El periodista argentino Fernando Ortega contó desde las redes sociales la represión silenciada por los medios en Bolivia, desmontando de primera mano la narrativa impuesta por el gobierno de facto.
‘Las autoridades no dan informaciones oficiales sobre muertos, heridos o desaparecidos, y mucho de lo que publican los medios es tergiversado’, dijo Ortega a Prensa Latina, tras acompañar una multitudinaria marcha desde la ciudad de El Alto hasta La Paz, disuelta por las fuerzas del orden.
El reportero fue testigo de la masacre del pasado martes en Senkata, donde al menos ocho personas murieron baleadas como parte de la represión encabezada por la policía y militares con licencia para matar.
Aquel día tuvo que ser escondido por vecinos del barrio 25 de Julio, junto a un colega mexicano, ante los rumores de que ‘policías de civil’ los buscaban, después de denunciar las muertes que negaban las autoridades.
A pocas horas de regresar a su país, donde es editor del semanario Puente Aéreo, Ortega desmintió al ministro boliviano de Defensa, Fernando López, quien tildó a los manifestantes de ser ‘hordas pagas y alcoholizadas’.
‘Falso, lo desmiento categóricamente: yo estuve desde el lunes y no vi alcohol ni armas, y si lo hubiera visto lo hubiera contado, porque tengo una mirada independiente’, enfatizó el reportero.
Aseguró que hay muchas cosas que la prensa no refleja, y no descarta la posibilidad de una censura oficial, mientras las autoridades mienten y manipula la situación a conveniencia.
Ortega también desmintió las acusaciones lanzadas contra un enfermero boliviano que denunció la matanza del pasado martes en Senkata, quien fue detenido este jueves bajo el cargo de ‘falsedad ideológica’.
‘Hoy la manifestación fue enorme, pero el dispositivo de seguridad logró dividirla primero y dispersarla después, hubo gas lacrimógeno y postas de goma que golpearon a una colega argentina’, relató.
El futuro en Bolivia es incierto, pero por lo pronto, Ortega espera que acabe la violencia, que aparezcan las personas que fueron desaparecidas en Senkata y que no vengan más masacres como la que le tocó vivir.
El presidente Evo Morales renunció el pasado 10 de noviembre en medio de una espiral de violencia, para evitar mayor derramamiento de sangre, pero la represión y las muertes en nombre del orden han seguido.
La diputada opositora Jeanine Áñez se autoproclamó presidenta interina hasta la convocatoria de nuevas elecciones, y aprobó un decreto que exime al Ejército de responsabilidad penal por las acciones para restaurar el orden.
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