Cuatro grandes compañías danzarias de Cuba mostraron este martes las potencialidades de ese arte en este país caribeño durante una gala ofrecida en honor a los reyes de España, Felipe VI y Letizia, de visita oficial en La Habana.
El Ballet Nacional de Cuba abrió el espectáculo en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso con escenas de Giselle, obra cumbre del romanticismo danzario y carta de triunfo internacional de la compañía por el espíritu que Alicia Alonso supo impregnar a su versión coreográfica, premiada incluso en París, ciudad donde se estrenó la pieza original en 1841.
La primera bailarina Anette Delgado recibió ovaciones por su etereidad en un personaje del que sabe apropiarse con plena delicadeza y maestría técnica. A su lado destacó uno de los escasos ‘danseur nobles’ de la escuela cubana de ballet en la actualidad, Dani Hernández, un artista de nobleza innata.
El cuerpo de baile de la compañía volvió a lucir un esplendor de ejército, infundido a la banda de wilis para resaltar el aspecto temerario de los vengativos espíritus, liderados por Ginett Moncho, muy segura en su papel de reina, así como Chavela Riera y Claudia García en los personajes de Moyna y Zulma, dos espectros de singulares historias.
Acosta Danza dejó en claro su apuesta por la línea contemporánea al exponer Alrededor no hay nada, coreografía del español Goyo Montero a partir de poemas de Joaquín Sabina y Vinícius de Moraes.
Mientras el Conjunto Folclórico Nacional escenificó Rumberos, de Manolo Micler, sobre música folclórica y popular que exhibe las raíces de la cultura africana asentada en esta isla luego de que los colonos españoles introdujeran esclavos de ese continente desde principios del siglo XVI.
Aquel hecho traumático gestó un abanico cultural mixto, de gran amplitud, que representa elegantemente en su arte Lizt Alfonso Dance Cuba (LADC), con su premisa de fusionar todas las danzas cultivadas en el país, desde las clásicas hasta las populares.
LADC brilló por su precisión y entusiasmo en De novo y Fuerza y Compás, aunque apenas pudo presentar fragmentos de ambas coreografías de la maestra Lizt Alfonso, directora artística de la gala.
Alfonso, Embajadora de Buena Voluntad del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), eligió cerrar el espectáculo con Aferrado a los clásicos, una pieza de la autoría conjunta de ella con otras bailarinas y profesoras de su escuela, por tanto, los protagonistas fueron niños, adolescentes y jóvenes.
No hubo diferencia en la calidad pues los aprendices bailaron con una prestancia y solidez dignas de admiración.
Para culminar, los miembros de las cuatro compañías en escena hicieron una reverencia de homenaje a la prima ballerina assoluta cubana Alicia Alonso, fallecida el 17 de octubre anterior. Su imagen proyectada en el telón de fondo provocó ovaciones que evidencian respeto y cariño hacia la artista más universal del país.
Tras el cierre de cortinas, los reyes de España decidieron ir al escenario para agradecer personalmente a los artistas y accedieron a tomarse fotos con varios.
Bienvenidos a cuba sus altezas reales.