a la altura de un hospital, por eso se impone la clínica; aunque hemos logrado mucha interrelación con Sancti Spíritus y la prueba diagnóstica que se solicite se realiza, eso nos permite estudiar el caso aunque el paciente esté ingresado aquí.
Con mucha frecuencia los pacientes se niegan a ser trasladados a Sancti Spíritus, quieren quedarse; hay otros fuera de La Sierpe que vienen a tratarse conmigo, ahora mismo tengo ingresada a una de Ciego de Ávila, estamos esperando otro caso de esa provincia y hay dos retornos del Hospital Provincial; pero he atendido en ingreso a pacientes de Trinidad, Morón, Las Tunas, Holguín…
¿Acaso el doctor Grau hace magia en la Medicina?
No hay magia, aquí cuenta el día a día, estudiar el caso, entregarte a ese paciente, porque no hay mayor desafío para un médico que ingresar a un enfermo y se vaya sin un diagnóstico. A veces ese diagnóstico no está en nuestras manos, desbordan las posibilidades de este centro, pero lo sabemos orientar, lo remito a Sancti Spíritus, a Santa Clara o La Habana, y siempre va con un resumen médico.
Cada caso de ese tipo es una prueba para mí en lo profesional, también es otra satisfacción que tengo porque, ¿te imaginas hacer un resumen para un Hospital Nacional y que al final el diagnóstico dado allí, donde hay un alcance tecnológico muy superior, concuerde con el punto de vista que puse en esa Historia Clínica?; tengo varios casos con esa alta coincidencia.
La mayor gratificación me la trae después el paciente cuando regresa y me dice: “Doctor, tenía la razón; me dijeron en el Hospital Hermanos Ameijeiras: felicite a ese médico”. Eso estimula, porque tengo que decirte que mi trabajo aquí es a clínica pura, esa es la madre de la Medicina y la clínica bien hecha no se equivoca.
Lo común en el recorrido de un paciente es buscar la institución mejor, de cabecera; pero que la gente prefiera atenderse con nosotros en La Sierpe es algo que me compromete, me obliga a estudiar más de lo que cualquiera se imagina. Estoy trabajando en un nivel donde muchas veces se me hace difícil corroborar el diagnóstico, entonces lo que me toca es demostrarlo.
¿Quedarte en el municipio te ha limitado profesionalmente?
Hasta cierto punto sí limita; claro, el desafío está en que cuando llega la enfermedad, esa que no se ve casi o te demoras un período en verla, ser capaz de diagnosticarla. El médico tiene que tener memoria de la patología y saber sacarle provecho, eso es fundamental, más en estas condiciones. Recordar una patología que viste hace 10 o 15 años pone al médico cerca del diagnóstico.
Me pasó con una paciente hace ocho meses. Hacía 20 años que no veía esa enfermedad; llegó por urgencia y desde que la atendí, me acordé de aquel caso. La paciente traía un déficit de calcio, llevaba muchos días con diarreas, tenía una cirugía de paratiroides, perdió el conocimiento e hizo unas contracciones en las manos; esas contracciones las descubrió hace años un médico que se inmortalizó. Al verla me dije: ese es el diagnóstico. Inmediatamente le suministramos calcio vía intravenosa y cuando llegó remitida a Sancti Spíritus le hicieron análisis y lo tenía muy bajo.
Te puedo decir que estoy de guardia las 24 horas de lunes a domingo, ni por un minuto olvido el compromiso público y profesional. En otros municipios como Trinidad o Yaguajay hay muchos especialistas; aquí hay un ginecólogo, un pediatra, un psiquiatra y yo. En esta especialidad soy el médico de La Sierpe.
El clínico tiene una alta responsabilidad porque cuando los demás especialistas te dicen: “Ve al clínico”, hay que coger ese paciente y encontrar el origen de su problema o pasarlo a otro escalón, pero ya con más elementos, con una respuesta; lo interesante es cuando uno encuentra la causa y comprueba que, efectivamente, no era un problema del cardiólogo o el neumólogo; en ese camino es que me enamora la Medicina Interna.
¿Qué casos te han marcado en tu labor clínica?
A un paciente de 33 años le dio un infarto cardíaco, me llamaron a mi casa a las seis de la mañana. Tuve que trombolizarlo aquí; lo salvamos. Después seguimos su evolución en la Terapia Intensiva en Sancti Spíritus; está vivo, camina por La Sierpe.
Tuve un caso muy raro en la Medicina. Estuvo ingresado en Sancti Spíritus con fiebre durante un mes, se le administraron dos antibióticos, la fiebre cedió y el paciente se fue de alta. A los pocos días comenzó con fiebre otra vez y los familiares, en vez de llevarlo al Hospital Provincial, vinieron a donde yo estaba.
Empecé a estudiarlo. Hacía 10 años que tenía un marcapaso, entonces planteamos una endocarditis, una infección en los cables del marcapaso; la literatura médica dice que es rarísima esa afección, pero lo dijimos con tanta certeza que se escuchó. El Hospital Provincial ayudó con el electrocardiograma, el paciente se envió al Cardiocentro de Santa Clara y se confirmó lo que decíamos. Luego lo remitieron a La Habana, se ratificó también allá.
Felizmente se pudo operar en Santa Clara. A los cinco meses vino acá a felicitarme, estaba muy contento porque es una rareza diagnosticar ese problema; anda por ahí haciendo su vida normal.
Esas son de las cosas que me amarran a La Sierpe; momentos que no olvido, como la llamada telefónica de Tomás González Castro para decirme que tenía mucha arritmia, que “el corazón se le quería salir del pecho”; y le dije: no te muevas, voy para allá. Después, cuando llegó a la sala de Cardiología en el Hospital Provincial, le dijeron: “Agradécele al doctor Grau, te salvó la vida”.
Para mi es un orgullo de mi familia y el pueblo serpiense tener un medico de tanto prestigio y Amor a su profesionalidad un verdadero caguairan g lleva en su sangre el concepto de revolucion sin el la sierpe deja de ser la sierpe en cuanto a salud se trata respetando o otro medico bueno g emos tenido como Carlo Javier …resumen su pueblo g es la sierpe porg se lo a sabido ganar se inclina ante sus pies porg porgue es un verdadero dios mucha salud y prosperidad y g se mantenga en la sierpe g este pueblo lo alaba…..
No es solo el conocimiento, es el trato.. Es cierto que sus pacientes no kieren que otro médico interfiera, el tiene q darles la última palabra.. Se rie, jaranea, los cuida como un padre.. De las mejores peraonas que tiene la sierpe..
El pueblo de La Sierpe, y otras amistades del Dr. Grau; como todos le
llammos por acá, le estamos muy agradecidos por los servicios brindados
de éste reconocido médico. Ratifico los criterios anteriores y todo lo
expuesto en la entrevista. También reconocer la profesionalidad del
compañero periodista, quin con sabias palabras supo resumir más de 25
años de labor de éste galeno; de llos 26 en La Sierpe.
Saludos, tu amigo Skippy.
jeas: Cuanto ahelo porque todos se enamoraran de su profesion ganariamos todos, tu, yo y la revolución. Felicidades Doctor, ud. piensa en grande para este pueblo.
Se merece esta entrevista, pues realmente es un buen doctor, enamorado de su profesión y es certero en el diagnóstico, todos los sierpenses solicitan su servicio y están agradecidos… Ya no vivo allí pero conozco de sus profesionalidad.
Excelente entrevista. Lo humano por encima de todo. La bondad de un hombre a prueba en un lugar tan inhóspito. Felicidades Pepe Luis y al médico tsmbien
Muyyyy cierto todo, excelente médico en lo profesional y Personal lo conozco desde que llegó a ese municipio y es muyy cierto lo que dice la entrevista FELICIDADES AMIGO. UN SALUDO GRANDE. te queremos.
Bueno no lo conosco personalmente pero este gran medico se crece cada dia mas en la mente de cada sierpense, vivi en la Sierpe pero cuando el llego ya no vivia ahi , el respeto y sus conocimientos se han ganado el honor que hoy tiene , es amoroso y muy humano gracias a dios por el , por su familia y por todo el que cada dia necesita de su atencion.