Si solo fuera la basura que personas del vecindario y de fuera vierten en la esquina opuesta a la que ocupa su domicilio, sito en Tello Sánchez No. 160, entre Brigadier Reeve y Carlos Roloff, Sancti Spíritus, Lina Cecilia Hernández no estaría tan preocupada por la salud de los niños uniformados que ve desde su hogar.
Los montículos de desechos y hasta de escombros, como pudo apreciar Escambray el martes 19 de febrero, son asiduos de la intersección, donde concluye el patio de un local de la Universidad José Martí Pérez. Según testigos, personal de Servicios Comunales realiza recogidas allí de tanto en tanto, como si se tratase de un depósito oficial. Sea el caso o no, el vertedero debería contar con los muros de contén requeridos, toda vez que ha sido creado en un sitio distante a solo metros del comedor de la escuela Julio Antonio Mella. Mejor aún, debería ser del todo suprimido atendiendo a esta particularidad.
Pero a la remitente, al momento de escribir, le preocupaba más el vertimiento de aguas albañales desde la fosa del centro, que fluyen cada cierto tiempo por el lateral del muro perimetral y corren hacia el área del basurero.
Al tramitar el asunto, Yanni Pérez y Jorge Enrique Sorí, subdirectora y administrador del colegio, respectivamente, refirieron que el problema es cíclico y se debe a que unos años atrás, al ejecutarse la remodelación de la pizzería Sicilia, conectaron la red de alcantarillado de la misma a la de la institución docente.
Como consecuencia de aquella decisión, en los últimos períodos lectivos se vienen produciendo obstrucciones en los depósitos de residuales, que son tres y fueron creados precisamente para evitar anomalías. Ello termina provocando el cierre de los baños infantiles, lo cual equivale a insalubridad en el centro y atenta contra el bienestar del alumnado.
No sin dificultades, afirmaron las fuentes, han conseguido la desobstrucción por parte del personal de Acueducto y Alcantarillado, que a veces se niega a realizar la factura del trabajo alegando que el mismo reporta poco ingreso. A todas luces, se impone corregir el error de años atrás y sanear los caños de la “Mella”. Un centro educacional, menos aún si se trata de los mayores del territorio, no tiene por qué acoger en su red de alcantarillado los desperdicios de la pizzería. En la última evacuación de uno de los depósitos, acometida con la ayuda de un particular (estaba aún pendiente el reporte No. 388 ante Acueducto), afloraron latas, nailon, abundante grasa e incluso trozos de tela. Escambray espera respuesta y acción.
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