Ni la más variopinta de las adversidades climáticas ha podido ponerle zancadillas al parto lechero que desde hace una década protagonizan los ganaderos de Guasimal, un paraje del sur espirituano donde se madruga los 365 días del año y a puro ordeño manual sus campesinos aportaron al Estado por décimo año consecutivo más de un millón de litros de leche.
A lo mejor por esa repetición una y otra vez, el resultado parece más una obra de la costumbre que de la constancia; sin embargo, es una verdadera conquista humana tejida con lazos de compromiso, unidad y disciplina en virtud de alimentar al rebaño en una zona con suelos desnutridos, pastos débiles y donde en el período seco “cualquier terreno de pelota tiene más hierba que un potrero en Guasimal”, aseguró Orlando Obregón Medinilla, presidente de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Bienvenido Pardillo.
Tal vez, esas características terrenales fueron las que sembraron la duda en aquella comitiva del sector encargada en el 2009 de insertar a la CCS en el Movimiento de las Cooperativas millonarias en la producción de leche, a fin de cuentas, el año anterior lo había cerrado con una entrega de alrededor de medio millón de litros.
“No nos veían posibilidades de llegar al millón, verdad que el salto de un año tenía que ser grande, pero coincidió con la entrega de tierras por el entonces Decreto-Ley No. 259, se incorporaron muchos productores y esa primera vez sacamos de estos potreros 1 011 000 litros; ahí empezó la cadena que en 10 años hemos sostenido”, señaló Obregón Medinilla, por cierto, el mayor productor de la cooperativa.
DESVELO POR LA COMIDA
Muy lejos están aquellos tiempos en que Guasimal se codeaba entre las cuencas lecheras de la provincia, cuando la comida del rebaño llegaba en barcos. “Siempre esta zona fue ganadera, pero artificialmente el pienso lo tiraban por rastras, los sacos de urea se amontonaban en los poteros, no faltaba nada; ahora toda la alimentación hay que sembrarla y se aprovechan mucho los residuos del centro de limpieza Paredes y otros subproductos de la zafra azucarera”, explicó el presidente de la CCS.
Aunque en aquellos inicios del movimiento millonario casi bastaban los dedos de las manos para contar las hectáreas sembradas de alimentos para los animales —principalmente de caña—, hoy el panorama, sin llegar a explotar todas las potencialidades, es diferente, se han mejorado los pastos, se diseminó la siembra de caña y kingrass, con la mejor referencia en las seis fincas potenciadas que cultivan plantas proteicas.
También la CCS pudo sortear el escollo que representó rescindir un nivel de tierras y perder productores, situación que no melló los resultados porque “los que quedaron aumentaron sus planes y si en el primer año del millón de litros participaron más de 260 campesinos, este 2018 se logró con unos 230”, detalló Obregón Medinilla.
“Hemos mantenido en los productores la inspiración de cumplir con el Estado —añadió—, esta fue la primera cooperativa de la provincia en acudir desde hace cinco años al crédito revolvente para que el campesino no se vea afectado con el atraso en el pago, hay disciplina en la producción y en el control diario de la leche en el centro de acopio”.
LA VACA Y EL POTRERO
Isvel Hernández León, al frente del área pecuaria en la CCS, prefiere no hacer una lista de los más destacados, “porque aquí hay un esfuerzo grande de todos los productores; claro, unos entregan más que otros, pero es que la vaca es como un centro laboral al que tienes que ir todos los días del año, haya temporal o buen tiempo”, expresó.
Entre esos que nunca pueden esperar la salida del sol desde la cama está José Félix Cruz Santos, radicado en una de las fincas potenciadas en el cultivo de plantas proteicas.
“Este nuevo millón de litros de leche tiene detrás el sacrificio porque hemos pasado tiempos difíciles también, pero lo principal ha sido prepararnos con la comida para los meses secos; antes de sembrar esas plantas entregaba en la seca 6 o 7 litros, ahora no me bajo de los 40 litros todos los días, eso nos demuestra que el camino es acuartonar y tener allí esas variedades forrajeras.
“La vida del ganadero de fácil no tiene nada, no le puedes sacar el pie ningún día, siempre hay que estar pensando en las vacas”.
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