Desde afuera se oyen los estrellones que llegan desde los colchones de los altos. También la música trepidante de los aerobios. Son claras señales de que el Polideportivo Yayabo reabrió y revivió.
Algo más de dos años atrás el huracán Irma la emprendió con techos, ventanales, cristalerías y todo cuanto encontraron sus rachas de viento; dejó la emblemática instalación herida de muerte y también angustiada a la familia deportiva de la provincia.
“Fue como una locomotora que nos pasó por arriba —recuerda su directora Rosa Elena Alba Caballero, aún con la voz medio entrecortada como entonces—. De momento, casi el 70 por ciento del techo quedó destruido; el administrador y los compañeros que estaban de guardia vimos paso a paso cómo se destruía nuestro centro, aquello fue tan duro, tan doloroso…”.
Incluso después de pasar, Irma añadió estragos: “Todo el falso techo se dañó por la humedad, en las áreas de entrenamiento de los gimnasios se desmontaban los colchones para evitar que se mojaran, pero el tabloncillo se hundió”, añade Rosa Elena.
Horas después, sus 37 trabajadores echaron a un lado sus años, sus achaques y comenzaron la batalla por la recuperación. “Cuando llovía el agua llegaba al tobillo y había que sacarla porque si no se afectaba más la instalación. Muchas cosas se recuperaron y se reutilizaron. Los servicios sanitarios datan de cuando comenzó el centro hace casi 30 años y se fueron recuperando, eso es dinero que le ahorramos al Estado”, explica la directora.
Ello hizo que el centro funcionara parcialmente en la parte socio-administrativa del edificio, aunque se detuvieron el entrenamiento y las competencias.
TRABAJO, MUCHO TRABAJO
Tras darle la vitalidad elemental y hacer el conteo de daños, el Inder en la provincia, junto al Partido y al Gobierno diseñaron para varias etapas la mayor reparación vivida en esa instalación. Tres meses después de la visita intempestiva de Irma, comenzó otro huracán.
“Ahí no se descansó nunca, rememora Alberto Carvajal, al frente de la brigada de apoyo a la producción de la Unidad Empresarial de Base Mantenimiento Cemento Siguaney, fue un trabajo que exigió disciplina, paciencia y organización para garantizar que quedara con la calidad requerida. Se trabajó por segmentos, primero fue desmantelar con mucho cuidado todo el techo, una labor muy riesgosa por la altura y el viento que azotaba fuerte, había que estar amarrado; después se cambió completo y su buscó la alternativa de ponerle un tornillo enroscado a cierta distancia que evita que el viento lo dañe, aunque las planchas no tienen la misma calidad de las que existían porque ya no se disponen de esas en el país”.
Luego vendría el desmonte y montaje del tabloncillo con madera de acacia, que corrió a cargo de una brigada del Fondo Cubano de Bienes Culturales. “Se lijó, se pintó y se trazó por un personal especializado de la capital, le faltaría una capa protectora que no existe ahora. Además, trabajamos en la parte de los gimnasios”, comenta Ricardo Gutiérrez, trabajador de la institución.
También se laboró al unísono en los techos de los gimnasios de entrenamiento y los falsos techos, así como en los pisos, labor que incluyó a trabajadores por cuenta propia. Para el final quedó la pintura general, incluido el impermeabilizante en los soportes de la estructura para retardar su deterioro.
BELLO Y FUNCIONAL
Cuando la contadora dejó ver el tamaño de la reparación capital: 3 181 444 pesos, de ellos 542 124 pesos convertibles y 339 000 en materiales de la construcción y otros gastos, según datos de Carlos Miguel Bermúdez, director del Inder en Sancti Spíritus, el Polideportivo Yayabo había resurgido más bello y funcional, con una imagen renovada.
Una de las áreas más favorecidas fue la de judo, inmóvil por muchos años y no por cuenta de Irma. “Es como un regalo —alega Reinier Cárdenas, entrenador—. Hay más capacidades para entrenar, contamos con dos locales para desarrollar un mejor trabajo técnico y en la misma sesión de la mañana se preparan cuatro equipos: dos acá y dos en la EIDE”.
Las bondades de la recuperación llegaron hasta un local inservible donde pernoctó por años un almacén de libros y trastos viejos y que ahora se convirtió en un gimnasio multifuncional de cultura física. “Ahora tenemos más claridad, ventilación, espacio. Se trasladaron los aparatos del local anterior y, gracias al trabajo y la innovación del profesor de aquí, se han recuperado equipos en desuso”, explica Sara Iris Hernández, profesora del gimnasio.
Hoy el Polideportivo muestra locales mejor equipados para la práctica de la lucha, boxeo, tenis de mesa, gimnasia. “Detalles nos faltan miles”, acota Rosa. Y es cierto, pero el centro exhibe lecciones que fueron reconocidas por Osvaldo Vento, presidente del Inder, al reinaugurar la obra el pasado 19 de noviembre: “Aquí hay mucho sentido de pertenencia y calidad humana de los trabajadores, queda cuidarlo para poder avanzar más rápido”.
También Deivy Pérez Martín, primera secretaria del Partido en la provincia, expresó en aquel momento: “Se impuso la voluntad de la directora, su colectivo y de los compañeros del Inder, por eso hoy podemos disfrutar de una instalación como esta”.
Como símbolo de que aquel huracán es solo un mal recuerdo, una pequeña planta de helecho que sobrevivió a los vientos de Irma, hace tres años, hoy recobra su verdor en la otra Yayabo.
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